Dos periodistas de Radio France International fueron recientemente asesinados en el desértico norte de la República de Mali, en un lugar próximo a la ciudad de Kidal.
GhislaineDupond y Claude Vernon acababan de entrevistar a Ambery Ag Rhissa, un responsable de la rebelión tuareg del Movimiento para la Liberación del Azawad (MNLA), nombre con el que los tuaregs identifican su territorio histórico, hoy repartido entre Argelia, Libia, Niger, Mali y Burkina Faso.
Al salir a la calle, los dos periodistas de Radio France Internacional son interceptados por una camioneta 4 por 4, tripulada por cuatro hombres armados, y obligados a abordarla.
Según fuentes de inteligencia, el destino de los franceses secuestrados era la “katiba” –unidad combatiente- de Al Qaeda en el Maghreb Islámico (AQMI) que dirige un tuareg, AbdelkrimTargui, quién sucedió al mando al árabe AbouZeid muerto a principios de este año, durante la ofensiva de las tropas de Francia y del Chad en la región de Kidal.
A la misma tribu que Rhissa pertenece Bayes Ag Bakabo, un tuareg que perteneció a AQMI, donde cayó en desgracia cuando fue descubierto robando dinero de la organización. Bakabo se recicló en el seno del MNLA. Allí se enteró de la entrevista que iban a llevar a cabo los periodistas franceses.
Lo que sigue es una negociación mafiosa. Bakabo llama a Targui y le dice que le ofrece ambos franceses a cambio del perdón de la falta cometida y de la deuda. Targui le contesta afirmativamente. Bakabo toma su 4 por 4, junta tres secuaces y espera la salida de los periodistas de la casa de Rhissa.
Allí, los secuestra, pero diez kilómetros más adelante, la 4 por 4 sufre un desperfecto y se inmoviliza. Bakabo llama de nuevo a Targui y lo consulta sobre qué hacer. Targui, preocupado por su seguridad en la clandestinidad, le ordena que los mate.
Es una historia más de las tantas que se suceden en el África herencia colonial cuyas consecuencias de guerras y rebeliones étnicas se prolongan en el tiempo, aunque la mayor parte de los estados africanos hayan accedido a la independencia hace más de cinco décadas.
Imperialismo
Regiones del actual territorio de la República de Mali formaron parte de cinco imperios africanos antes de la llegada de los franceses. A saber: el imperio de Ghana hasta el siglo XII, el imperio del Mali siglos XIII y XIV, el imperio songhai siglos XV y XVI, el reino bambara de Segousiglo XVIII y XIX y el imperio peul del Mancina que se superpone con el anterior y dura hasta 1862.
En plena etapa imperialista, Francia invade en 1883 al actual Mali. En 1891 crea en el territorio la colonia del Sudan francés que deja paso, en 1904 a la colonia del Alto Senegal y Niger que, en 1920, recupera su antiguo nombre de Sudan francés.
Con la Segunda Guerra Mundial comienzan las reivindicaciones independentistas que no se llevan a cabo sobre la base de las identidades nacionales de los pueblos que habitan el territorio, sino sobre el conjunto colonial.
Así, ni el gobierno francés, ni los independentistas nucleados en un partido denominado Unión Sudanesa, tuvieron en cuenta o consultaron las aspiraciones de las distintas comunidades englobadas en el estado colonial.
El Mali no está poblado por “malianos”. Ese concepto, no existe. Los habitantes del Mali son “mandingos” (35%), o “soninkés” (15%), o “peuls” (17%), o “songhais” (6%) o “tuaregs y moros” (10%).
Pero, además, los mandingos no viven solo en Mali, también habitan Senegal, Costa de Marfil, Gambia, Guinea, Guinea-Bissau, Burkina Faso y Mauritania. Los soninkés, parientes de los mandingos, habitan aproximadamente las mismas regiones. Vinculados a los anteriores, están los songhais, distribuidos en los mismos territorios.
No así los peuls, de piel menos oscura que habitan regiones sahelianas y se reparten entre Nigeria, Guinea, Mali, Camerún, Senegal, Niger, Burkina Faso, Mauritania, Guinea Bissau, Gambia, Sierra Leona y Chad.
Los tuaregs son saharianos de origen bereber –no árabe- que habitan Niger, Mali, Argelia, Burkina Faso y Libia. Son conocidos como los “hombres azules”, dado que suelen vestir ropas teñidas con índigo que se decolora sobre la piel.
A su vez, mandingos, songhais y soninkés sumados a otros grupos totalizan aproximadamente 30 millones de personas. Los peuls, casi cuarenta millones. Y los tuaregs, habitantes del desierto, 1.300.000. Conviven con los moros, también de origen bereber, pero arabizados en sus costumbres y en su lengua.
Por tanto, una simplificación del análisis demográfico determinaría la coexistencia impuesta por el colonizador francés y continuada tras la independencia, en 1960, de al menos tres comunidades.
Dos aceptan vivir bajo las leyes del estado de Mali, la tercera pretende construir un estado propio.
Liberación
Desde 1958, antes de la retirada francesa, los tuaregs y los moros hicieron conocer su reclamo de autonomía y su demanda de no ser incluidos en las negociaciones sobre la futura independencia del Mali.
Aspiraban a formar parte de la región sahariana francesa integrada a Argelia, porque no sentían ninguna vinculación étnica o cultural con sus vecinos de piel negra del sur.
Sostuvieron su aspiración a través de una carga firmada por 300 jefes, destinada al nuevo presidente francés, el general Charles De Gaulle. Pero, la demanda fue ignorada. Con la independencia de Mali, el 22 de setiembre de 1960, el dominio francés sobre tuaregs y moros fue reemplazado por el de la autoridad maliana.
La primera rebelión tuareg estalla tres años después de la independencia, en 1963. La represión del gobierno maliano de ModiboKeita fue tan brutal como la que desarrolla, actualmente, Bashar al-Assad en Siria. Lisa y llanamente bombardeó con aviación a la población tuareg.
En 1988, es creado el Movimiento para la Liberación del Azawad que encabeza una segunda rebelión dos años después. Concluye con los acuerdos de Tamanrasset en 1991 y con el Pacto Nacional de 1992. Contemplaban la desmilitarización de las tres regiones del Azawad: Kidal, Gao y Tombuctu. Pero, el avance se perdió cuando el Movimiento para la Liberación del Azawad estalló en tres partes, producto de disensiones internas.
En 2006 acontece una nueva rebelión que culmina con los “acuerdos de Argel”. Pero la incapacidad del Estado de Mali para imponer su autoridad en todo el norte sahariano abrió el juego para un nuevo actor: el bandidismo mezclado con el narcotráfico.
A tal punto que, en 2009, un Boeing repleto de cocaína y proveniente de Venezuela llegó a aterrizar entre Gao y Kidal desde donde el cargamento continuó por tierra hacia Europa.
Junto al narcotráfico y en íntima relación, la zona sirvió además como santuario para los terroristas de Al Qaeda en el Maghreb Islámico. Y para algunos grupos fundamentalistas islámicos como AnsarDine y el MUJAO.
Pese a sus diferencias, AnsarDine y el Movimiento para la Liberación de Azawad ocuparon en 2012 las tres ciudades de la región –Gao, Kidal y Tombouctou-, tras lo cual, este último proclama la independencia del Azawad. Pero, la alianza resultó efímera, producto de la voluntad de AnsarDine de aplicar la sharia –ley islámica-, algo que no fue aceptado por los independentistas laicos.
La desavenencia produjo que los islámicos, junto con Al Qaeda, expulsaran a los tuaregs de las ciudades conquistadas y se lanzasen a la conquista de las regiones sureñas de Mali. Incapaz de deternerlos, el gobierno pidió ayuda militar a Francia y a los otros países del África Occidental.
La intervención militar –operación Serval- resultó exitosa. Las ciudades norteñas fueron recuperadas para la administración central de Mali y los tuaregs se vieron forzados a firmar un acuerdo de alto el fuego, sin que se encaren negociaciones ulteriores, dada la negativa del gobierno de Mali para tratar sobre la autonomía del Azawad.
Tarde o temprano, los tuaregs alcanzarán su autonomía, dentro o fuera del Estado de Mali. Tarde o temprano, las fronteras trazadas por el imperialismo en todo el África serán revisadas.
Mientras tanto, inevitablemente, habrá guerras cuyas principales víctimas son siempre las poblaciones civiles y, a veces, los periodistas cuya única misión es informar.
LA COLUMNA INTERNACIONAL
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