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Crece la incertidumbre y no aparecen respuestas

Profundizar el conflicto y fugar hacia adelante. Esa parece ser la estrategia elegida por la presidente Cristina Kirchner para llegar al final de su mandato sin que el poder le explote en las manos, o para circunscribirlo a los temas económicos, eludir otra devaluación y un fuerte ajuste fiscal.
Tras la gira por China, la Presidenta regresó al país sin avanzar en ningún consenso o aprobación sobre los acuerdos alcanzados con la potencia asiática.
La misión del canciller de Brasil, Mauro Viera, a Buenos Aires culminó en otro fracaso que deja al Mercosur y la relación con el principal socio comercial de la Argentina en estado terminal, al menos hasta el final del mandato de Cristina Kirchner.

Reproches
El vínculo con la Unión Industrial Argentina también cerró en otro fracaso luego de los cruces de declaraciones y un encuentro con cuatro ministros con la cúpula de la entidad, en donde se habló poco y sí hubo reproches, amenazas y voces en tono destemplado sobre las consecuencias de los protocolos firmados con China.
La falta de dólares y la orfandad política quedan como saldo de la incursión china.
Tanto el canciller brasileño como la UIA cuestionaron los acuerdos que permiten las adjudicaciones directas, a cuenta de onerosos contratos a largo plazo.

Debilidad de las reservas

La situación de extrema debilidad de las reservas internacionales en el Banco Central es de difícil disimulo.
El swap de monedas que aporta China con el yuan, no es convertible a dólares y es útil sólo para pagar las importaciones que vienen de ese país.
No son extensibles para el resto del comercio internacional.
Las estimaciones sobre la real situación de reservas varían, pero todas coinciden en que son insuficientes para sostener el conjunto de los compromisos.
Un informe de la Fundación Mediterránea señala que el nivel de reservas en términos netos cerró el 2014 en 16.900 millones de dólares, si se descuentan los compromisos de corto plazo y los encajes de los depósitos en dólares.

Dureza de Vanoli

Esta realidad es la que explica la dureza del titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, de suspender o abrir a cuentagotas la venta de dólares para las importaciones, sin considerar el impacto sobre la producción y el empleo. El acercamiento con China, tratando de suplir los dólares que faltan tiene, además, costos relacionados con el vínculo con Brasil y el Mercosur.
Es una señal de alerta para los proyectos industriales, grandes y no tanto: las inversiones se definen en función del mercado regional, que es el más relevante en término de la cadena de valor.
Nuevos incentivos para que fuguen esas inversiones a otros mercados que no sea el argentino.
La perspectiva de Brasil y el huracán político que soporta la presidente Dilma Roussef no son positivos para este año, sin embargo la relación con la Argentina sigue complicándose.
El comercio bilateral ha caído: representaba entre el 25 y el 26 por ciento del total del intercambio argentino y hoy estaría entre el 22 y el 23 por ciento.
Pero podría seguir en baja, por un lado porque desde Argentina el ministro Kicillof informó que las restricciones continuarán hasta el final del mandato de Cristina Kirchner, y por otro porque el valor del real se ha depreciado hasta 2,8 dólares, situación que coloca a los productos argentinos fuera de competencia.

Deterioro

La información económica disponible confirma la situación de deterioro de la economía local.
Según la Fundación Mediterránea el IVA real cae 5,6% interanual en enero, mientras que las exportaciones a Brasil se contrajeron 20% en ese mismo mes, logrando de esta manera una participación de los productos argentinos en el principal socio del Mercosur, que es la más baja de los últimos 25 años.
En cuanto a la industria automotriz, los patentamientos cayeron 38,7% en enero, marcando el peor resultado desde el 2006.
Las incertidumbres económicas se acrecientan a la par de las repercusiones políticas por la muerte del fiscal Nisman.
Un escenario con pocas certezas y muchos interrogantes para los negocios, y la impresión de ausencia de todo plan o intento de estabilizar los desbarajustes fiscales y monetarios.

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