La oposición en la provincia de Buenos Aires vive horas de vértigo y de búsqueda de reordenamientos políticos para enfrentar al oficialismo en los dos tests electorales de este año: la Primaria de agosto y la elección general de octubre.
En el Frente Renovador de Sergio Massa la llegada de Francisco De Narváez como uno de los candidatos a gobernador del espacio provocó un previsible malestar, sobre todo en los sectores que en el pasado fueron sus aliados pero que rompieron relaciones con él porque consideraban que se había acercado demasiado a Daniel Scioli.
El caso más visible, pero no el único, es el de la diputada provincial Mónica López, también ella precandidata a la gobernación. Hace cuatro años fue la compañera de fórmula de De Narváez en el fallido intento por ganarle a Scioli la gobernación. Ella y su marido, el poderoso sindicalista petrolero Alberto Roberti, conforman hoy uno de los conatos de resistencia al Colorado que más resuenan en el massismo.
Puede dar cuenta del enojo del matrimonio el jefe de campaña de Massa, el también bonaerense Juan José Álvarez, que debió soportar los fuertes epítetos contra el Colorado y tuvo que dar explicaciones de ese arribo tan polémico. Para colmo De Narváez, que no sabe de sutilezas, alquiló todo el piso de oficinas que está arriba de los aposentos políticos de Massa en Tigre. Ventajas de la cercanía, debe haber pensado.
Mirando al Pro
López ha tenido conversaciones con operadores de Mauricio Macri en la exploración de un posible pase suyo y de su tropa al Pro. No habló con Macri, ni tampoco con Emilio Monzó, el armador del alcalde porteño en territorio provincial. Pero sí con delegados de ambos. El macrismo, se sabe, está necesitado de fortalecer su estructura política provincial si aspira a dar una buena batalla a nivel nacional.
La aspiración de la diputada sería armar dupla provincial con Gustavo Posse, el alcalde de San Isidro que tiene un pie adentro del PRO por diferencias con Massa. Entre las que se cuentan el pase de facturas por las maldades políticas que le hace la familia política del tigrense en su propio distrito, donde la suegra y el cuñado de Massa revisten precisamente en la oposición al possismo.
Macri celebraría el arribo de Posse pero, según fuentes amarillas, la idea en gestación -aunque con cierto nivel de resistencia en despachos cercanos al de Macri- es ponerle de candidata a vicegobernadora a María Eugenia Vidal, crédito del riñón Pro que por ahora aspira a encabezar cualquier fórmula. Se avizora allí, en todo caso, un lindo duelo político entre mujeres de la Provincia por ese lugar, si se llega a concretar la mudanza de López.
Para colmo, está Martín Insaurralde, el intendente de Lomas de Zamora que sigue amagando con el pase desde el oficialismo al Frente Renovador para pelear por la gobernación. No sólo a la dupla López-Roberti le molesta esta idea sino a muchos otros massistas entre los que se destaca Darío Giustozzi, actual diputado nacional y cofundador del FR.
El de Almirante Brown agita por la vía de terceros la amenaza de volver al Frente para la Victoria y trabajar por la candidatura presidencial de Florencio Randazzo, su viejo amigo.
Por supuesto que sería posible pero no resultaría nada fácil explicarlo ante la opinión pública, sin dañar sus aspiraciones a la gobernación. Massa, seguramente, especula con eso.
Uno de los más entusiasmados con el pase de Insaurralde sería el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, un barón del conurbano hecho y derecho. Dicen que venía siendo el gran operador del anuncio, que se daría en marzo. Pero en el medio se reunió con De Narváez, fruto de lo cual ahora se menciona que ambos podrían integrar juntos una fórmula y el lomense pasaría al massismo pero sólo con la idea de buscar la reelección en su propio distrito.
Rebelión de los margaritos
Pero el espacio que está verdaderamente en llamas es el GEN, el partido de Margarita Stolbizer que integra el Frente Amplio-Unen. Los referentes del interior de la Provincia vienen planteando una postura disidente de la estrategia que ha trazado la diputada respecto a que el partido sólo se concibe dentro del espacio progresista que también integran el Socialismo y el radicalismo alfonsinista.
La semana pasada quedaron blanqueadas las diferencias dentro del GEN durante un cónclave partidario provincial en el que el sector crítico fue timoneado por el intendente de Rivadavia, Sergio Buil. El planteo de esta facción es el de ir a una Primaria junto con el macrismo, como forma de asentar acuerdos a futuro con esa fuerza. La explicación, poco original pero siempre a mano, es que eso es lo que les piden “los vecinos”.
Buil ya había movido el tablero antes de aquel cónclave al enviarle una dura carta personal vía mail a Margarita que, vaya uno a saber porqué vericueto de la tecnología, se terminó viralizando dentro y fuera del GEN.
La verdad, admiten en ese sector crítico, es que allí avizoran que los tres presidenciables con más alternativas de llegar a la Casa Rosada son Scioli, Massa y Macri.
Y como obviamente son refractarios a sellar alianzas con los dos postulantes de perfil más peronista, como son el gobernador y el diputado de Tigre, el porteño aparece como la opción menos traumática hacia adentro de sus distritos.
Lo que los guía, además, es el olfato político que les dice que en sus pueblos, muchos con amplia actividad agropecuaria, los votantes no se inclinarán por una opción que huela un poco a oficialismo.
La gran diferencia entre Margarita y sus rebelados parece ser la cuestión ideológica.
Para el lote de críticos dentro del GEN eso no debería ser una traba insalvable para acordar alianzas que lleven implícitas posibilidades serias de alcanzar el poder real. Por ahora se impuso la postura de la líder, que insiste en alinearse tras la candidatura presidencial de Hermes Binner. Pero la historia, naturalmente, no parece estar cerrada.
TRASTIENDA POLÍTICA
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