ENFOQUE

Complicaciones en el sector inmobiliario rural

Luego del parate total que se produjo durante el 2012, tibiamente desde fines del 2013 y con mayor fuerza, durante el tramo inicial del primer semestre de este año, desde la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR) percibimos una cierta reactivación de consultas en el mercado de compra venta de campos, a la luz de mejores expectativas en materia de políticas hacia el sector, que podrían darse a partir de las próximas elecciones presidenciales.
Bajo esta consigna, que fue generalizándose entre los diferentes actores del mercado, inversores, propietarios e intermediarios, comenzamos a respirar aires de cambio que favorecieron algunos pocos cierres de operaciones, sobre todo en áreas de la Pampa Húmeda, después de padecer una histórica e inédita inactividad generada principalmente por el cepo cambiario, agravada por la Ley de Tierras, entre otras causas.    
Pareciera que, para que las tendencias se confirmen, es necesario algo más que una simple expresión de deseos de todos los protagonistas.
En los últimos dos meses, la encrucijada económica del País ha vuelto a presentarse con una virulencia inusitada y hay nuevamente demasiadas preguntas sin respuesta en materia económica y política.
Los temas inquietantes, todos los sabemos, están en la tapa de los principales diarios y no vale la pena entrar en detalles.    
Al ser proyectos de largo plazo, las inversiones en tierra implican inmovilizar importantes sumas de dinero que requieren, al menos, una mirada crítica hacia la estabilidad de las futuras políticas de producción, situaciones que nuestro país hoy no está en condiciones de ofrecer.
Como una reacción instintiva, los inversores han vuelto a ponerse en guardia, postergando su momento de invertir al encontrar demasiadas y simultáneas complicaciones e incertidumbres  internas, a las cuales se suma la caída reciente del precio internacional de las commodities agrícolas que disminuyen sensiblemente la rentabilidad de las explotaciones.
Las recientes complicaciones climáticas, la excesiva carga impositiva, la inflación, los mayores costos, etc., son factores cuyo impacto se hace mucho más relevante y notorio cuando los precios de los productos caen.    
No obstante esta razonable precaución, a los compradores les queda claro que no deja de ser un buen momento para invertir y continuarán deambulando por el mercado buscando oportunidades, ya no tanto de precio porque la baja ya se ha establecido, sino de campos de calidad, que el día de mañana, cuando la situación económica y política comience a cambiar, sean activos que recuperen rápidamente su valor relativo.
Mientras tanto, para poder concretar sus operaciones, los vendedores aguardan esperanzados a que retornen los aires de cambio positivos.
La oferta, sin ser exagerada es similar al primer semestre del año y continúa estable dentro de la Pampa Húmeda; pero las zonas extra-pampeanas continúan inmersas en una importante y agravada parálisis de negocios inmobiliarios.
Desde el punto de vista político y económico, el momento no es bueno y quizás a corto plazo no mejore, la espera se hace larga y difícil, pero el fin de ciclo inevitablemente llegará y con nuevos  bríos, tal como ha sucedido en reiteradas oportunidades en nuestro país.
Las inversiones de tierras deben ser analizadas en el mediano o largo plazo.
En ese sentido, hay que tener en cuenta que la coyuntura internacional no ha cambiado. El crecimiento de los países asiáticos sigue siendo una realidad. Pueden variar los índices de  crecimiento según el año, pero sus realidades siguen siendo las mismas que movilizaron al agro durante la década del 2000. Al igual que las políticas en torno a los bio combustibles.    
Existe hoy una necesidad y permanente búsqueda por parte de las grandes economías de lograr los espacios en los cuales la combinación de clima y suelos, les permitan satisfacer a futuro estas urgencias.    
Está claro que Argentina tiene todo lo que se precisa desde el punto de vista de sus dotes naturales, para ser protagonista.      
También está a la altura de las circunstancias en materia de recursos humanos. Cuenta con profesionales muy capacitados y con valores humanos muy tenidos en cuenta a la hora de realizar  cualquier emprendimiento.    
Tampoco le falta en el uso del uso de la tecnología de punta en todas sus áreas.
Sólo falta que se decida a tener políticas estables, que garanticen previsibilidad, abrirse al mundo con un mensaje claro, cumplir a rajatabla con sus compromisos. Convencerse a sí misma que estamos donde estamos por propia y exclusiva responsabilidad.
No hubo guerras, calamidades ni catástrofes que nos dejaran en el lugar que hoy tenemos.
Y podemos volver a ser lo que fuimos y lo que debemos ser, con solo proponérnoslo. Definitivamente, sabemos lo que queremos y lo que necesitamos para lograrlo.
Por todo esto, debe mirarse al negocio de la tierra en nuestro país, como una de las mejores alternativas de inversión del siglo XXI.