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Ébola y otros virus emergentes

En las últimas semanas en los medios de comunicación de todo el mundo han cobrado protagonismo las infecciones comunicadas por virus del ébola adquiridas en zonas del África centroccidental. Desde hace cuatro décadas se han venido detectando casos aislados y brotes en diversos países que revelan la actividad de este agente. A pesar de que este fenómeno pueda parecer un hecho novedoso, un breve análisis induce a situarlo como una enfermedad vírica con similitudes y diferencias a otras catalogadas como emergentes.
Desde el punto de vista conceptual, hemos podido establecer que los mecanismos que facilitan la aparición de las infecciones víricas emergentes globalmente consideradas son tres. En primer término, la aparición de un virus desconocido por la evolución de una nueva variante. En segundo lugar, el traspaso de la barrera de especie, lo que condiciona la introducción en un hospedador de un virus existente en otra especie diferente a la que se detecta. En tercera instancia, la diseminación de un virus determinado a partir de una pequeña muestra poblacional (humana o animal) que actúa como nicho ecológico en la que aquel surgió o fue originariamente introducida. A esta última modalidad parece corresponder el actual brote por el virus del ébola.
Conviene recordar que desde el último tercio del siglo XX se han descripto un número importante de nuevos virus cuya consideración como causantes de enfermedades emergentes han exigido esfuerzos multidisciplinares por parte de diferentes instituciones profesionales, académicas y gubernamentales de todo el mundo. La situación de la zona a la que afectan y en la que se difunden condiciona de modo determinante su abordaje, la provisión de cuidados y la adopción de medidas preventivas.
No existe una explicación sencilla al fenómeno de la aparición de nuevos virus o al resurgimiento de los ya conocidos. Las agresiones ecológicas, el cambio climático, la deforestación, la invasión de espacios naturales son otros factores que impactan en la dinámica de la transmisión de virus. Pero quizás el determinante y no siempre reconocido es el medio donde se desarrolla la propia existencia, las desigualdades que imprimen la pobreza y la precariedad son las que marcan la capacidad para afrontar este fenómeno.


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