ENFOQUE

¿Ahora sí llega el verdadero Banco del Sur?

Casi todos los países sudamericanos firmaron en 2009 el convenio constitutivo del Banco del Sur, una idea muy promisoria pero que, por el momento, no ha mostrado avances concretos; ahora los países nucleados en Brics se disponen a anunciar una muy esperada iniciativa similar y los “gigantes” del mundo multipolar tendrán el desafío de no quedarse sólo en buenas intenciones.
Desde ya que la escala y las pretensiones son mucho mayores, más ambiciosas en este caso, lo que también hace que los desafíos no sean menores.
Para tener una idea de lo que está en juego cuando se anuncien en la próxima cumbre del grupo que componen Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica los avances de cara a la nueva entidad financiera es ilustrativo leer una nota aparecida en el sitio web de la revista Foreign Policy titulada: “A un lado FMI, el banco de los Brics busca reescribir las reglas del desarrollo”.
Según trascendió, el llamado Nuevo Banco de Desarrollo contará con fondos por entre 50 mil y 100 mil millones de dólares inicialmente y se sabe que tendrá sede en Shangai.
La jugada de estos hermanos mayores de los “países emergentes” apunta a financiar proyectos de infraestructura a menor costo y con menores condiciones que las que ponen el FMI y el Banco Mundial, dos instituciones que acumulan cuestionamientos a derecha e izquierda del espectro político global.
De algún modo, el nuevo banco buscará cumplir la función que sus fundadores le asignaron formalmente al Fondo Monetario y el Banco Mundial tras los acuerdos de Breton Woods, en la posguerra: proteger a los países de shocks externos, evitar los problemas de las fluctuaciones en las cotizaciones de monedas.
Ocurre que las instituciones con sede en Washington se fueron apartando de ese tipo de objetivos y pasaron a funcionar como impulsores de ciertas políticas como el ajuste estructural, las privatizaciones, la apertura comercial –objetivos que no estaban inicialmente previstos–.
¿Qué pasaría si los mercados “emergentes” tuvieran nuevos instrumentos para incrementar su comercio, para sostener también el crédito entre ellos? ¿Qué nuevas posibilidades se abrirían sin la tutela de los organismos financieros internacionales, en los que tienen más peso las decisiones de Estados Unidos y Europa?
En esta como en otras iniciativas será importante evaluar en el tiempo cuál es el verdadero nivel de voluntad política que los países creadores del banco ponen en el proyecto.
También habrá que ver si se plantea con un criterio amplio de cooperación o el peso de los gigantes entre gigantes, como son China y Rusia, genera una “nueva dependencia” para los países del Sur.
De cualquier modo, parece una iniciativa en principio positiva en un contexto global que, luego de la crisis financiera internacional que estalló en 2008, todavía muestra más desafíos e incógnitas que certezas.

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