ECONOMÍA

De nuevo las fronteras

Rusia celebra el 69 aniversario del final de la II Guerra Mundial y la derrota del nazismo. Británicos y estadounidenses, detenidos en el río Elba, aceptaron la capitulación alemana el día 7 en la ciudad francesa de Reims, pero Stalin forzó una segunda ceremonia de rendición en la capital del Tercer Reich, ante el Ejército Rojo, que había forzado la marcha para llegar el primero a Berlín. La carrera por controlar territorios liberados no era una cuestión menor porque inmediatamente se plantearía un nuevo dibujo de fronteras y el reparto de Europa.
La ampliación por la fuerza bruta de Hitler de las fronteras alemanas había provocado la contienda mundial. Hoy, la indefinición de los límites de la casa europea, sin pared trasera tras la desaparición del imperio soviético, regresa como una vieja película en blanco y negro. Con el cadáver de Ucrania en la mesa de disección se reabre la cuestión de las fronteras europeas. Vladímir Putin no hace más que seguir el dictado de la zarina Catalina la Grande: “La única manera de defender unas fronteras es ampliarlas”. Divide a la Unión Europea jugando con la ambigüedad de Alemania, dependiente del gas ruso, 300.000 empleos condicionados a su relación con Moscú, y la necesidad de sus Siemens, EON o Basf de no arruinar el trabajo de décadas de relaciones constructivas con Rusia. Un 49% de los alemanes quiere que su país adopte una posición equidistante entre Occidente y Rusia en la crisis ucrania, según.
La última finta táctica de Putin: la propuesta de suspender el referéndum de independencia de la llamada República Popular de Donetsk que los separatistas prorrusos del este de Ucrania quieren celebrar este domingo. ¿Quizás piensa que perdería Rusia la consulta? Gana tiempo, mantiene desestabilizado al Gobierno de Kiev y retrasa nuevas sanciones occidentales. El presidente ruso controla el relato de la crisis. Todavía estamos a merced de Putin. 

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