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OPINIÓN

La política oficial para el trigo fracasó

A pocos meses de cumplirse ocho años de una muy fuerte intervención estatal sobre el mercado triguero local, se confirma el total fracaso de una política nefasta en la comercialización interna y externa granaria.
En un contexto de muy buenos precios internacionales, con valores que duplicaron los niveles de una década atrás, la respuesta del productor, fue de una marcada reducción del área sembrada y la producción de uno de los íconos productivos locales: el trigo.
Ello se debió a las permanentes trabas en el comercio, que bajo el concepto de "asegurar la mesa de los argentinos", sólo llevó a la incertidumbre en cuanto a los precios del cereal, e incluso en la posibilidad de colocar la mercadería.
En ese marco, se sigue sin atender nuestros principales clientes, en especial Brasil, quien por tercer año consecutivo deberá cubrir sus necesidades en orígenes "exóticos" como Estados Unidos, Canadá o Rusia, debido a la imposibilidad que su socio regional pueda asegurar su provisión.   
A los últimos récord de menor área sembrada de los últimos 110 años, y el saldo exportable más bajo de las 35 campañas pasadas, se suma ahora un nuevo logro. Es la primera vez en 25 años que en el mes de diciembre, salida masiva de la cosecha de trigo, no se registran embarques.
Se cargó hacia fines de año solo un buque (con enorme dificultades para la empresa exportadora), esperando en la zona varios más a fin de poder embarcar, con costos de estadía que superan los 10 a 15 mil dólares por día.
Prácticamente finalizada la cosecha y avanzado el mes de enero, no se han autorizado nuevos embarques y es factible que ante estas demoras, Brasil decida unilateralmente la suspensión del arancel externo común, lo cual de habilitarse nuevas exportaciones, se deberá competir con otros orígenes, perdiendo la protección regional negociada hace más de dos décadas en Mercosur.   
Todo ello se refleja en un mercado de trigo con muy pocas operaciones y con precios a la baja. Con una cosecha superior a la del ciclo anterior, las compras de la exportación hacia el cierre del 2013 solo alcanzan las 1.1 millones de toneladas, cuando a igual fecha del año pasado superaban las 4.7 millones de toneladas.
Es imprescindible una solución inmediata a este problema. Es necesario abrir urgentemente las exportaciones al menos de 2 a 3 millones de toneladas que es el saldo exportable estimado, no sólo para cumplir con los compromisos pendientes del año pasado sino para abastecer al menos por los próximos meses a nuestro principal cliente.
Recordemos que en el ciclo anterior se cancelaron embarques por 1.5 millones de toneladas, que los exportadores ya habían pagado los tributos correspondientes.
Ello genera un fuerte quebranto para el sector al que se suman los retrasos en el cobro del IVA – superando en algunos casos los 10 meses de demora-, los nuevos esquemas de control de cargas (draft survey) y una serie de costos adicionales que reducen  fuertemente la rentabilidad de toda la cadena.
Estas medidas, sumadas a la falta de definición en la política de otros granos (maíz) difícilmente permitan alcanzar nuevos récords productivos como los anunciados por el gobierno en los últimos días.
Por el contrario lo que se observa es una tendencia negativa en cuanto al área bajo siembra y un marcado estancamiento en la producción en torno a los 100 millones de toneladas.   
El otrora granero del mundo es un pálido reflejo de su vecino Brasil que se consolida año tras año como proveedor de materias primas y productos elaborados, marginando a nuestro país en forma constante.
Un dato: Brasil creció en solo cinco años 50 millones de toneladas la producción de granos, Argentina 0. ¿No estaremos fallando en algo?

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