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ECONOMÍA

¿Una receta contra la inflación?

Recientemente se anunció con bombos y platillos la continuación de la política de acuerdos para el congelamiento de precios por 60 días más.
En la historia argentina reciente hay un sinfín de episodios inflacionarios originados por desmanejos macroeconómicos, es decir: el gobierno gasta más de lo que ingresa en sus arcas. Para solucionar este problema emite billetes para poder financiar los gastos que debe afrontar.
La monetización de los déficits fiscales no es gratis, ya que trae sus consecuencias. Por un lado una puja distributiva entre asalariados y empresarios, donde los primeros pelean por incrementos salariales, ya que la pérdida de poder adquisitivo se profundiza a medida que se incrementa la inflación y los segundos ceden, generando una menor rentabilidad e incertidumbre con respecto a los precios futuros, obteniendo así una menor inversión.

Espiral precio-salario

Por otro lado, el incremento sostenido a lo largo del tiempo de los precios, no permite ahorrar por lo que todos aquellos que tienen algunos pesos, los consumen en bienes o servicios, generando un incremento adicional en la demanda de los productos. Así se llega a una situación de espiral precio-salario, donde los primeros presionan a los segundos y termina siendo una carrera donde uno no le gane al otro y todos los demás mirando cómo se desarrolla esa pelea sin un horizonte temporal certero con respecto al nivel de precios futuros.
Recientemente se supo que de un ranking de 187 países, la economía argentina sufrió la tercera mayor suba de precios del mundo detrás de Venezuela e Irán, alcanzando un 25%. En cambio otros países de la región, como Colombia (2,4%), Chile (2,6%), Perú (2,8%), Brasil (5,9%) y Uruguay (8,9%), se ubican en niveles bastante más bajos.

Un impuesto


La inflación es un impuesto regresivo, donde quienes tienen menos ingresos ven que se les quita el mismo porcentaje de capacidad de compra con respecto a quienes tienen mayores ingresos, pero el pequeño detalle es que los primeros tienen menos herramientas para evitarlo.
Desde el punto de vista de la teoría económica, el precio máximo lo implementa un gobierno porque cree que el precio del bien o servicio no es el justo según la oferta y demanda del mercado que establece ese precio.
Cuando el gobierno establece un precio máximo por debajo del precio del mercado, la cantidad demandada de ese bien será superior a la ofrecida, generando una escasez de ese bien. Algunas personas interesadas en consumir el bien no lo podrán hacer.
El mecanismo para racionar el bien escaso puede ser por sistema de colas, donde quienes estén dispuestos a destinar parte de su tiempo a hacer cola para consumirlo lo harán y otros no. Para aquellos que lo ofrecen, racionarán el bien debido a la gran demanda, generando un sesgo en favor de algunos compradores y en contra de otros, siendo la mayoría de las veces injusto.
El acuerdo de la Secretaría de Comercio con las principales cadenas de supermercados consiste en un congelamiento de precios de 500 productos que van desde los rubros de higiene personal, pasando por alimentación en general y finalizando en artículos de limpieza. Está más que claro que los bienes incluidos son necesarios y básicos, pero no se encuentran seleccionados aquellos productos relacionados con enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación, la piel u otra patología.
A la par de este tipo de acuerdo, se incrementan las denominadas segundas marcas. Las empresas, al no poder ofrecer sus productos en función de la demanda sino de acuerdo con una decisión gubernamental, crean los mismos productos con otra marca pero al precio de mercado. Así, quienes no consigan los productos congelados o no deseen realizar la cola, los podrán conseguir pero al precio que realmente valen.
La política de congelamiento de precios, también es en cierta medida regresiva, porque por cualquiera de los productos de esa lista, paga el mismo precio el gerente de una empresa multinacional que el cadete de la misma compañía.
Creo que aunque continúen hasta el infinito los acuerdos de precios, el problema con la inflación no se va a solucionar con parches de corto plazo. Se podrá disminuir su efecto regresivo en el corto plazo, pero en el largo plazo se deberá atacar el problema de fondo: la inflación.

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