OPINIÓN

La economía social también tuvo su década ganada

En la década de los noventa, Argentina perdió lo que le llevó décadas construir: industria nacional, mercado interno, pleno empleo, estabilidad laboral, seguridad social, ascenso social a través de la educación y el trabajo…entre otras tantas cosas.
La crisis a la que nos llevaron esas políticas dificultó el acceso al empleo tal como lo conocimos durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX. Las empresas quebraban, no vendían y no daban trabajo.
Fue allí cuando se visualizó cada vez con más fuerza la economía social. Aquel sector de la producción y de la actividad económica integrado por cooperativas, mutuales, emprendimientos asociativos y familiares, huertas comunitarias, ferias de emprendedores, clubes del trueque, asociaciones de producción, clubes, que en su cotidiano andar de producción, comercialización y consumo muestran que la lógica de la búsqueda de la máxima rentabilidad no es la única posible.
Esas experiencias muestran que se puede producir, distribuir y consumir persiguiendo otros fines además de los de la reproducción de la vida: los de la inclusión para reconstruir lazos, la cooperación como medio y fin, la distribución, la sustentabilidad, la no explotación, el cuidado del medio ambiente.
Hoy encontramos que esta forma de participar de la vida económica que ha demostrado viabilidad en la Argentina, es imprescindible de desarrollar visto el panorama internacional que se nos viene por delante.
Ante la crisis civilizatoria a la que el capitalismo llevó a la raza humana, urge la necesidad de reconocer y fomentar las formas de trabajo que centran su atención en la reproducción de la vida, donde lo importante es compartir la propiedad y la gestión, compartir equitativamente las tareas y responsabilidades, repartir las ganancias y superar la explotación y la dominación de unos sobre otros.
Ante esta necesidad imperiosa de la raza humana cobra mayor importancia el apoyo a la economía social que en Argentina está vigente desde 2003. En el marco de la recuperación económica, y con la decisión del Estado de intervenir en estos asuntos partiendo de la experiencia de las organizaciones sociales, comenzaron a aparecer políticas de los ministerios de Desarrollo Social y Trabajo y Seguridad Social de la Nación de apoyo a este sector de emprendedores.
Manos a la obra, herramientas por trabajo, talleres familiares, programa redes, Ley Nacional de Microcrédito, monotributo social, Ley Alas, Programa Argentina Trabaja, Argentina Compra, Programa de Empleo Independiente, tutorías para emprendimientos productivos, reconversión de planes sociales en emprendimientos productivos, apoyo a la comercialización de la economía social, Marca colectiva y otros programas, son algunos ejemplos de la voluntad del Estado de intervenir en la economía y  favorecer a este sector de emprendedores y entidades que en su andar van construyendo otra economía: una humana, que piense en el otro y en el medio ambiente.
Por eso es importante que el Estado y las organizaciones sigamos apoyando al sector, pero también es importante que los consumidores compren esos productos y que vean que dos productos no se comparan solo por el precio, sino por su origen, por sus características de elaboración, por la historia de sus productores y por el destino del dinero que uno paga.
El clima pro economía social avanza en Argentina.
En Junín hay pequeños emprendedores que le han vendido producción al Ministerio de Desarrollo Social y la indumentaria para agentes públicos es comprada a cooperativas textiles de la zona, con eso se logra distribuir más el gasto y la inversión social.. El predio ferroviario está siendo puesto en valor por cooperativas de trabajo y esa iniciativa fue la mejor alternativa ante el proyecto de especulación inmobiliaria.
Inclusive se está discutiendo un proyecto de ley de Economía Social para crear un marco normativo favorable y que impulse otra economía, una economía del trabajo y no del lucro. Nosotros adherimos ideológicamente a esto.
Otro avance a favor de la economía social fue la modificación de la Ley de concursos quiebras que instrumenta legalmente la posibilidad de que los trabajadores organizados en cooperativas puedan continuar con la explotación de una empresa en crisis. Concretamente la norma obliga al juez y al síndico de la quiebra a considerar toda propuesta de los trabajadores antes de decretar el remate y la venta de los bienes.
La decisión de destinar $ 420 millones para la creación del programa SUMA 70, para subsidiar a las obras sociales que atiendan a jubilados;  el lanzamiento de un fondo de incentivo a las obras sociales que prestan cobertura efectiva a monotributistas, monotributistas sociales  y  trabajadores de casas particulares; y el incremento  en un 20% del monto del Subsidio de Mitigación de Asimetrías, que compensa a las obras sociales más pequeñas que actúan bajo el principio de la solidaridad, también es parte de esta década ganada para la economía social.
Claro que falta…porque el vaso está medio lleno y medio vacío. La aprobación del proyecto de ley de  servicios financieros que prevé que un 2% de los fondos prestables de los bancos sean destinados a microemprendimientos, aún está pendiente. Falta que los consumidores nos organicemos, nos capacitemos, nos hagamos preguntas frente a las góndolas de los supermercados, falta que hagamos mas consumo fuera de esas grandes bocas y que nos preguntemos ¿de qué lado estamos cuando consumimos? También es parte de la década ganada que Desarrollo Local Sustentable no sea la única organización de microcréditos en Junín, somos varias y todas actuando bajo una lógica que no prioriza nuestra rentabilidad financiera, sino la posibilidad de apoyar un sector a favor de su autonomía.
Somos sí la más antigua, tenemos diez años trabajando en esto y vemos como el sector se ha ido consolidando y hoy vemos el clima propicio para proponer más cambios con un sentido de inclusión. Sin duda el vaso está medio lleno y medio vacío, falta…pero lo que falta lo encontraremos siguiendo este rumbo.

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