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ECONOMÍA

¿Impuesto a las ganancias o qué…?

Hace algunos días se conoció la noticia sobre los cambios en el impuesto a las ganancias. Luego del resultado adverso de las PASO en los distritos electorales más importantes del país, el Gobierno nacional decidió elevar los mínimos no imponibles para los trabajadores en relación de dependencia.
El impuesto a las ganancias grava los ingresos netos de los empleados en relación de dependencia, jubilados y pensionados. Se considera que a los ingresos que se obtienen, mediante la aplicación de distintas deducciones, se obtienen los ingresos netos. A partir de aquí es que se aplica el impuesto de acuerdo a distintas escalas de ingreso y alícuotas progresivas
Si nos remontamos al origen del impuesto a las ganancias en Argentina, fue por la década de los años 30. En 1933, el presidente Agustín Justo implementó el Impuesto a los Réditos y luego, en 1973, el presidente Perón le cambió el nombre y pasó a llamarse impuesto a las ganancias, como se lo conoce en la actualidad.

Rebeliones

Hubo momentos históricos que fueron determinados por decisiones unilaterales de los gobiernos de turno, hablando de temas impositivos y económicos. La respuesta de sus ciudadanos fue en forma de rebelión fiscal. Uno de esos momentos fue por 1773 en Boston, Estados Unidos. Allí se produjo el conocido Motín del Té cuando los colonos tiraron al mar todo un cargamento de té en protesta por el nuevo impuesto que había implementando Inglaterra, dando lugar a los primeros pasos de la independencia de Estados Unidos. Este impuesto tenía sus antecedentes en el Stamp Act (1765) y el Townshend Act (1767) que imponían nuevos gravámenes a los colonos sin consultarlos.
Algo más cercano surgió por estas pampas, en el año 2008, con el voto no positivo del ex vicepresidente Julio Cleto Cobos que descomprimió la tensa situación política y social que se había generado por la intención del Gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de implementar un nuevo sistema de retenciones móviles a las exportaciones de cuatro productos y sus derivados: soja, girasol, maíz y trigo (Resolución 125/08).
Un sistema tributario es progresivo cuando el peso de la recaudación descansa en porcentajes crecientes en impuestos que pagan los sectores de mayor capacidad contributiva en la pirámide de ingresos del país. Por esto, el impuesto a las ganancias es considerado un impuesto progresivo, porque se aplica a escalas de ingresos y con alícuotas progresivas. En cambio el Impuesto al Valor Agregado (IVA) aplica una tasa impositiva uniforme sin considerar el nivel de ingreso del contribuyente.
La estructura tributaria argentina es de base regresiva debido a que predominan los impuestos indirectos, los cuales son más fáciles de recaudar y de implementar pero generan distorsiones muy importantes.
Un sistema tributario es progresivo cuando el peso de la recaudación descansa en porcentajes crecientes en impuestos que pagan los sectores de mayor capacidad contributiva
El caso más paradigmático de la regresividad en el sistema tributario argentino se refleja en el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Este impuesto aplica una tasa impositiva uniforme al contribuyente. Su recaudación financia gran parte de los gastos del Estado nacional como salud, educación universitaria, justicia, seguridad, entre otras cosas. El IVA lo debe afrontar de la misma manera el gerente de una empresa multinacional como un empleado raso de la misma empresa al momento de comprar, por ejemplo, leche o cigarrillos.

El camino más fácil

Muchas voces pregonan sobre la elevada presión tributaria vigente. Está claro que es más fácil crear impuestos para poseer más recursos que administrar los recursos vigentes de una manera más eficiente.
La modificación propuesta al impuesto a las ganancias fue realizada por decreto, lo que permite que el Poder Ejecutivo de turno arbitre discrecionalmente este impuesto, ya sea para incrementarlo o para reducirlo.
Distinto sería si se hiciera por ley, Congreso Nacional mediante, donde se podría establecer algún artículo que comprenda una revisión periódica o una variación automática de acuerdo a ciertos valores macroeconómicos. El paso siguiente sería discutir qué valores de la realidad económica se toman y de dónde, aunque eso sería otra discusión.
Creo que es algo positivo elevar los niveles a partir de los cuales el impuesto a las ganancias hace su “trabajo”, pero espero que no sea sólo una medida electoralista, sino el comienzo de uno o varios temas de agenda económica en los cuales se debería comenzar a trabajar y no perder tiempo en discusiones banales.

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