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El cerebro, para entrenar y potenciar

Mientras que los animales nacen con pautas de conducta preestablecidas y genéticamente programadas, el ser humano, si bien comparte estas conductas reflejas que le permiten sobrevivir en los primeros tramos de la vida, desarrollan paulatinamente a través del aprendizaje formas de respuesta más adecuadas para las exigencias que le demanda el entorno cultural en el cual está inmerso.
Es aquí donde surgen dos términos que en muchas circunstancias son considerados como similares o “sinónimos”, pero que desde el punto de vista estrictamente neurocientífico son totalmente diferentes. Estos términos son la conducta y el comportamiento.

Conducta y comportamiento

La conducta es el resultado de la actividad funcional de un sector determinado del cerebro mientras que el comportamiento depende del procesamiento más complejo o sistémico donde intervienen múltiples estructuras del sistema nervioso central. Es por ello que se acepta que los procesos cognitivos que resultan del aprendizaje se distribuyen en la corteza cerebral como un todo en forma graduada y continua en lugar de modulada y compendiada como ocurre en las respuestas innatas, que son características de la especie y por ende no son aprendidas.
Teniendo en cuenta estas diferencias, el aprendizaje constituye el proceso básico que permite la constitución psíquica del ser humano a lo largo de toda su existencia, de tal manera que aprender significa poder adquirir determinados comportamientos que le permiten a cada persona insertarse en la sociedad y adaptarse a los cambios culturales que constantemente le impone la evolución cultural. En tal sentido, Max Scheler expresó… “El hombre es el único animal que es capaz de decirle no a la naturaleza o medio natural…”

Aprendizaje y comportamiento

El ser humano nace con inmensas posibilidades de adaptación por su estructura cerebral que se irá modelando a medida que se enfrente a las diferentes necesidades a las cuales se exponga. Y esa fascinante propiedad se conoce con el nombre de plasticidad neuronal o cerebral. Nuestro cerebro está preparado para cambiar y reconfigurarse constantemente con el objeto de adaptarse al entorno, y con ello, se van adquiriendo nuevas pautas de comportamiento que son el resultado del proceso de aprendizaje.
El neurocientífico y profesor emérito de la Universidad de California Michael M. Merzenich sostiene que el cerebro está diseñado para cambiar y “…nos confiere la capacidad de hacer cosas mañana que no podíamos hacer hoy…” Por su parte, la neurocientífica Sarah Blakemore, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Londres, afirma que el cerebro “…no es estático, sino que responde a los cambios y a nuevos aprendizajes durante toda la vida…”

Todo está en el cerebro

Manuel Martín-Loeches, de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que “…tanto lo bueno como lo malo, los esplendores y las miserias del ser humano están en el cerebro, como así también las claves para poder elegir entre ser feliz, amar y ser sabio, o infeliz, solitario e ignorante…” El problema estriba en que venimos al mundo con automatismos resultado de la evolución y de la selección natural, que fueron constituyendo formas de actuar adecuadas en tiempos pasados. Sin embargo, con el devenir y los cambios culturales de las sociedades, a través de la educación las pautas de comportamiento, fueron cambiando de acuerdo a las necesidades y exigencias de los tiempos modernos.
El aprendizaje incluye todas las múltiples experiencias que se hayan podido adquirir a lo largo de la vida y juegan un rol tan relevante en el resultado final, por lo cual se le debe otorgar la importancia y el cuidado para lograr el desarrollo individual de los seres humanos.
Entender estos aspectos por parte de los padres y de los docentes nos permitirá lograr una educación con resultados altamente satisfactorios y esta es la clave por la que es necesario capacitarlos en el conocimiento del funcionamiento del cerebro durante el proceso de enseñanza-aprendizaje.
El cerebro humano es el único con capacidad de abstracción, capaz de asimilar que hay un pasado, un presente y, sobre todo, un futuro incierto. Gracias a eso, a reconocer las emociones, a nuestro nivel de autoconciencia y al miedo que juegan un importante papel, somos los únicos seres vivos que podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? y ¿hacia dónde vamos?
Cuánto más conozcamos sobre el funcionamiento del cerebro, desde los automatismos con los que llegamos a la vida hasta gran flexibilidad o neuroplasticidad que permite el cambio paulatino, y por consecuencia el aprendizaje, mayores serán las probabilidades de lograr ser útiles como integrantes de la sociedad.
Para tener una idea de la complejidad de nuestro cerebro tengamos en cuenta que un superordenador se encuentra formado por alrededor de ocho mil microchips y que cada uno de estos remeda la función de una neurona, es decir, de un sector prácticamente microscópico del conjunto de las 100 mil millones de neuronas que posee nuestro sistema nervioso central.
El aprendizaje no es simplemente la adquisición de información a través de los sentidos; el aprendizaje es la transformación de la información en conocimiento y esto no depende sólo de las neuronas sino de las conexiones o sinapsis que se establecen entre las mismas. Mientras las neuronas se mantienen más o menos estables en número, las sinapsis cambian como consecuencia de la experiencia y esta propiedad del cerebro se mantiene a través de la vida del individuo, lo que le permite aprender día a día nuevas pautas de comportamiento.

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