OPINIÓN

Sementales, boxeadores, clones y whiskys

Hace algunos días fue noticia "Don Marcelino", el primer toro que ingresó a la Exposición de Palermo. Sin embargo, mucho tendrá que "remar" este Angus para entrar en el panteón de los grandes toros de la historia nacional: Tarquino, Firpo, Suárez, Torino, Ciruelo, Pampero y Cleto.
Aunque la expresión "fuerte como un toro" proviene de la cultura taurina española fue rápidamente adoptada en nuestro país por la misma pasión que profesamos los argentinos por los toros, claro que no por las "corridas" sino por la parrilla. Y nuestra  historia está plagada, como no podía ser de otra forma, por "toros famosos".
De hecho, uno de ellos, "Tarquino", fue el que inició el desarrollo de la ganadería "moderna".
Si bien la producción de carne vacuna comenzó con los primeros animales introducidos en el siglo XVI por Juan Ortiz de Zárate y Juan de Garay -cuando fundó las ciudades de Santa Fe y Buenos Aires, dando origen al ganado bovino criollo-, la llegada del primer toro "Durham" (Shorthorn), hacia 1826, marcó el punto de partida para una de las actividades más emblemáticas de la Argentina.
"Tarquino", proveniente de Gran Bretaña, de pelaje colorado con algo de blanco, pasaría a la historia acompañado por sus pares "Virtuoso" y "Niágara" -los primeros reproductores de las razas Aberdeen Angus y Hereford- en la etiqueta del whisky "The  Breeder’s Choice" (Criadores).
La descendencia de este toro –que seguramente vivió feliz con su mandato hedonista de poblar las pampas- se hizo célebre en la provincia de Buenos Aires, donde durante medio siglo fueron conocidas como "tarquinos" o "talquinos" las haciendas vacunas que procedían de cruzas con su sangre.
El avance de la ganadería fue tan notable y renombrado, que cuando el boxeador Luis Angel Firpo inició su descollante carrera internacional, la prensa de Estados Unidos no dudó en bautizarlo "El toro salvaje de las pampas".
Firpo protagonizó en 1923 la denominada "pelea del siglo", enfrentando en Estados Unidos a Jack Dempsey –uno de los mayores boxeadores de la historia- ante 80.000 espectadores por el título mundial de los pesados.
Al final del primer round, en el que Depmsey lo había derribado varias veces, una certera trompada del "toro salvaje de las pampas" arrojó al estadounidense fuera del ring.
Años después, y ya retirado del boxeo, casi con el destino marcado a fuego por su mote deportivo, Firpo se dedicó a la ganadería. Fue propietario de varias estancias, como "Los Amigos" (Junín), "Sin Tregua" y "Sin Descanso" (Carlos Casares), "La Marión" (en Ameghino) y "La Milanesa" (Luján).   
Firpo no fue el único "toro" entre los boxeadores argentinos. Su contemporáneo Justo Suárez se convirtió en los albores de la década del ‘30 en el mayor ídolo del deporte argentino. A los 10 años ya era profesional, lo que le permitía ganarse algunos pesos  extras peleando en festivales en cualquier punto de Buenos Aires.
En una de estas reuniones celebrada en la calle Florida, Suárez recibió el mote que lo marcaría para toda la eternidad: "Torito de Mataderos".
En 1930 el popular cantor de tangos Charlo grabó "Muñeco al suelo", dedicado a Justo Suárez. El boxeador fue protagonista de "Torito", uno de los relatos más famosos de Julio Cortázar. En 1994, en el disco Pampas Reggae de Los Pericos, se le hace  homenaje con el tema "Torito". En 2001 se estrenó una película llamada "I love you... Torito", que relata la vida de Justo Suárez, quien fue campeón argentino y murió a los 29 años.     
Una calle de Mataderos y una plazoleta llevan su nombre. Además, un busto lo recuerda en la esquina de Alberdi y Murguiondo.
Pero los toros famosos argentinos no terminan con Tarquino, Justo Suárez y Luis Angel Firpo.  
En 1966 se comenzó a fabricar en nuestro país uno de los automóviles más emblemáticos: el Torino que, rápidamente, fue bautizado como "toro".
El Torino se produjo hasta enero 1982, con casi 100.000 unidades vendidas. Cuando el "toro" llegó a las calles, cada argentino consumía casi 80 kilos de carne vacuna por año. Cuando se dejó de fabricar, 72.
Más cerca en el tiempo, y por motivos muy distintos, otro toro Shorthorn ganó las tapas de los diarios. Fue en 2008, el año del enfrentamiento entre el campo y el gobierno nacional.    
El protagonista de la historia fue el toro "Cleto", el primero en arribar a la Exposición Rural de Palermo de ese año. Una situación común, un nombre vulgar, un toro más, si no fuera porque días antes el Vicepresidente de la Nación, Julio César "Cleto" Cobos, había desempatado en el Senado la votación del proyecto de retenciones móviles en contra del Poder Ejecutivo Nacional y a favor del campo.
Así, el toro "Cleto", ajeno por cuestiones bestiales al mundo de la política, fue protagonista por esos días de una catarata de ironías y mensajes solapados que el campo le lanzaba al gobierno.   
Ese año, el 2008, permitió avizorar el inicio de la debacle de la ganadería nacional, con una gran faena –más de 14 millones de animales- y un alto consumo por habitante –casi 70 kilogramos- que se sostuvieron mediante restricciones del gobierno a las  exportaciones de carne, una gran liquidación de vientres y el inicio de la caída del stock.
La ciencia vernácula se encargó de perpetuar la lista de toros famosos. En 2004 nació "Pampero", el primer "toro transgénico" del mundo –hijo de la vaca clonada "Pampa Mansa"- que, con fines farmacéuticos, llevaba en sus células el gen de la Hormona de Crecimiento Humana.    
En 2009, con fines más "parrilleros", se logró en el país la primera clonación de un macho campeón de la raza Brangus. El proyecto se llevó adelante a partir de muestras de células de la oreja del toro "Ciruelo", según señalaron los investigadores de la universidad de San Martín y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina (Conicet).   
Pioneros, deportistas, clonados, transgénicos o "de fierro", los toros son protagonistas centrales de la historia argentina, que cambió oportunamente toreros por parrilleros y corridas por asados.
¡Qué salga el toro!


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