Víctima de los poderosos

Evo Morales, primer jefe de Estado de origen aymara de Bolivia, sigue contando con un fuerte apoyo popular después de siete años en el poder teniendo como estandarte al nacionalismo indígena.
   En contraste con la imagen de un hombre medio perdido vagando en mangas de camisa por un aeropuerto europeo el martes, donde permaneció retenido contra su voluntad, Morales regresó como un héroe a La Paz, donde se le recibió de forma triunfal tras 13 horas de forzosa escala y 17 horas de vuelo, en respuesta a la humillación que sintió el país.
   Con pétalos en el cabello y collar de flores sobre una chaqueta negra un Morales de aspecto cansado denunció desde la gélida pista del aeropuerto de El Alto, a más de 4.000 metros de altitud, "la provocación" y "el desprecio" hacia su cargo "su país y "todo un continente".
   Ese mismo día, cinco horas más tarde, cinco presidentes, sus aliados de la izquierda radical en la región, viajarían hacia Bolivia para manifestarle su indignación y solidaridad.
   La historia personal de Evo Morales, pastor de llamas en el altiplano andino en su infancia y luego trompetista antes de devenir en cocalero y sindicalista, muestra hasta qué punto el presidente boliviano supo salir adelante en medio de la adversidad.
   Según un 60% de los pobladores de origen indígena de Bolivia, uno de los países más pobres de América Latina, "Evo" es ante todo "uno de ellos".

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