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La sinrazón del neopopulismo

El populismo puede ser simbolizado por la mitológica Hidra de Lerna, un monstruo acuático con forma de serpiente gigante, que tenía muchas cabezas, que a medida que le eran cortadas volvían a crecer. Algo similar sucede con el populismo que es un flagelo que se renueva constantemente, resistiendo así a todos los esfuerzos que se realizan para erradicarlo.
El populismo es una forma de ejercicio del poder que reúne ciertas características, algunas mas importantes otras menos, pero lo que tal vez mas lo caracteriza, es que el gobierno está dirigido por un líder, que es concebido como alguien con cualidades superiores, que autoritariamente ejerce el poder, seduciendo y dirigiendo a las masas hacia el destino que él ha impuesto. El poder lo ejerce hegemónicamente y no tiene otro límite que su propia voluntad, él es el árbitro por sobre la ley y las instituciones, y considera que los poderes legislativo y judicial deben estar subordinados al poder ejecutivo. También considera subordinados al poder central a las autoridades distritales del país, gobernadores, intendentes, etc. Construye su poder apelando al pueblo, y tiene generalmente su mayor apoyo en las clases mas humildes, aunque también alienta la formación de una burguesía  adicta.
Siempre tiene una visión maniqueísta de la sociedad, que está divida entre los probos, que son el líder y sus seguidores, por una parte, y los enemigos del pueblo por la otra. Esta circunstancia lleva a sus militantes a un fundamentalismo o fanatismo cuasi religioso.
Pretende fundamentar su acción de gobierno, paternalista o clientelista, con una pseudo doctrina o mística redentora. El populismo desprecia a los partidos políticos, ya que se siente parte de algo superior, un movimiento social y político de masas, que puede contener a todos. Por tal motivo, atenta permanentemente contra el sistema de partidos políticos.
Lo que sostiene popularmente al líder, es lo que llaman el “movimiento”, que son diferentes grupos, que pueden tener distintas ideologías, objetivos e intereses, pero cuya afinidad mas elocuente es la lealtad a quien los conduce. Estructuran legalmente un partido político, pero sólo como una herramienta electoral, que luego de los comicios dejan de utilizar hasta la próxima contienda.
La verdad les pertenece sólo a ellos, y construyen un “relato” simple y atractivo, desfigurando la realidad, el que recitan y publicitan, y sus seguidores lo aceptan sin condicionamientos.
Ese sentido de infalibilidad del líder, el autoritarismo con que ejerce el poder, y su falta de límites, lleva inexorablemente al gobierno a creer en la total impunidad de sus dirigentes, y por consiguiente a las prácticas corruptas.
Levanta la bandera del combate a la pobreza, apelando al asistencialismo, como método para ganar elecciones, lo que lejos de liberar a los mas humildes los convierte en su clientela política, y los hace así, totalmente dependientes del poder, utilizando para ello inescrupulosamente, los dineros públicos.  
El populismo en su discurso, alimenta la autarquía económica y el patriotismo, y como consecuencia de la visión dualista que tiene de la sociedad, siempre aparece la presencia del enemigo, que si no existe, se lo inventa y se mitifica su negatividad.
En la concepción clásica del populismo, los fracasos del gobierno siempre se atribuyen a otro, si es posible al enemigo. Se le inculca a los seguidores, que se les debe siempre algo que merecen y se les ha negado, que tienen derechos, pero nunca se les recuerdan sus obligaciones.
Como podemos apreciar, si bien en un gobierno de esta especie, no se dan todos los elementos detallados en todos los casos y en todo momento, algunos resultan imprescindibles, y otros no tanto, pero cuantos mas encontremos, mas o menos populista será ese gobierno.   
Sin haber intentado agotar la enumeración de las características, podemos señalar que a diferencia de la democracia republicana, representativa y federal, que se basa en el diálogo y el consenso, como elementos estructurales de gobierno, el populismo considera que el pueblo tiene una naturaleza épica, por ello, su norte es la confrontación, la lucha continua, la batalla contra el enemigo.
En las democracias pluralistas, los conflictos sociales o políticos, son arbitrados por los gobiernos, mientras que en los sistemas populistas, el líder decide “arbitrariamente” siempre a favor de los intereses facciosos que representa.
En definitiva, el populismo es un sistema autoritario, intolerante, hegemónico, contra institucional y enemigo del pluralismo democrático.  
En estos tiempos han aparecido algunos escritores que se dedican a la construcción del elogio al populismo. Al populismo clásico le han agregado algunas características adicionales.
Posiblemente inspirados por el pensador marxista Gramsci, entienden que el poder está dado fundamentalmente por la “hegemonía” cultural, que se ejerce a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y los medios de comunicación. Pero lo que mas destaca desde su perspectiva este autor, es que para la toma del poder por el proletariado, debe tenerse prioritariamente en cuenta que la clase dominante ejerce el poder no solo por la coacción, sino que logra imponer su visión, su ideología, y su moral, que llevan a las clases dominadas al reconocimiento de su dominación.
El neopopulismo, incorpora estas ideas para concretar su pretensión hegemónica del poder, para imponer el dominio sobre sus adversarios, resulta necesaria no solo la fuerza, sino también el consenso, o sea, la voluntaria aceptación de la dominación. Por ello, entienden que la dominación se logra mediante el consenso y la coerción.
En consecuencia, es imprescindible no solo imponerse por el miedo y la fuerza, es necesario también lograr el consenso de los gobernados. Para lograr ese consenso se necesita librar la batalla cultural. Los dominados lograrán su propia hegemonía cuando ganen la batalla intelectual.
Por eso, para el neopopulismo resulta imprescindible para la “liberación”, dominar la estructura educativa y los medios de comunicación, y ahí está la madre de las batallas que deben librar. En este sentido cobra una importancia preponderante el aparato propagandístico que arman a esos efectos.
Pero la reforma cultural no puede estar escindida de un programa de reforma económica, pues sería muy difícil lograr aquél sin éste, y así el neopopulismo ha introducido la figura del ciudadano-consumidor. Paradójicamente el sustento económico del neopopulismo es la sociedad de consumo.
A modo de conclusión podemos decir que el neopopulismo no se aparta demasiado de las características del populismo clásico (bonapartismo o cesarismo), sólo lo complementa, y pretende perfeccionarlo, pero como en éste, la sinrazón del neopopulismo es que a través del relato se instala la idea de que quien detenta el poder y ejerce el gobierno es el pueblo, cuya cabeza son los sectores de la sociedad mas necesitados, cuando en realidad quien manda en forma absoluta es el líder y el pequeño grupo de cortesanos que lo rodean y adulan.