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Europaradolandia

Si los 26 millones parados que tiene hoy la Unión Europea declararan la independencia, ese hipotético estado sería el sexto miembro de Europa.

Celebramos el día de Europa bajo dos sombras. La primera es la severísima situación de desempleo, precariedad, estancamiento económico y recortes en el Estado del Bienestar que sufren millones de europeos como consecuencia de la crisis. Las magnitudes son impresionantes: si los 26 millones parados que tiene hoy la Unión Europea declararan la independencia, ese hipotético estado, Europaradolandia, sería nada menos que el sexto miembro de la UE, por detrás de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España y Polonia.
¿Qué país mejor que España para ilustrar el drama que vive Europa? Hay hoy más españoles en paro que ciudadanos daneses en total (5,5 millones), eslovacos (5,4), finlandeses (5,3), irlandeses (4,5), lituanos (3,3) letones (2,3), eslovenos (2,2) estonios (1,3) o que chipriotas, luxemburgueses y malteses juntos (1,7). Si los 6,2 millones de parados españoles decidieran marcharse de España y fundar su propio Estado, en la UE habría nada menos que 11 países con menor población que esta hipotética “República Independiente del INEM” formada sólo por desempleados españoles. Claro que mientras que todos esos parados españoles carecen de una voz política propia que puedan articular institucional o políticamente, esos 11 Estados de la UE tienen un Comisario, se sientan en el Consejo Europeo y pueden bloquear la reforma de los Tratados.
De acuerdo, esa analogía resulta algo forzada, pero nos da una idea aproximada de la magnitud del problema que tiene la UE, de la poca conciencia que parece tener acerca de su absoluta centralidad y de cómo y por qué afecta tan decisivamente a su legitimidad e imagen ante los ciudadanos. La construcción europea se ha legitimado tradicionalmente por los resultados mucho más que por los procedimientos o las identidades compartidas así que a nadie puede sorprender que en ausencia tan clamorosa de resultados, ante unos procedimientos tan discutibles desde el punto de vista democrático, y en vista del resurgimiento de xenofobias y populismos, la legitimidad de la UE ande por los suelos y la desconfianza por las nubes. Prueba de esa disociación entre Europa y los estados es que mientras las instituciones europeas celebran formalmente el día de Europa con multitud de actos, en España el 9 de mayo ha quedado marcado como el día en el que el Gobierno de Zapatero, desbordado por las presiones de los mercados y sus socios europeos, se vio obligado a introducir reformas sustanciales en los mercados de trabajo y sistema de pensiones. Una funesta pero inevitable asociación.
Vistos los resultados de las últimas elecciones nacionales, desde el Reino Unido a Italia o Francia, donde la desafección con Europa ha jugado un importante papel, las próximas elecciones europeas preocupan, y mucho. Por un lado, esas elecciones se dirimirán mediante un sistema electoral proporcional que permitirá reflejar con bastante exactitud el mapa del descontento existente en Europa. Por otro, al ser elecciones de “segundo orden” (donde no se elige gobierno), los votantes suelen utilizarlas para mandar mensajes de aviso o correctivos a sus partidos políticos, en el Gobierno o en la oposición. La conjugación de estos tres elementos (desafección, sistema electoral y voto estratégico) nos sitúa ante la tormenta perfecta: justo cuando más vamos a necesitar un Parlamento Europeo que represente la voz democrática y las aspiraciones de bienestar de los europeos nos arriesgamos a encontrarnos una institución llena de eurófobos que la desprestigien y alejen aún más de los ciudadanos. “Un Parlamento Europeo que se odie a sí mismo”, como se ha señalado con pesar, es lo que nos faltaba.
Con la distribución actual de escaños en el Parlamento Europeo, que en la actualidad cuenta con 756 eurodiputados, si los 26 de millones de parados europeos votaran juntos, a ese hipotético Partido de los Desempleados le correspondería entre 44 y 46 escaños en el Parlamento, de los cuales, unos 12 ó 13 serían españoles, lo que les convertiría en una fuerza política de mucho relieve y visibilidad. Con los medios tecnológicos de los que disponemos en la actualidad no sería tan difícil poner en marcha una página web donde cada desempleado europeo pudiera subir una foto y una pequeña historia personal de tal manera que se hiciera un collage del mapa de Europa con 26 millones de fotografías. Ese collage serviría quizá de recordatorio del hecho de que, como dejara dicho Abraham Lincoln en su discurso de Gettysburg, la democracia es el gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Europa es una unión de Estados, sí, pero no olvidemos, también de ciudadanos, 26 millones de los cuales están en paro.

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