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OPINIÓN

El abuso y el maltrato en la vejez

En una reunión mantenida hace meses atrás, en el marco de conmemorarse el “Día internacional de la toma de conciencia del abuso y el maltrato en la vejez”, alguien me refirió que le molestaba las efemérides porque pareciera que los políticos, los funcionarios, los profesionales o si se quiere la sociedad como colectivo, se acuerdan una vez al año del derecho de las mujeres, de los discapacitados, entre otros.
Desde ya que tengo la convicción de que desde el Estado se debe trabajar a diario por las personas más vulnerables, a fin de que puedan acceder a mejorar sus condiciones de vida, y en lo que respecta a las personas de la tercera edad, desde la dirección de Tercera Edad a mi cargo nos hemos propuesto como objetivo principal promover la inclusión social de los adultos mayores, garantizando el cumplimiento de sus derechos; como también la realización de acciones permanentes a fin de atender las necesidades de nuestros abuelos.  
Por otra parte, días atrás se dio a conocer una encuesta efectuada a personas de la tercera edad, la que arrojó que un 57% de los encuestados refirió que en los bancos es donde sufre más esperas y largas filas.
Este dato claramente es real y es una situación que se vive a diario. Pero que sea así no significa que debamos naturalizarlo, acostumbrarnos o aceptarlo, esta situación fue abordada en un encuentro efectuado con Centros de Jubilados del Partido de Junín, en la que se resolvió efectuar una presentación a una importante entidad bancaria, en la que se expresó la situación que viven los jubilados cuando acuden al banco a cobrar sus haberes jubilatorios.
Si bien desde esa entidad financiera se han tomado medidas para resolver el problema, según los vecinos no resultaron suficientes, en razón de que siguen haciendo largas filas y esperando alrededor de dos horas cada vez que concurren al banco. Para esto, se solicitó una reunión con el gerente del establecimiento crediticio.

Capacitación

Me interesa además agregar que tanto las personas de la tercera edad como sus familiares deben tener también presente la relevancia de la capacitación en las personas que se dedican al cuidado domiciliario o bien que cumplen funciones en pensiones, ya que la capacitación proporciona herramientas para una tarea tan relevante como es el cuidado de personas con cierto grado de fragilidad o dependencia, si bien puede suceder que hay quienes se dedican a esto con mucho esmero y amor, en mi opinión sería óptimo que también en esos casos se cuente con ciertas nociones que hagan que la atención brindada impacte positivamente en la salud y calidad de vida de la persona asistida.
Cabe decir que lamentablemente desde nuestra área de trabajo también tomamos conocimiento de maltrato o situaciones de abuso que experimentan los ancianos en este tipo de instituciones; con esto no quiero alarmar, simplemente que los familiares tengan una fuerte presencia en estos establecimientos, no sólo para velar por el cuidado del anciano sino porque es muy importante que la persona sostenga un lazo afectivo.
Como contrapartida, hay familiares que conciben a los geriátricos o pensiones como depósitos de “viejos”, en cuanto a esto quiero precisar que la institucionalización debe ser el último recurso al que acudir, puesto que mientras la persona pueda mantener cierto grado de autonomía, sin importar su edad, se recomienda la permanencia en su hogar y para el caso que su estado psicofísico lo requiera, se procederá a su institucionalización con el consentimiento del mismo, puesto que no por viejo pierden su condición de ser sujetos titulares de derechos.  

Sociedad más longeva

Por último, me interesa manifestar que como sociedad hemos logrado que los desarrollos científicos, tecnológicos, biomédicos, educativos y sociales hayan contribuido a que las personas vivamos más tiempo.  
Sin embargo, este envejecimiento de la población se está convirtiendo en uno de los desafíos más importantes no sólo para la investigación, docencia y práctica biomédica, sino también para el Estado y la sociedad civil, y con respecto a estos dos actores entiendo que de manera articulada debemos trabajar en hacer posible una vejez positiva; por la que el adulto mayor reciba una merecida asistencia y la oportunidad de seguir inserto en la sociedad
La vejez sólo es una etapa más del ciclo vital y está claro que puede ser vivida positivamente, satisfactoriamente, gracias a la calidad de los contactos sociales y nuestro permanente desarrollo como individuo adulto.



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