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¿Está Estados Unidos en decadencia?

El Siglo Norteamericano ha muerto. Que viva el próximo Siglo Norteamericano.

El subtexto del debate político, en la actualidad, es que Estados Unidos está en decadencia, una propuesta a menudo descripta como una verdad manifiesta. La economía carece de dinamismo; el desempleo cercano al 8 por ciento permanece a niveles de la recesión. El presidente y sus críticos republicanos apenas si se hablan; la paralización parece eterna. Pero ¿qué si Estados Unidos no está en decadencia? Una poderosa refutación viene de un lugar poco probable: Wall Street. 

En un informe a sus clientes, analistas de Goldman Sachs sostienen que Estados Unidos aún tiene la economía más fuerte del mundo -y que la tendrá durante años-. Hay una creciente “conciencia de las ventajas económicas, institucionales, de capital humano y geopolíticas esenciales de las que goza Estados Unidos comparado con otras economías,” sostienen los analistas de Goldman’s. 


Datos y pruebas 


Como prueba de ello, despliegan voluminosos datos. Para comenzar, la economía norteamericana es aún la mayor del mundo, de lejos. El producto bruto interno (PBI) es casi de 16 billones de dólares, “casi el doble de la segunda economía mayor (China), 2,5 veces la tercera (Japón).” El PBI per capita es de unos 50.000 dólares; aunque esa cifra es mayor en otros 10 países, la mayoría de ellos son pequeños -digamos, Luxemburgo-. El mercado norteamericano a causa de su tamaño es un lugar atractivo para invertir. 

Después están los recursos naturales. En un mundo hambriento de alimentos y energía, Estados Unidos es abundante en ambas cosas. Su tierra arable es cinco veces la de China y casi dos, la de Brasil. Los avances en el “fracturamiento hidráulico” y las perforaciones horizontales han abierto vastas reservas de gas natural y petróleo, cuya explotación, hasta hace poco, parecía demasiado costosa. La Agencia Internacional de Energía predice que Estados Unidos se convertirá en el mayor productor de petróleo -aunque temporalmente- para 2020. 

A su vez, el auge de gas y petróleo refuerza los puestos de trabajo. Un estudio de IHS, una firma consultora, estima que ya ha creado 1,7 millones de puestos directos e indirectos. Para 2020, debería haber 1,3 millones más, calcula IHS. El gas natural seguro y poco costoso también alienta la expansión de fabricaciones norteamericanas, sostiene Goldman. Ésa es otra ventaja. 

Los trabajadores poco especializados a menudo se cuentan como una desventaja económica de Estados Unidos. La perspectiva de Goldman es diferente. Los trabajadores norteamericanos seguirán siendo más jóvenes y llenos de energía que sus rivales que están envejeciendo rápidamente. Para 2050, la edad media de los trabajadores de China y Japón será de alrededor de 50 años, una década mayor que en Estados Unidos. Además, Estados Unidos atrae inmigrantes motivados, entre ellos “talento sumamente preparado”. Una encuesta Gallup de 151 países halló que Estados Unidos está en el tope de los lugares deseados para aquellos que quieren mudarse, con un 23 por ciento. Con un 7 por ciento, Reino Unido ocupó el segundo lugar. 

Finalmente, Goldman espera que Estados Unidos siga siendo el líder en los descubrimientos. Estados Unidos realiza la mayor cantidad de investigaciones y desarrollo (31 por ciento del total global en 2012) y tiene más de las mejores universidades (29 de las 50 universidades tope), según una clasificación británica. 


Las perspectivas 


Hasta cierto punto, todo esto es convincente. Los puntos fuertes de Estados Unidos se han subestimado. Comparado con Europa y Japón -los dos otros enclaves de prosperidad en el mundo- nuestras perspectivas son más brillantes. Pero el informe de Goldman, que aconseja a los inversores dónde colocar su dinero, es una guía incompleta para el futuro. Puede explicar por qué las acciones norteamericanas se han recuperado a niveles casi previos a la crisis. Pero no es la manera en que la mayoría de la gente considera la decadencia “nacional”. 

Si la casa del vecino se quema y sólo la mitad de la propia lo hace, uno está relativamente en mejor posición que el vecino -pero está peor de lo que solía estarlo-. Sólo de esa manera las perspectivas de Estados Unidos superan las de Europa y Japón. Pero esa ventaja no borra las enormes pérdidas económicas sufridas por millones de norteamericanos. La mayoría concluirá, razonablemente, que su país está en decadencia. Desmoralizados, apoyarán menos el liderazgo económico, político y militar de Estados Unidos en el exterior. Ésa es la forma en que la decepción interna se traduce en una retirada global. 


Las amenazas 


Pero “¿Está Estados Unidos en decadencia?” quizás sea la pregunta errada. La verdad es que la mayoría del mundo próspero -nuevamente, Estados Unidos, Europa y Japón- enfrenta amenazas similares. 

Primero: Los estados de bienestar están abrumados. Las sociedades que envejecen enfrentan una colisión entre los beneficios prometidos y los impuestos aceptables. O bien se recortan los primeros o se suben los segundos. La política es ponzoñosa. Tal como señala el informe Goldman, la manera en que Estados Unidos manejará su deuda crea enorme incertidumbre. Lo mismo ocurre en otras partes. 

Segundo: La administración económica está fallando. Antes de la crisis financiera de 2007-9, la mayoría de los economistas pensó que podían evitar grandes crisis y fabricar recuperaciones aceptables. Esa confianza ha sido reemplazada por fuertes desacuerdos. Se improvisan políticas a seguir. 

Tercero: Los mercados globales se han encontrado con el inconveniente de la política global. Los países dependen cada vez más del comercio internacional y de los flujos de dinero. Pero el comercio globalizado se ve amenazado por diferencias nacionalistas, étnicas, religiosas y políticas entre las naciones. 

Hablar de un Segundo Siglo Norteamericano aunque posible, parece una exageración. La cuestión más difícil es si el mundo próspero puede vencer estas amenazas contra la estabilidad política y económica.