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OPINIÓN

En la Argentina hay una “nueva pobreza”

Se me hace difícil explicar por qué nuestro país trae, cada tanto, los fantasmas más aterradores del pasado y los recuerdos más tristes de nuestra historia reciente al presente. Como le cuesta a nuestra Argentina, pero básicamente a la dirigencia, madurar política y cívicamente, les cuesta aún a muchos pensar en función de lo que es bueno para todos.
No estoy de acuerdo con el Gobierno nacional ni con Hugo Moyano por la velocidad con que salieron a acusarse mutuamente por los saqueos, siendo en esas primeras horas y, aún hoy, difícil decir quién fue.
Los hechos de delincuencia que vivimos el viernes 21 de diciembre último no son nuevos, aunque tienen nuevos componentes.
Si bien en la marginalidad, el desarrollo de la delincuencia es más fácil, sostengo que la pobreza no fue autora de los saqueos.
Evidentemente los principales saqueos fueron organizados, y después hubo un efecto contagio provocado por la televisión, donde seguramente se deben haber montado algunas organizaciones opositoras, que trataron de enturbiar la situación.
Ahora también debo decir que la tesis oficial de que los desmanes fueron todos orquestados por un enemigo oculto del Gobierno, hace agua en Bariloche, donde todo comenzó. De los 150 mil habitantes de esa ciudad, la tercera parte son pobres.
Esto debe ser un llamado de atención para el Gobierno, porque un gobierno que nos dice que la pobreza no existe y toma como dato los números del Indec, lo sufrido días pasados tiene que hacerlos ver que el relato naufraga.
Hay una "nueva pobreza", ya que la persistencia de altos niveles de desempleo e informalidad laboral produce una pobreza dinámica y heterogénea que demanda instrumentos de protección para estos grupos vulnerables que se diferencian de los "pobres estructurales".
En nuestra ciudad, mientras ocurrían los hechos en Rio Negro el jueves 20 de diciembre, éramos alertados sobre que Junín podía ser escenario de hechos de violencia, lo cual nos permitió el viernes por la mañana, con el Secretario de Seguridad municipal, Víctor Knappe, y las fuerzas de seguridad, armar un plan de contingencia. En este punto quiero destacar el accionar de los efectivos de la Policía Bonaerense, quienes garantizaron la paz social con una intervención ejemplar.
El último discurso de la Presidenta, acusando a jueces, a la prensa y a supuestos autores intelectuales de los saqueos a los que nunca identificó, poco contribuyen a la paz social. Necesitamos un fuerte llamado al diálogo y a la paz, como advierte el Episcopado en su último documento, "los argentinos corremos el peligro de dividirnos nuevamente en bandos irreconciliables".
El Gobierno nacional y los provinciales no pueden dejar pasar por alto lo ocurrido. Es fundamental que se actúe en forma conjunta, intercambiando información para prevenir estos hechos.
Es tarea de todos los gobernantes y dirigentes saber por dónde están pasando los problemas reales del país, que no son seguramente las candidaturas para las próximas elecciones.


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