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Una madre, símbolo de dolor y lucha

Una década atrás Susana Trimarco llevaba una vida sencilla. Atendía los asuntos familiares y no le prestaba mucha atención a las noticias. Hasta que su hija desapareció.
Ante el escaso interés de la policía en resolver su caso, Trimarco comenzó a investigar por su cuenta y recibió información según la cual su hija había sido secuestrada y obligada a prostituirse. A partir de ese momento se dedicó a frecuentar burdeles en busca de pistas sobre el paradero de su hija y con el correr del tiempo se fijó un nuevo objetivo: rescatar a las mujeres explotadas y ayudarlas a cambiar de vida.
Hoy Trimarco es una heroína para cientos de mujeres que rescató de las manos de bandas dedicadas a la prostitución forzada. El Departamento de Estado estadounidense le concedió el premio “Mujeres Valientes” y el mes pasado fue postulada al Premio Nobel de la Paz. El domingo por la noche la presidenta Cristina Fernández le dio un premio de derechos humanos ante cientos de miles de personas en la Plaza de Mayo.
Años de inmersión en el decadente mundo delictivo, no obstante, no hicieron que Trimarco encuentre a su hija, María de los Angeles Verón, “Marita”. Pero la madre no baja los brazos.

“Una vida muy triste”

“Una vida muy triste la que llevamos ahora porque vivo para esto. No tengo otra vida”, explica Trimarco, de 58 años. “Es una vida muy triste y muy fea que no la deseo a nadie, a ninguna otra madre, a ninguna otra familia. Querría retroceder y vivir la vida anterior, de trabajar, de estar felices con mis hijos y mi marido”.
La publicidad generada por ella hizo que la justicia argentina enjuiciase a 13 personas acusadas de secuestrar a su hija y obligarla a prostituirse. La historia, sin embargo, es conocida. Todos fueron absueltos y el fallo desató una ola de repudios e indignación en todo el país.
Todos los imputados, siete hombres y seis mujeres, se declararon inocentes. Los líderes de la banda negaron haber conocido a Verón y afirmaron que las mujeres que trabajaban en sus prostíbulos lo hacían por voluntad propia. Los fiscales pidieron 25 años de cárcel. Los jueces entendieron que no había pruebas suficientes para condenar a ninguno.
Trimarco fue la principal testigo del juicio y declaró durante seis días seguidos sobre la búsqueda de su hija, quien desapareció en el 2002, a los 23 años. La muchacha dijo que iba a una cita médica en la ciudad de Tucumán, donde vivía, y no se volvió a tener noticias de ella. Tenía una hija de tres años, Micaela, que está siendo criada por Trimarco.
La policía no ayudó mucho, lo que impulsó a Trimarco a investigar por su propia cuenta. Encontró un chofer de taxi que le dijo que había llevado a su hija a un cabaret en el que fue golpeada y obligada a prostituirse. El chofer era uno de los acusados en el juicio.
Con su esposo y su nieta a rastras, Trimarco se hizo pasar por reclutadora de prostitutas y se dedicó a visitar burdeles y cabarets. Pronto se vio inmersa en un tenebroso bajo mundo y empezó a recabar información comprometedora sobre la policía, políticos y bandidos.

Una experiencia fuerte
 
Cuando rescató a la primera mujer, fue “una experiencia muy fuerte para mí”, relató Trimarco. “Fue sentir por primera vez lo que realmente le estaba pasando a mi hija. Estaba con mi marido y con Micaela, dormida en el asiento trasero del auto porque ella era chiquita todavía y yo no tenía con quién dejarla”.
Esa mujer que rescató, la ayudó a ser más fuerte. “Una de las cosas que me dijo esa primera chica me marcó para siempre”, manifestó. “Me dijo que no me mostrara llorando públicamente porque los sinvergüenzas que tenían a mi hija se reían de mí y de mi dolor. Desde entonces no lloré más, me hice más fuerte y cuando siento que voy a soltar una lágrima me acuerdo de esas palabras y mantengo la compostura”.
Micaela, quien hoy tiene 13 años, ha apoyado a su abuela en todo momento, participando en campañas publicitarias contra el tráfico humano y manteniendo la memoria de su madre viva.
Más de 150 testigos declararon en el juicio, incluidas una docena de ex esclavas sexuales que describieron las condiciones brutales que imperaban en los burdeles.
Verón puede haber sido secuestrada dos veces, una de ellas con la complicidad de las autoridades que deberían haberla protegido, de acuerdo con Julio Fernández, jefe de división de Trata de Personas de la Policía de Tucumán. Fernández declaró que testigos dijeron haber visto a Verón en una terminal de autobuses tres días después de su desaparición y que un policía de la ciudad de La Rioja, Domingo Pascual Andrade, la entregó a un prostíbulo de allí. Andrade, quien ya no trabaja en la fuerza, figura entre los imputados, pero niega haber conocido a Verón y a los demás encausados.
Otro policía de Tucumán declaró que cuando pidió permiso para investigar los prostíbulos de La Rioja en el 2002, un juez lo hizo esperar horas, permitiendo que los secuestradores de Verón se la llevasen. Esa versión fue avalada por una mujer que era prostituta de ese burdel y quien dijo que Verón había sido sacada poco antes de que llegase la policía. El juez, Daniel Moreno, no está siendo enjuiciado. Negó haber demorado la operación y afirmó que jamás tuvo contacto alguno con los imputados.
Entre los imputados no hubo policías, pero se está considerando la posibilidad de realizar otro juicio a agentes de Tucumán.
Algunas de las prostitutas rescatadas dijeron que habían visto a Verón drogada y demacrada. Una declaró que Verón se sentía atrapada y que extrañaba a su hija. Otra dijo que vio a Verón con el cabello teñido de rubio y con un niño cuyo padre era el líder de la banda, que la había violado. Una tercera mujer dijo que había sido vendida a un burdel de España, dato que fue pasado a la Interpol.
A pesar de todas estas pistas, Trimarco sigue sin conocer el paradero de su hija.
Lo que empezó como la búsqueda de una mujer, se ha convertido en un movimiento. El Departamento de Estado financió una fundación que lleva el nombre de la hija de Trimarco y que ya ha rescatado a más de 900 mujeres y niñas prostitutas. La fundación ofrece alojamiento y asistencia médica y psicológica, y ayuda a las víctimas a llevar a sus secuestradores ante la justicia.
El tráfico humano fue declarado ilegal en Argentina en el 2008, en buena medida por los esfuerzos de la fundación. Una nueva unidad dedicada a combatir el tráfico humano liberó a casi 3.000 personas en dos años, según la ministra de Seguridad, Nilda Garré.
Más allá del veredicto, el caso es un hito.
“El caso ha sido absolutamente transcendente para Argentina porque ha fijado política pública, ha fijado el problema de la trata en la agenda del Estado nacional y en las agendas de muchas de las provincias. Eso, como consecuencia de la lucha, la búsqueda incesante de Susana Trimarco”, expresó el abogado que representa a Trimarco, Carlos Garmendia. “La trata no era problema visibilizado en Argentina hasta el caso de Marita”.
Trimarco, no obstante, no se conforma con lo conseguido hasta ahora. “Yo siento aquí en mi pecho que ella está viva y no voy a parar hasta encontrarla”, afirmó. “Nunca voy a bajar los brazos”.


 

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