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TENDENCIAS

Entre las neuronas y la política

Como es de público conocimiento, se contempla modificar la Ley Electoral vigente, determinando que el voto constituya un derecho y no una obligación para los adolescentes de 16 y 17 años al igual que ocurre en la actualidad con las personas mayores de 70 años.
Ante tal disyuntiva, creo conveniente y de gran utilidad hacer algunas reflexiones para comprender las consecuencias que puede acarrear una decisión de tal envergadura. Mis argumentos son exclusivamente sobre las características del comportamiento de los futuros votantes desde el punto de vista estrictamente neurocientífico.

Un período crítico del desarrollo

La adolescencia es un estado de transición del desarrollo que continúa a la niñez y culmina en lo que es el adulto. Es un período de profundos cambios físicos y emocionales que repercuten en las relaciones familiares y sociales, siendo su rasgo más característico la inestabilidad emocional.
Esta inestabilidad emocional no sólo es característica de este período del desarrollo, sino que puede determinar importantes repercusiones en el accionar del adolescente. Se trata esencialmente de una época de profundos cambios que se identifica con la crisis y el conflicto.
Para comprender mejor los aspectos de este período del desarrollo es conveniente remitirnos a l término adolecer y analizar sus connotaciones. De acuerdo con los diccionarios, el adolescente es quien adolece, sufre y causa dolor a los otros. El profesor Víctor Giorgi sostiene que el sufrimiento del adolescente es una consecuencia de su proceso de maduración y elaboración psíquica que lo lleva a desprenderse de su niñez y pasar a ser adulto. Para ello, es necesario que los adultos, y no sólo los padres, cumplan con las funciones de sostener y reconocer esta particular etapa de la vida, brindándole la orientación y la ayuda en la búsqueda de modelos que le permitan construir su proyecto de vida.

Aporte de La neurociencia

El cerebro del adolescente es un cerebro en desarrollo, fundamentalmente en relación a la adquisición de las funciones cognitivas. Numerosas investigaciones han demostrado que ello depende de las conexiones que se establecen progresivamente entre las neuronas de sectores tales como las áreas prefrontales y los lóbulos parietales con el cuerpo estriado. La instauración de estos circuitos neuronales mejoran la memoria de trabajo, la atención y el control o modulación emocional. Estos cambios, en la configuración de los circuitos neuronales, facilitan que los patrones de activación cortical que al principio son de carácter difuso progresivamente se transformen en más localizados y específicos.
Tanto Brown como Rubia con sus colaboradores han señalado que el desarrollo del cerebro avanza desde una activación de las regiones posteriores (occipitales), hacia una integración con las zonas anteriores (prefrontales), siendo estas últimas características de la especie humana como resultado del proceso evolutivo. Pero lo importante es que estos cambios en los patrones evolutivos de la actividad cerebral dependen de diferentes factores entre los que se pueden mencionar la actividad a desarrollar y la edad de cada uno de los individuos involucrados. Esto nos lleva a interpretar que el cerebro del adolescente es un cerebro en desarrollo, un cerebro que necesita poder lograr llevar a cabo las funciones cognitivas y emocionales con eficacia y eficiencia, a través de un lento y progresivo proceso de maduración funcional.

Sólo derechos Sin obligaciones

En general, quien tiene derechos a la vez tiene obligaciones. En el período de la adolescencia sus obligaciones están en relación directa con el proceso de aprendizaje y capacitación para lograr una formación adecuada y en tal sentido económicamente dependen de los mayores. Muchos de los ilícitos son cometidos por adolescentes, sin embargo para la Ley los menores en ciertas situaciones son inimputables. Es aquí donde surge la gran paradoja: “derechos sí, obligaciones no”. Como hemos visto, existen argumentos muy rotundos que nos indican que los adolescentes adolecen de la madurez cerebral para tomar decisiones adecuadas y acordes a las situaciones con que se enfrentan.
Sin embargo, para quienes carecen de los conocimientos sobre las características que hemos mencionado, los adolescentes poseen la decisión y la capacidad de elegir. Estamos de acuerdo en que todo sistema democrático se caracteriza por poder elegir a sus representantes, pero el rasgo más característico de una democracia no es sólo el voto. El voto es una condición necesaria pero no suficiente. No hay democracia sin libertad y ser libres es sinónimo de democracia. Entonces surge la pregunta ¿qué es ser libres? La contestación es muy simple. Ser libres es tener la posibilidad de “elegir con responsabilidad” y sólo podemos ser responsables si se ha alcanzado el suficiente grado de desarrollo cerebral, tanto en lo que concierne al aspecto racional como emocional.
Las emociones eran consideradas un obstáculo en el proceso de toma de decisiones, hasta el punto de ser consideradas signos de inmadurez y por lo tanto peligrosas tanto para el individuo como para su entorno. Con el transcurso del tiempo y con el avance de las investigaciones científicas, las emociones comenzaron a jugar un rol preponderante en la resolución de los problemas y en la toma de decisiones, situaciones que no han alcanzado a concretarse en el cerebro de los adolescentes hasta que el mismo no logra su total desarrollo y maduración.

Conclusiones

Como se ha podido apreciar, el período de la adolescencia es una etapa muy delicada del desarrollo, útil y necesaria, que debe transcurrir sin mayores interferencias o exigencias con el propósito de lograr su adecuada adaptación a un entorno en constante cambio. Es un período de crisis emocional que recién comienza a revertirse, como lo ha demostrado Seymour Epstein, a partir de los veinte años. Lo mejor que podemos hacer en bien de nuestros adolescentes es esperar que ese proceso de maduración cerebral alcance a completarse y que los adolescentes “logren ser lo que deben ser”. Tener un voto más o menos no es la solución para la sociedad, la solución es lograr que todos nuestros adolescentes puedan lograr y completar su educación, y esto es una responsabilidad indelegable del Estado.


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