OPINION

Seguridad: alentar el compromiso vecinal

Cuando me convocaron para esta columna, partiendo de la encuesta sobre inseguridad, pensé en abordarla desde tres aspectos: primero, cuál es el contexto actual de la inseguridad; segundo, a partir de la pregunta “¿en dónde tiene más miedo de sufrir un robo?”, tengo que introducirme en el escabroso tema de la “sensación de inseguridad”; tercero, intentar contar qué estamos haciendo para disminuir los hechos de violencia y tener una mejor convivencia democrática.
La inseguridad emerge hoy día como el principal problema de América Latina, en la mayoría de los países es el problema que los ciudadanos mencionan como el más importante que enfrenta el país.
Según las últimas estadísticas disponibles, la región es una de las más violentas del mundo. Los países de la región exhiben una tasa de 24,5 homicidios por cada 100 mil habitantes, la cual es tres veces superior al promedio mundial.
Centroamérica es la sub-región más problemática en este sentido, con tasas que llegan a 33,6 homicidios cada 100 mil habitantes.
En la provincia de Buenos Aires la tasa de homicidios está en los 7,5 cada 100 mil habitantes. La Argentina sigue siendo uno de los países con los niveles más bajos de Latinoamérica.
El incremento del delito a mediados de los 90 en la Argentina es posterior a las olas delictivas y de violencia en por ejemplo Brasil y Colombia.
Ahora bien, este incremento del delito en nuestro país ha provocado una demanda social en el tema y sensación de inseguridad, de tal forma que hay encuestas que nos muestran que un 70% de nuestra población considera a la inseguridad como el principal problema.
La noción de inseguridad presenta componentes objetivos y subjetivos. El desarrollo de las distintas formas de criminalidad es un componente objetivo, como también lo son la vulnerabilidad social, las agresiones no delictivas y la falta de lazos de contención social.
Todas estas variables generan una sensación de miedo o fragilidad, son las que se consideran como componente subjetivo de la inseguridad. Cuando uno analiza tasas de victimización con tasas de homicidios en Latinoamérica, encuentra una importante brecha, el ejemplo más claro es Honduras, que tiene la tasa más alta de homicidios y una muy baja de victimización.
Argentina, Perú, países con muy bajas tasas de homicidios, aparecen en los indicadores de opinión con las mayores tasas de sensación de inseguridad.
En otras palabras, la cantidad de homicidios no va de la mano de la percepción de delincuencia.
Para otra columna propongo reflexionar las representaciones que los medios de comunicación construyen acerca del delito y la inseguridad, por cuantos estas se instalan en el sentido común e inciden en las demandas que después se realizan al municipio. Hoy asistimos a una profusión de imágenes con la cámara en el lugar del hecho y esta inmediatez produce una preocupación o sensación de inseguridad inclusive en ciudades como la nuestra que, en el contexto arriba mencionado, presentan bajos índices de delito.
Para quienes trabajamos, estudiamos y gestionamos políticas públicas en materia de seguridad, las deficiencias que tienen las denuncias policiales nos tornan imprescindible la información que proviene de encuestas de victimización, como así también, el mapa del conflicto que venimos construyendo con los fomentistas, siendo clave para conocer los niveles de denuncia y los tipos de delitos, transformándose en el mejor instrumento para avanzar en el conocimiento de los hechos, a los delitos reales, y nos permite explicar en profundidad este fenómeno.

“Seguridad ciudadana”

Cuando concurrimos a las reuniones barriales observamos una paradoja, es que el vecino parece no creer en la Policía ni en la Justicia, pero al momento de demandar soluciones nos pide más policías en la calles y condenas más duras.
Existe un determinado consenso en que las políticas de seguridad reactivas y punitivas fracasan en el momento de abordar fenómenos sociales multi-causales y complejos como lo son el delito y las violencias.
Quienes abrazamos el concepto de seguridad ciudadana, tenemos una mirada más amplia sobre los fenómenos sociales que aquella que se circunscribe sólo a la prevención y el control del delito.
Esta ampliación en los sentidos de aquello que entendemos por seguridad, implica crear espacios de discusión de esta problemática, diseñar políticas de intervención consensuadas con el vecino, por esto es que debemos estimular la participación de la comunidad en el tema de la seguridad.
El compromiso del vecino constituye un factor de primer orden para las estrategias de prevención comunitaria del delito, a la vez para monitorear y evaluar la misma actuación policial.
Desde este municipio estamos comprometidos en esta dirección, en fomentar el protagonismo de la sociedad civil y en cogestionar proyectos de intervención sobre zonas más vulnerables, sin que esto implique que nos desentendamos de nuestra responsabilidad.
Por ser el de la inseguridad un problema complejo, complejas son las recetas y variados los cursos de acción que debemos arbitrar.

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