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La tecnología médica y los fuertes costos de la salud

El desarrollo de la tecnología médica es un arma de doble filo. Por un lado, ha generado enormes avances para millones de personas. El reemplazo de caderas y rodillas, las operaciones de corazón, la cirugía cerebral, los medicamentos -que tratan todo tipo de afección, desde el colesterol elevado hasta la depresión- se han convertido en rutina, cuando en una época se los consideraba exóticos e inimaginables. El problema reside en que estos mismos avances han elevado los gastos de la asistencia médica, porque existe la tendencia a utilizarlos mal o en demasía.
¿Podemos controlar los gastos sin socavar las nuevas tecnologías? Bueno, quizás.
Tenemos ahora un estudio que sugiere, con optimismo, que con incentivos apropiados es posible concentrar las nuevas tecnologías en los pacientes que más las necesitan. El estudio involucra la utilización de imágenes médicas avanzadas para diagnóstico, entre ellas las tomografías computarizadas (TC) e imágenes por resonancia magnética (IRM). Entre 2000 y 2005, la utilización de TC y IRM entre beneficiarios de Medicare aumentó en Estados Unidos a un 14 por ciento anual. Ahora, el crecimiento de los gastos tanto de Medicare como de Medicaid ha descendido a tasas que se estiman en un 1 y 3 por ciento anuales, expresa el estudio.

Un gran logro

Las imágenes médicas representan uno de los grandes logros médicos desde la Segunda Guerra Mundial. Hasta los años 70, cuando apareció la tomografía computada, las tradicionales radiografías eran el único medio con que contaban los médicos para observar el interior del cuerpo. La más notable limitación de las radiografías es que no pueden penetrar profundamente en el cerebro. “Las primera TCs fueron fascinantes porque permitieron ver el cerebro mucho mejor”, expresa la historiadora de Yale Bettyann Kevles, autora de “Naked to the Bone: Medical Imaging in the Twentieth Century”.
Lo que no puede enseñar una TC, generalmente puede verse mediante una resonancia magnética. Por ejemplo, las TC no pueden dar imágenes adecuadas de tejidos blandos (ligamentos, tendones, nervios y vasos sanguíneos). “Entre las dos se puede obtener un buen retrato del cuerpo entero”, dice Kevles.
El avance de las imágenes es un aliado natural en el diagnóstico de muchas enfermedades y afecciones: cardiopatías, cáncer, lesiones de la columna vertebral, hemiplejías y dolores musculares y de los huesos. No es de sorprender que los costos se hayan disparado. En 2009, Medicare pagó 11.700 millones de dólares de imágenes médicas, según Kaiser Health News.
No es fácil controlar los gastos de los avances médicos, porque la convergencia de tres factores los favorecen. Primero, los pacientes desean obtener los cuidados más modernos y de mejor calidad. Segundo, los ingresos de los hospitales y de los médicos a menudo dependen de la utilización de diagnósticos y procedimientos en los que han invertido. Finalmente, los fabricantes de aparatos y de medicamentos desean grandes mercados para sus productos. Hay enormes presiones para aplicar avances médicos a casos dudosos, en los que probablemente no ayudarán.

Saturación

El aumento más lento del uso de las imágenes médicas podría ser un reflejo de una saturación natural: Se usan escáners en las situaciones clínicas más plausibles.
Pero el nuevo estudio, presentado en el sitio Web de la publicación “Health Affairs”, refuta esa idea. Sostiene que el rápido aumento fue impulsado, en parte, por poderosas fuerzas no-médicas: Pacientes exigentes insistieron en los escáners; los médicos temieron demandas de mala praxis si se negaban; y médicos y hospitales quisieron maximizar los ingresos. Lo que explica el aumento más lento es que estos incentivos se debilitaron, sostienen los economistas.
Uno de los cambios fue la adopción de una autorización previa de muchos aseguradores privados. Se exigió que los médicos obtuvieran permiso para el uso de imágenes avanzadas y, si las condiciones de los pacientes no se ajustaban a las directrices, debían explicar por qué. Eso quizás haya disuadido a los médicos, a quienes no les gusta que invaliden sus decisiones. Los pacientes también se volvieron menos exigentes, porque los deducibles y los co-pagos se elevaron. Entre 2006 y 2010, la porción de trabajadores con deducibles de más de 1.000 dólares aumentó de un 10 a un 27 por ciento.
Finalmente, algunas tasas de reembolso cayeron. En 2005, el Congreso norteamericano dictaminó que Medicare no podía pagar a los centros independientes de imágenes médicas -a menudo propiedad de médicos- más de lo que paga a hospitales por imágenes para pacientes externos. Eso “redujo las ganancias de los centros de imágenes y provocó una amplia consolidación en la industria”, dice el estudio. Bajo complejas reglas de reembolso, los médicos tenían incentivos para establecer centros de imágenes o instalar escáners en sus consultorios, expresa Levy. Y estos centros de imágenes parecían “particularmente activos en estimular demanda”.

Los pacientes


¿Han sufrido los pacientes por el descenso en el uso de imágenes médicas? No se han realizado estudios integrales, pero hay pruebas de efectos limitados. Los datos de un grupo de seguros sugieren que alrededor de la mitad del descenso en el uso de IRM involucraba dolores de cintura, codos y rodillas. Estos casos a menudo responden a un “tratamiento conservador, incluyendo ejercicios”, escriben. “En lugar de ordenar un IRM en el comienzo, un médico puede recetar un tratamiento conservador y ordenar un escáner si el problema persiste”.
Lo que aprendemos de todo esto es que puede haber maneras mejores de vigilar las nuevas tecnologías. La cuestión es “cómo impedir que los médicos sigan la corriente incurriendo en enormes gastos”, dice Levy. Una combinación de permisos previos, co-pagos más elevados de los pacientes y reembolsos restringidos parecería ser la fórmula.

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