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Diversificar la matriz energética

Más allá de cómo termine la disputa por YPF en la que están embarcados el Gobierno nacional y las provincias productoras de petróleo, en medio de una fuerte tensión con España, la Argentina deberá encarar una política que le permita diversificar su matriz energética.

Más allá de cómo termine la disputa por YPF en la que están embarcados el Gobierno nacional y las provincias productoras de petróleo, en medio de una fuerte tensión con España, la Argentina deberá encarar una política que le permita diversificar su matriz energética, según lo marcan distintos expertos.
“Necesitamos que el petróleo que está en el país sea extraído y utilizado para sostener la competitividad”, sostuvo esta semana el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, al plantear los objetivos del Gobierno en materia energética.
En este sentido, más petróleo y gas para reducir los requerimientos de importaciones y sostener el crecimiento parecen  ser algunos de los objetivos del Ejecutivo ante un 2012 con grandes desafíos económicos.
Pensando en el mediano plazo, habrá que analizar las formas de en multiplicar las fuentes de energía para la Argentina, un país en el que el 85 por ciento de la energía primaria utilizada proviene de fuentes derivadas de hidrocarburos.
Según lo indica un estudio de los economistas Diego Margulis, Nadab Rajzman y Andrés Tavosnaska, el gas natural es el combustible de mayor peso, representando el 53% de la energía utilizada total.
Cuando se compara la situación de otros países, se ve que la utilización de derivados del petróleo en la Argentina, que tiene una participación del 32%, es inferior a los niveles que registran los países desarrollados agrupados en la OCDE (40%) y a algunos países de la región.
Brasil deriva del petróleo el 46 por ciento de su energía y Chile el 58%.
“La energía nuclear, por su parte, tiene un peso reducido en el país (2%), a pesar de la larga tradición que tiene en el desarrollo tecnológico de este campo. En los países desarrollados el peso es cuatro veces mayor, destacándose los casos de Francia (39%),Suiza (21%) y Suecia (31%)”, señalaron los expertos en un trabajo publicado por la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA) y la Fundación Friedrich Ebert (FES).
Por otra parte, los países de la región están más orientados que la Argentina hacia las energías renovables, como la energía hidráulica.
En Brasil, por ejemplo, la energía hidroeléctrica representa el 37% de la energía primaria y en Chile alcanza el 19% en proporción, aunque en la Argentina equivale sólo al 11 por ciento.
De hecho, conflictos ambientales registrados recientemente en el Sur de Chile revelaron la voluntad oficial en ese país de ampliar aún más esas fuentes de energía renovables.
La represa de Belo Monte, que no sin polémicas se está construyendo en el río Xingú en el estado de Pará, Brasil, aspira a convertirse en la segunda mayor de ese país -después Itaipú- y la tercera del mundo detrás de Tres Gargantas (China), representando 11% de la potencia instalada de Brasil.
Para Margulis, Rajzman y Tavosnaska, el perfil energético de la Argentina, sobre todo sustentado en el gas, “se consolidó a partir del descubrimiento del yacimiento de Loma de la Lata en la década del 70”.
“Sin embargo, el escenario de abundancia que predominaba por aquellos años ha dejado de existir, producto de la escasez de inversiones en exploración. Este escenario de caída de producción de hidrocarburos y falta de nuevos descubrimientos de reservas, en conjunción con el crecimiento del consumo de energía de la última década, ha ido reduciendo en los últimos años de forma acelerada el excedente energético del país”, advirtieron.
En este sentido, un ejemplo de diversificación lo aportaron en los últimos años los biocombustibles. Estos pasaron de una producción despreciable en 2006, a que el país se afianzara en 2010 como el cuarto productor mundial.

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