Otra dura derrota legislativa, con costo político para Milei

Otra dura derrota legislativa, con costo político para Milei

Tal vez haya sido el mayor revés legislativo para el gobierno desde su asunción. La caída de los pliegos de Manuel García Mansilla y Ariel Lijo para la Corte Suprema interpela en forma negativa directamente al presidente Javier Milei, que absorbió todos los cos tos previos.

Primero, la decisión de los nombres: no tanto por el académico de la Universidad Austral pero sí por el del juez más polémico y viscoso de Comodoro Py. Se gundo, la jugada de nombrarlos por decreto “en co misión” -sólo asumió García Mansilla en esa condi ción, Lijo prefirió quedarse en su tribunal “por las dudas”- acaso especulando con que durante este año legislativo no pasaría lo que sucedió ayer en el Con greso.

Demás esta decir que luego de la votación nega tiva de anoche, García Mansilla ha quedado en una situación muy incómoda, a tiro de cuestionamien tos de todo tipo.

Hace casi un año que Milei envió las nominacio nes para la Corte, lo que también resalta la imposi bilidad de los libertarios para zurcir acuerdos. Es ver dad que son minoría en el Congreso. Pero no es me nos cierto la tendencia oficialista, en particular en la Casa Rosada, a maltratar a los opositores que han ac tuado como aliados legislativos durante el arranque de la gestión, esos que habilitaron la aprobación de otras iniciativas polémicas. Como la Ley Bases -que posibilitó el ajuste fiscal-, y el blindaje a los vetos pre sidenciales que hubieran significado derrotas políti cas y económicas para Milei, como las leyes de finan ciamiento universitario y de movilidad jubilatoria.

La primera piña que se comió La Libertad Avan za ayer fue que la sesión fue posible porque se reu nió el quórum con lo justo: 37 senadores. De ellos, 33 fueron de Unión por la Patria (sobre un bloque de 34) y el resto de otros partidos, como la parte más beli cosa de la UCR -Martín Lousteau por ejemplo- y el PRO de Mauricio Macri, vía Alfredo De Angelis. Una rara alianza coyuntural. No tanto por la actitud del titular del radicalismo, que viene jugando bastante cerca de los K en otras cuestiones, sino por lo del ma crismo.

Así, es claro el mensaje de un Macri probablemen te harto del ninguneo de la Rosada y de la obsesión de la mesa chica de Milei, aquel triángulo de hierro, de disputarle a muerte el predominio en la Ciudad de Buenos Aires -el kilómetro cero del PRO- mien tras durante un año suplicaron por ayuda en el Con greso para evitar fracasos propios pero, sobre todo, éxitos del kirchnerismo. Por cierto, siempre se evi denció en contra de Lijo y del mecanismo de desig nación de los jueces supremos por decreto, aún cuan do en su propia historia como presidente cayó en la misma tentación -Rosatti, Rosenkrantz- aunque sin que se concretaran nunca las asunciones por esa vía.

 

INTENTO FALLIDO

Durante una mañana vertiginosa, la Rosada intentó evitar ayer por todos los medios que el Senado sesio nara. Hubo llamados a gobernadores que esta vez no prosperaron. El titular del bloque de La Libertad Avan za, Ezequiel Atauche, intentó sin éxito meter con fór ceps el proyecto de ficha limpia para que el kirchne rismo reculara. Y hasta hubo un pedido al presiden te provisional de la Cámara, Bartolomé Abdala, para que suspendiera y postergara la sesión a mayo vía decreto interno.

Ante la imposibilidad de hacer caer la sesión, rá pido el aparato comunicacional del gobierno salió a buscar un culpable del cachetazo que se venía: se apuntó a la vicepresidenta Victoria Villarruel (ayer a cargo del Ejecutivo por el viaje de Milei a EE UU), a quien acusaron de boicotear la estrategia para evitar la sesión.

Sea cierto o no, ¿en serio pretendían que opere ac tivamente a favor de los deseos del Presidente cuan do, se sabe, nunca digirió el nombre de Lijo y además hace meses que Milei y su hermana Karina la consi deran casi un enemigo, desplazándola de toda acti vidad oficial, recortando a la nada misma su presen cia en la dinámica de la gestión libertaria y ubicán dola así en el bando de los maltratados? Ilusos. O neó fitos de la política.

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