OPINION

¿Volveremos a ser una Argentina con trenes?

En una época, Argentina era el modelo a seguir; era el país que daba el ejemplo. Sí, en un tiempo no muy remoto, llegamos a tener más de 40.000 kilómetros de vías en todo el país, la más extensa de América Latina.

En una época, Argentina era el modelo a seguir; era el país que daba el ejemplo. Sí, en un tiempo no muy remoto, llegamos a tener más de 40.000 kilómetros de vías en todo el país, la más extensa de América Latina. Esas vías funcionaban y los servicios unían todo el territorio de la Nación.
Sin embargo, los que nacimos en la década del 80 crecimos viendo otro paisaje. Nos criamos en un país donde, a medida que fueron pasando los años, fuimos testigos de la masacre lenta y persistente del tren. Los ramales se desmantelaron uno tras otro y con su muerte definitiva, se perdieron pueblos enteros y se diluyeron esperanzas. Ello sucedió al punto que los trenes se volvieron una “cosa del pasado” y los incontables proyectos truncos lo transformaron en una mera ilusión. Una ilusión que, desde hace años, cabalga al ritmo de las promesas y sus incumplimientos. Aparece y reaparece al ritmo de elecciones presidenciales.
Sin ir muy lejos, el tren de alta prestación que uniría las ciudades de Buenos Aires y Mendoza, pasando por Junín, fue anunciado en el año 2007, justo un mes antes de las elecciones presidenciales en un acto en el que se encontraban el entonces gobernador y candidato a vicepresidente, Julio Cobos, la candidata a Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner y el entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner. Sin embargo, con el tiempo el proyecto se fue prorrogando sucesivamente hasta quedar en el olvido.
La indignación de la gente dio lugar a varias iniciativas, entre las que se destacan los proyectos de “Un tren para Todos” y el proyecto PROMITT que contempla, entre otras cuestiones, la reactivación del ferrocarril (ver Página 5).

A contrario del mundo

Mientras que en cualquier país desarrollado –o en vías de- los kilómetros de vías aumentan al ritmo del crecimiento del país, en Argentina sucede lo contrario. La añorada red de 40.000 kilómetros de vías para carga y pasaje, ahora se encuentra reducida a unos 8.500 kilómetros de vías defectuosas por las que transitan viejos vagones que brindan servicios deficientes.
Y sí, no podemos negar que en el resto del mundo se habla de otra cosa. El tren está implicado en políticas sociales, ambientales y de saneamiento urbano incluyéndose dentro de una favorable ecuación política y económica.  
En este sentido, la Comisión Europea dio a conocer en marzo de 2011 el Libro Blanco que establece una “Hoja de ruta hacia un espacio único europeo de transporte: por una política de transportes competitiva y sostenible”. En éste se indica que “a veces el ferrocarril es considerado un modo poco atractivo, en especial para el transporte de mercancías. Pero hay ejemplos en algunos Estados miembros que demuestran que puede ofrecer un servicio de calidad. La cuestión es garantizar un cambio estructural que permita al ferrocarril competir eficazmente y absorber una proporción significativamente mayor de carga de media y larga distancia (y también de pasajeros). Será necesaria una inversión considerable para ampliar o mejorar la capacidad de la red ferroviaria. Deberá introducirse gradualmente nuevo material rodante con frenos silenciosos y acoplamientos automáticos”.
Entre los objetivos que se propuso la Unión Europea para lograr un sistema de transporte competitivo y sostenible que alcance el objetivo del 60% de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero se encuentran:
Intentar transferir a otros modos, como el ferrocarril o la navegación fluvial, de aquí a 2030, el 30% de mercancías por carretera, y para 2050, más del 50% apoyándose en corredores eficientes y ecológicos de tránsito de mercancías. Para cumplir este objetivo también será preciso desarrollar la infraestructura adecuada.
Para 2050, completar una red europea de ferrocarriles de alta velocidad. Triplicar la longitud de la red existente de ferrocarriles de alta velocidad para 2030 y mantener una densa red ferroviaria en todos los Estados miembros. En 2050, la mayor parte del transporte de pasajeros de media distancia debería realizarse por ferrocarril.
De aquí a 2050, conectar todos los aeropuertos de la red básica a la red ferroviaria, preferiblemente de alta velocidad; garantizar que todos los puertos de mar principales estén suficientemente conectados con el sistema ferroviario de transporte de mercancías y, cuando sea posible, con el sistema de navegación interior.
Entre las iniciativas que se adoptarán en la Unión Europea, se destacan:
Abrir el mercado nacional de transporte de pasajeros por ferrocarril a la competencia, incluida la adjudicación obligatoria de contratos de servicio público mediante licitación.
Lograr una autorización única de tipos de vehículo y una certificación de seguridad de empresa ferroviaria única mediante el refuerzo de la función de la Agencia Ferroviaria Europea.
Desarrollar un enfoque integrado para la gestión de los corredores de mercancías, incluidos los cánones por acceso a las vías.
Asegurar el acceso efectivo y no discriminatorio a la infraestructura ferroviaria, incluido los servicios relacionados con el ferrocarril, en particular mediante la separación estructural entre la gestión de la infraestructura y la prestación de servicios.

“Una cosa del futuro”

Hoy, a 20 años de la clausura de la mayoría de los ramales del tren de pasajeros y carga, Argentina requiere que se defina una política en materia ferroviaria que redunde en un tren que sea moderno, eficiente, competitivo y amigable para nuestro medio ambiente. Y que llegue rápido. Cada día que pasa sin que se tomen cartas en este asunto es tiempo irremediablemente perdido. Es hora de darnos cuenta que el ferrocarril no es ya “una cosa del pasado” sino, “una cosa del futuro”.

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