En primer lugar, debo aclarar que al utilizar esta imagen no hago referencia a la condición física de un candidato, sino a la metáfora que simboliza el tema de la columna. Dicho esto, y para evitar confusiones, vamos de lleno a la posverdad.
Cuando dicen que este fue un año electoral no quedan dudas. Hoy domingo tenemos que ir de nuevo y seguramente debamos hacerlo una vez más. Ya lo hemos dicho en este espacio: nuestra vida se organiza en períodos cortos que van de una votación a otra. En el medio, trabajamos y vivimos un rato.
Si analizamos cómo fue este proceso, emerge con mucha más fuerza la idea de posverdad. Un neologismo que refiere a la distorsión deliberada de la realidad para manipular a la opinión pública.
Es por este motivo por el cual es cada vez más difícil diferenciar entre verdad y mentira, básicamente porque a ningún candidato le crece la nariz. Esto se potencia por las características de las campañas actuales, plagadas de operadores de trolls, equipos de edición y retoques de todo tipo.
Del lado de la audiencia, es decir nosotros, pasan varias cosas. Por un lado, no tenemos la capacidad, la voluntad, el tiempo o los medios para corroborar si los datos que emiten los candidatos son veraces. Por otro, no cultivamos una actitud crítica para discenir si los contenidos son reales o “creados”. Se suma a esto que hay una mayor tendencia por aceptar lo que dice quien más se acerca a nuestra preferencia ideológica (si es que eso existe).
Por este motivo, creo interesante marcar algunas de las técnicas utilizadas para crear esta realidad alternativa.
Una nueva narrativa que se vale de trucos como la ralentización de los videos (editarlo para que se vea más lento) y así acusar de borrachera, senilidad, incapacidad o inclinación a las drogas. Esto genera “videitos” que circulan por whatsapp . También vemos como se editan entrevistas, cortando y pegando frases para crear una nueva unidad de sentido, diferente a las intenciones del entrevistado. Para cerrar, puedo mencionar el recurso de usar “dichos” de archivo que quedan fuera de contexto en la actualidad, un anacronismo sin sentido.
Ok. Acepto que, naturalemente, algunos candidatos parecen lentos, incapaces de armar una frase, seniles, condicionados por alguna droga, o que sus dichos estén fuera de tiempo, tono y espacio. Aun así creo importante dejar un mensaje de fondo.
Los invito a no creer en nada. No planteo anarquía, sino ir un poco más allá de los mensajes que recibimos. Poner en duda las fuentes, verificarlas y cambiar de canal para comparar. No rendirse a una preferencia, descreer de todo.
Pienso que solo de esta manera podremos acceder a una visión que “evite” esta posverdad, donde nada parece ser lo que es. Aunque paradójicamente de eso dependa nuestro futuro.
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