Estamos en una época que se caracteriza por la democratización de los medios de comunicación. Una situación deseable que genera un sesgo de aplicación. La consecuencia es que hoy todos somos oradores, o al menos tenemos la posibilidad de emitir mensajes aunque por lo general solo se trate de un monólogo. En la columna de hoy: la audiencia como rehén.
Estamos construyendo una falsa ilusión de que seremos escuchados, una visión simplista de lo que en realidad representa la comunicación entendida como un sistema compuesto por variables como mensaje, canal, contexto, código, etc. Todo se sintetiza en emitir y, en ese camino, estamos saturando. ¿Pueden imaginar la cantidad de audios que son descartados a diario?
No solo sucede en los intercambios sociales, sino también en la dinámica laboral. Minutos que se van sumando para que, del otro lado, alguien utilice la nueva función de whatsapp de acelerar, multiplicando por 1.5 o por 2, porque aún no podemos hacerlo por 4. ¿Faltará mucho para que llegue?
Vivir en sociedad implica establecer algunos pactos. Quizá tengamos que pensar en el otro y entender que lo que prima debe ser el fin y no el medio. Preguntarnos quéqueremos decir o preguntar antes de grabar. Elaborar antes de lanzar la verborragia estéril, inconclusa y abierta. ¿A quién le hablamos cuando hablamos? ¿Tiene tiempo para escuchar todo lo que tengo para decir? ¿Este mensaje no amerita un llamado? ¿Puedo ser más breve? ¿Y si mejor se lo digo tomando un café?
Un reconocido publicista decía que “la verdad no es la verdad si la gente no te cree, y la gente no te va a creer si no te presta atención, y no te va a prestar atención si no decís las cosas de una manera interesante y creativa." A esta cita podríamos agregarle algunas condiciones como breve, concreta y concisa, entre otras variables. Es un principio, un fundamento que puede establecer el marco teórico deseable para estos “mensajitos” que abundan e inundan.
En tiempos en los que hay más oradores que oyentes, propongo cuidar a la audiencia, una especia en extinción con una característica que todos queremos alcanzar: la atención.
No saturemos, seamos cuidadosos. Cuidemos la palabra, conservemos la voz como una herramienta para transmitir un mensaje que debe salir para llegar a algún lugar.
Mantengamos la ilusión de ser escuchados o leídos. Gracias por llegar hasta acá.
COMENTARIOS