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ESTO QUE PASA

Problemas de "conchetos"

www.pepeeliaschev.com en twitter: @peliaschev

No fue una mera ratificación de su conocido sentido del humor lo que impulsó a Cristina Kirchner a mofarse de su vicepresidente Amado Boudou, calificándolo como un vecino "concheto de Puerto Madero". Aún cuando la Presidenta le estampó en la cara que fue ella y sólo ella la que lo eligió a él, el cachetazo fue tan inocultable que el hombre de la guitarra tuvo que reaccionar, alegando que en Puerto Madero no sólo viven conchetos. La definición del vocablo es muy precisa: personas que ostentosamente pertenecen o simulan pertenecer a una clase social pudiente; expresión rioplatense que se aplica en sentido despectivo.
En este caso, la Presidenta hizo un gol de media cancha o fue traicionada por su subconsciente, porque no podía ignorar que la afición de Boudou por conducir costosas Harley Davidson importadas, ataviarse como una especie de Pappo "cool" y -encima- elegir un loft en Puerto Madero como piso de soltero, además de sus notorios orígenes en la Ucedé neoliberal de los años '90 y su formación en la Universidad CEMA que alimentó de ideas al gobierno de Carlos Menem, lo delataban como un "concheto" de libro de texto.
Lo real es que dos semanas antes de jurar como el hombre que, según la Constitución Nacional, debe conducir el Poder Ejecutivo de la Argentina en caso de "enfermedad, ausencia de la Capital, muerte, renuncia o destitución del presidente" parece devaluado como un cero kilómetro tras trasponer las puertas de la concesionaria. Su propio ámbito, la economía, es hoy un avispero alborotado donde no menos de cinco grandes jugadores operan activamente, al punto de que resulta ya entre arduo e imposible detectar si el Gobierno tiene un plan o una estrategia específica para confrontar sus crecientes problemas de recursos.

Un año más difícil

Lo que sobresalta en el mapa de las decisiones oficiales es el pintoresco conjunto de equívocos, informaciones confusas y cambios en materia de quita de subsidios que Boudou bautizó como "redireccionamiento" de las prebendas. Ya no es un secreto que la Presidenta ha comprendido que en 2012 la economía se enfriará notoriamente. Sabe algo que nunca admitirá en público: esa economía estuvo en alza cuando el contexto regional y mundial lo estuvieron; ahora, cuando el achique es evidente a escala planetaria, a la Argentina le toca manejarse con expectativas muchísimo más limitadas. Pero fiel a su entraña, el Gobierno sostiene que los subsidios se "redireccionan" porque el país está bien, no porque precise el dinero, pero Cristina Kirchner no puede negar que la inflación acoplada con aumentos salariales ya no son una dupla sostenible y que los crecimientos enormes de 2002-2011 (con la excepción del funesto 2009) no se podrán reiterar.
Si se compara con los fastos de años anteriores, hoy ha llegado el tiempo de la heladera del verano y del "freezer" del invierno. Los efectos son previsibles, incluyendo, a partir de febrero, un descenso del consumo, suscitado porque el incremento del costo de vida ya no podrá ser compensado por las alzas salariales. Esto es lo nuevo, ya que el "modelo" oficial giró en torno de cebar el consumo con la caja monumental generada por las vacas gordas de estos años. Aunque jamás lo blanquearía, la Presidenta sabe que ese ensueño redistributivo ya no puede reiterarse, al menos en 2012 y este marco.

Las negaciones

Por eso, lo que asombra e impresiona es que el Gobierno presente como fiesta de graduados lo que es una resignada limitación a su despreocupado reparto de ganancias, una celebración que tuvo un marco decisivamente electoral. El vidrioso enojo del Gobierno para con los diarios principales del país se explica por esta frustración, ya que resulta cada día más improbable negar que en definitiva se están consumando aumentos en las tarifas de los servicios públicos esenciales, como lo vienen revelando las normas que van siendo adoptadas por los entes reguladores.
Más allá del sexo de los ángeles, los subsidios que desde la semana pasada y hasta fines de febrero habrán de impactar en millares de hogares revelan que para el usuario habrá gruesos aumentos en sus facturas de gas, luz y agua.
El Gobierno se escuda en una teórica "intocabilidad" de las tarifas formales, pero en el bolsillo del usuario el ajuste supondrá un piso del 34% y un techo del 248%. Los primeros en afrontarlo son los que más paño tienen para aguantar (como los vecinos de Boudou y unos pocos miles de familias con recursos, además de los patrióticos renunciantes a esas prebendas, que se han encargado de expresarlo en público para que el país vea qué virtuosos y sacrificados son).
Claro que corresponde preguntarse: ¿por qué hay que renunciar a algo que nunca se pidió? ¿Cómo se contabiliza y monetiza el costo de lo regalado entre 2003 y hoy a esos consumidores absurdamente beneficiados, incluyendo hipódromos y casinos?
Los agujeros de los primeros anuncios iniciales se van evidenciando: la resolución nº 1993 del Enargas entrega, junto al formulario que deben completar quienes quieran seguir siendo subsidiados, el texto de la orden a las distribuidoras para que desde enero de 2012 facturen a todos los usuarios residenciales unos nuevos valores del cargo tarifario de importación de gas. Así, concreta modificaciones aplicadas a principios de noviembre (resolución nº 1982) que impactaron sobre uno de los componentes llamados "variables" de la tarifa, cargo específico creado en 2008 para solventar el suministro externo de gas.

Los ajustes

Ahora, ese cargo se extiende a todos los usuarios de bajos y medianos consumos antes excluidos. En la región metropolitana, a todos los hogares con consumos de hasta 1.000 m3 anuales no afectados hasta ahora se les aplicará un adicional por cada metro cúbico consumido que oscila entre $0,087 y $0,131. A eso se suma un ajuste del 248% en el valor del cargo para clientes de consumo mediano y alto, que ya lo venían abonando, mientras que para consumos de entre 1.000 y 1.250 metros cúbicos anuales, el precio pasa de $0,050 a $0,174. Finalmente, para quienes usan más de 1.800 m3, la tarifa voló de $0,270 a $0,940. Hay que decirlo: estos ajustes son de neta justicia y perfecta racionalidad, pero el Gobierno no puede dar cuenta de por qué los aplica ahora, de golpe y de manera tan confusa.
En lo tocante a energía eléctrica trascendió que el Ente Nacional Regulador les fijó a Edesur y Edenor que el precio del Kw por hora sin subsidio para quienes consumen hasta 300 KwH bimestrales crece un 29%, saltando de 0,31 a 0,40 pesos. El ajuste mayor (34%) corresponde a quienes gastan entre 301 y 650 KwH por bimestre, porque el KwH pasa de $0,27 a $0,37. Para comercios pequeños y medianos, ajuste oscila entre el 23% y el 26%.
Los porteños bendecidos desde hace diez años por las tarifas congeladas del agua suministrada por AySA deben afrontar un ajuste del 210% promedio aplicado en el llamado "factor K" de la tarifa que compensa lo que se venía calculando hasta hoy en esas boletas, etiquetadas con la frase "subsidiado por el Estado". Hay un aspecto crucial de estos fenómenos que debe explicitarse: la mayor parte de los clientes residenciales sufrirá en el muy corto plazo un impacto muy reducido como producto del fin de los subsidios, porque a igual consumo deberán abonar el mismo importe que afrontan hoy. Pero atención: al perder el subsidio del Gobierno, recibirán facturas con tarifas plena, lo que equivale a aumentos de entre el 150% y el 350% en el precio final.
Al final del día, lo que se advierte es que, con una frecuencia asombrosa, el Gobierno se enreda en sus propias trampas y se convierte en víctima de sus propios fantasmas, sospechas y prejuicios. Nada hubiera sido más lógico, razonable y justo que ir desmontando, de a poco y civilizadamente, el enjambre absurdo de subsidios con que edulcoró y terminó anestesiando a la sociedad durante años, permitiendo que así se diera una señal poderosa de equidad y raciocinio.
Fue el Gobierno el que subsidió a los ricos y al juego organizado durante ochos años. Prefiere ahora un volantazo abrupto, como si no pudiera evitar estrellarse contra los muros. Es el resultado de su peculiar disco rígido, donde el dogmatismo y la omnipotencia intelectual suelen jugarle muy malas pasadas.

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