El mercado del éxito
MANO SANTA

El mercado del éxito

Dicen que para toda necesidad o demanda hay una respuesta u oferta y por estos tiempos la sociedad necesita alimentar sus expectativas y esperanzas  de crecimiento. En la columna de hoy, los manosantas y el mercado del éxito. 

Así como sucede con los templos de diferentes deidades, que contienen a los fieles con la fe como herramienta, también existen los sacerdotes del éxito emprendedor. Un grupo de personas que, conscientes de la oportunidad lanzan sus redes, sobre todo en las redes. 

"Adianchi, Adianchi". Gritaba entusiasta “El Manosanta”, un recordado personaje de Alberto Olmedo, a sus ingenuos clientes para que entrararan al exótico consultorio. Rendidos a sus pies, con la necesidad de confiar en algo o en alguien quedaban en manos de un enredo circular que nunca resolvía ninguna situación sino que tan solo redituaba con la necesidad de creer. 

El auge emprendedor, consecuencia de la caída de muchas pymes y la necesidad de buscar una salida laboral, genera un mercado para muchos. Para los profesionales serios y para los “no tan serios”. En este sentido, el pescado está en el mar, solo hay que ver quien lo toma. 

Por lo general son ellos los más agresivos en la pesca. Por la caracerística de su discurso, la vehemencia de sus promesas. Oradores, guías, coachs. Un mercado de gurùes del éxito que en la teoría conocen todas las soluciones aunque en la práctica no se les conoce ningún caso de éxito. 

Ahí están, venden seguidores en redes sociales, no importa quienes, no importa para qué, no importe de dónde son, solo la ilusión de “ser seguido” por personas que jamas tendrán relación con tu producto o servicio. Promocionan cursos que ni ellos mismos aplicaron. Referentes de cartón, con trayectorias incomprobales. Personajes que muchas veces hablan de una experiencia imposible de cosechar por la corta edad que aparentan. Exaltados, agitadores que le apuntan al flanco más débil de una persona que necesita desarrollarse. 

Hay que estar atentos, están en las redes, con escenarios montados como un set de televición, testimonios falsos y cursos on line con los cuales prometen que todos, absolutamente todos triunfaremos. Tengan cuidado, el “Manosanta” está cargado, “Adianchi, adianchi”.

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