Identidad real o virtual
CARAS O CARETAS

Identidad real o virtual

Las redes sociales nos permiten promover una imagen personal. Una especie de identidad virtual. A veces esa representación tiene mucho que ver con la realidad, otras no tanto. En la columna de hoy me interesa trazar un paralelimo con la imagen de las empresas. 

Desde la aparición de las redes sociales, todos nos perfilamos y definimos de forma inconsciente sobre como queremos mostrar nuestra personalidad y de a poco fuimos perfeccionando la técnica. Así surgieron los expertos en selfies con un creciente cuidado de lo que aparece en el fondo de la foto. Un lindo entorno, la casa ordenada o una situación de goce y disfrute. Un montaje o universo paralelo a exhibir. Lentamente pasamos de la espontaneidad a la creación de esa nueva realidad. 

Facebook, Twitter, Instagram, Tik tok, Linkedin, Twitch, Tinder entre otras. Dependiendo de lo que busquemos, todos configuramos nuestra imagen. En ese sentido, no será lo mismo si queremos atraer a un empleador o a una potencial pareja, claramente la construcción será diferente. Camisa y corbata o sonrisa y paisaje relajado. A esta altura de los acontecimientos, nadie podría negar que, previo a “subir” una foto existe proceso, una racionalización. 

¿Qué pasa con los comercios o pymes? 

La aceleración de la necesidad de construir una identidad virtual los empujó a la búsqueda de servicios gráficos que “construyan” esa imagen. El punto es que por lo general, no se permiten bucear sobre el fondo del negocio y tan solo se remiten “diseñar” algo bueno, bonito y barato. Una estética que cumple en la virtualidad pero nada tiene que ver con la realidad. 

Surge así una ruptura, dos escenarios diferentes. Por un lado, una reputación que,  desde el grafismo, está concebida de forma independiente y sin relación con las demás variables conforman la imagen. Por otro, el producto o servicio real, la experiencia, la forma de atención, la ambientación. En sintesis, la marca. 

Empresas o comercios con mucha trayectoria que se exhiben como marcas juveniles, perdiendo así toda su impronta y solidez en manos de la tendencia que baja de estéticas gráficas clonadas de tono boutique. Una hibridación donde todo se asemeja y en pocos casos se rescata la esencia fundamental y diferencial. Las consecuencias no son graves en el corto plazo, por el contrario por lo general no resta nada pero tampoco suma.

En el mediano y largo plazo implica perder terreno, invertir tiempo y dinero en algo que no tiene demasiado sentido, tan solo “estar” en la virtualidad, sin relación con la realidad. Por todo lo dicho es importante saber que no hay dos universos diferenes sino una única concepción identitaria que debe integrar el “avatar” o perfil y la realidad. No seas careta, sacate la careta. Y vos, ¿quién sos y cómo te mostrás? ¿Caras o caretas?

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