Alberto F. no logró seducir al kirchnerismo y provocó una dura reacción opositora
ANÁLISIS

Alberto F. no logró seducir al kirchnerismo y provocó una dura reacción opositora

Con un tono moderado, pero con las obligadas críticas a Mauricio Macri y dejando una sensación de que todo seguirá como hasta ahora, Alberto Fernández hizo ayer un repaso de lo que consideró logros en materia de salud y en recuperación productiva. En todo momento intentó congraciarse con su Vicepresidenta que, a su lado, siguió el discurso con cierta displicencia y sólo expuso una mueca de conformidad en el pasaje en que el Presidente revalidó el juicio contra su antecesor por haberse endeudado con el FMI. Esa acusación provocó un quiebre con la oposición del PRO y sembró interrogantes sobre si el oficialismo contará con la colaboración de Juntos por el Cambio para aprobar el acuerdo que, a la postre, resultaría fundamental habida cuenta del rechazo que viene anticipando el kirchnerismo. El quórum para el tratamiento se lo daría, pero parte de la oposición se abstendría a la hora de votar.

La ausencia de Máximo Kirchner y las sonrisas socarronas de Cristina cuando el jefe de Estado daba cifras sobre el crecimiento de la actividad económica blanquearon que el paso de los días desde el portazo del otrora jefe de bloque oficialista en Diputados no ha logrado atenuar la grieta interna que padece el Frente de Todos en relación al pacto con el Fondo por la deuda de U$ 44 mil millones.

Las explicaciones de ocasión ayer daban cuenta que Máximo se encontraba en Río Gallegos para acompañar a sus dos hijos, de 5 y 9 años, en el comienzo de clases. “No hago lectura política de esa ausencia. Confío que fue un tema personal”, señaló, con diplomacia, el santafesino Germán Martínez, su sucesor en el cargo, desde el salón de los Pasos Perdidos.

Fuera de micrófono, un importante ministro dijo que “estamos acostumbrados a estos mensajes políticos del camporismo” y remarcó que “no hay plan B” salvó la rúbrica con el staff del organismo multilateral de crédito y que pese a las tensiones internas, “tenemos que sostener un Presidente fuerte” para evitar una agudización de la crisis.

Salvo en los pasajes en los que el jefe de Estado rememoró los juicios contra el macrismo por la deuda y en el que denunció la supuesta “complicidad judicial con el poder real” (de “medios hegemónicos”), los legisladores que responden al Instituto Patria no acompañaron con aplausos a sus pares del oficialismo. Otras dos ausencias en el recinto de ese sector fueron la del ministro del Interior, Wado de Pedro (con aviso, por un viaje a España) y el senador Oscar Parrilli, uno de los más cercanos a Cristina.

Tampoco hubo participación de este espacio en la movilización que sindicatos y agrupaciones sociales realizaron a la plaza de los Dos Congresos donde se observaron muchas banderas y pancartas que, de alguna manera, ocultaron la escasa masividad de la concentración. Sí Alberto Fernández tuvo un gesto hacia la “economía popular” al proponer la creación de un “monotributo productivo” y la compra de alimentos a las cooperativas en respuesta a las demandas de los dirigentes sociales que se quejaban que sólo el oficialismo ofreciera planes de “empalme” de beneficios sociales en trabajo genuino. No quieren perder influencia en la administración de los mismos.

Para la oposición, en tanto, el jefe de Estado no dio pistas en cuanto al entendimiento con el Fondo y en cada mensaje –”no habrá reforma laboral ni previsional”-, sólo intentaba apaciguar las críticas del kirchnerismo. No dio precisiones tampoco sobre cuándo se terminará de rubricar el acuerdo ni qué día arribaría al Parlamento.

Sí el Presidente deslizó dos cuestiones que despiertan malestar en el ala kirchnerista de la coalición: el plan de pago de la deuda será a 10 años y las tarifas subirán más del 20 por ciento que había consentido la Vicepresidenta. Fernández sostuvo que las boletas de luz y gas se ubicarán “por debajo del índice de aumento salarial” que, este año, podría llegar al 50 por ciento. De alguna forma, el Presidente dio respuesta a los requerimientos del ministro Martín Guzmán (Economía) que necesita una quita mayor en los subsidios para acercar posiciones con los burócratas de Washington.

“Este es el único camino. Ir al tribunal de La Haya para repudiar la deuda (como pedía la agrupación K ´Soberanos´) no soluciona nada, es irreal”, se envalentonó otro estrecho colaborador del Presidente. Estas pocas pistas sobre lo que sería el acuerdo final preanuncian nuevas tormentas en el seno del oficialismo.

El momento más duro del discurso presidencial –cuando hizo referencia a la denuncia judicial contra el macrismo- provocó la airada reacción del bloque del PRO que se levantó de sus bancas. Pese a que en el momento no hubo un acompañamiento solidario de los socios del radicalismo ni de la Coalición Cívica, por la tarde un comunicado de Juntos por el Cambio cuestionó la “actitud provocadora y violenta contra la oposición” que abre interrogantes sobre los apoyos que obtendrá el eventual proyecto oficial en el debate parlamentario.

Las palabras del jefe de Estado tampoco dejaron satisfechos al mayor bloque opositor en relación a la guerra en Ucrania dado que, consideraron, “no condenó con claridad la avanzada expansionista rusa”. A diferencia de la primera comunicación presidencial conocida al inicio del conflicto bélico, sí esta vez calificó de “invasión” la marcha de los ejércitos comandados por Vladimir Putin.

Frente a la incertidumbre sobre la letra final del entendimiento con el Fondo, tampoco A. Fernández dio pistas sobre si habrá una cláusula que tenga en cuenta una eventual cambio de las variables económicas a consecuencia de la guerra en el este europeo. Una fuente oficial consultada ayer arriesgó que “seguramente se contemplará este tema en relación a la energía”. Es sabido que en los últimos días se multiplicó por cuatro el costo del gas natural licuado que importa Argentina en invierno.

Empero, la mayor incógnita sigue siendo cuál será la postura del variopinto bloque oficial al momento de la discusión en el recinto y los riesgos de que una división afecte el liderazgo presidencial a casi dos años del final del mandato. “El dato relevante es que (el acuerdo) no tiene el apoyo de todo el FdT. La oposición no puede resolver el problema que tiene el propio gobierno”, cerró, punzante, el senador Alfredo Cornejo, titular del interbloque de JxC.

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