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Alberto Fernandez.
TENDENCIAS ECONÓMICAS

Más cerca del default que de un acuerdo con el FMI

Las expectativas de default crecieron la semana última. El encuentro promovido por el presidente Alberto Fernández con los gobernadores el miércoles, no solo resultó deslucido y poco concurrido, sino que tuvo un efecto contrario al perseguido. En el plano político, Alberto Fernández no logró la “foto” de unidad y consenso que buscaba para la ayudar a la negociación con el FMI, tanto por las ausencias de la oposición como por las diferencias entre los mandatarios provinciales oficialistas. Hubo, previo a la reunión, dificultades en la convocatoria y luego, reticencias de los que fueron a compartir los costos políticos del supuesto acuerdo con el FMI. El puntano Alberto Rodríguez Saá se pronunció abiertamente en contra de la negociación y pidió denunciar una deuda “odiosa y una estafa”; en el otro extremo, el bonaerense Axel Kicillof dijo apoyar la gestión oficial, aunque dirigiéndose al ministro Martín Guzmán, señaló que se debía revisar la estrategia de negociación “si el escenario es que haya más ajuste y menos plazos de pago”; el chaqueño Jorge Capitanich también manifestó dudas al preguntar si “el incremento de las tarifas o la estructura de precios” formaba parte de la negociación. Guzmán, finalmente, había revelado que “el sendero fiscal” es en donde no hay acuerdo con el organismo y que el “peor de los escenarios sería uno de ajuste”. ¿Hubo impericia de la Casa Rosada en la convocatoria, o un optimismo excesivo? Quizás las dos cosas u otras, aunque las dificultades parecen exceder a la voluntad de Alberto Fernández. La oposición, entre dimes y diretes, pidió otra reunión en el ámbito del Congreso además de criticar al Gobierno por la ausencia de información concreta sobre la negociación. En el frente oficialista, entre tanto, comulgan diferentes posiciones sobre el FMI, que van de un extremo al otro; los gobernadores, por su parte, no están dispuestos a compartir el ajuste fiscal, como pidió el Ministro de que las provincias ayuden a financiar el déficit de la Nación. Igual, la estrategia de Alberto Fernández surge desconcertante. Una “foto” difícilmente conmueva al board del FMI sobre aceptar o no un programa para la Argentina: las diferencias, en todo caso, son de aspectos económicos sustanciales. El organismo exige un esfuerzo fiscal y disciplina monetaria que, hasta donde se conoce hoy, no está dispuesto a aceptar el gobierno de Alberto Fernández. Guzmán dijo que prevé recién para el 2028 llegar al equilibrio fiscal. Otro aspecto del rumbo oficial es más irritativo: cuestiona constantemente al FMI, en simultáneo a la negociación, y pide al organismo un tratamiento especial en plazos y tasas que requerirían modificar los estatutos. El board del FMI ya se expidió sobre esos reclamos argentinos, sin embargo Alberto Fernández insiste, quizás con la expectativa de que el FMI finalmente ceda ante el temor de que la Argentina incumpla su deuda de U$S 44.000 millones. Existe cierta fantasía de que el organismo quebraría si la Argentina no paga o que el ala política del gobierno de Joe Biden ordenaría al ala intransigente del Tesoro que encabeza Janet Yellen, a cerrar un acuerdo light con el país. El temor de una eventual quiebra del FMI puede que sea un relato creíble fronteras adentro, no en los mercados internacionales. Para las finanzas mundiales son “monedas” que eventualmente se capitalizan entre los cientos de los países miembros del organismo, si ese fuese el escenario. No significa que sea una suma indiferente, pero está lejos de hacer temblar sus sustentos financieros. En cuanto a la opinión de los países con más votos en el board del FMI, no existen diferencias respecto a que la negociación de la deuda argentina requiere de un ajuste fiscal y disciplina monetaria. No solo es Biden, sino Canadá, Japón, Alemania y otras potencias de Europa y Asia. ¿Entonces, no habría acuerdo? No se puede esperar esa opción, aunque ahora exista esa opinión en los mercados. La ronda de negociaciones de diciembre, con la ofensiva oficial que aseguraba un acuerdo para fines del 2021, fracasó. Ahora se reanudarán las conversaciones a mediados de enero, cuando regresen los funcionarios del staff de las vacaciones de invierno. Quizás el FMI acepte un acuerdo light o quizás no, el tiempo dirá. La presión política de Alberto Fernández sobre el organismo no es nueva, lleva más de dos años, desde los primeros meses cuando intentó la etapa de “seducción” de Kristalina Georgieva y la intervención del papa Francisco. Casi nada cambió en el board del organismo desde esos intentos. ¿Quizás cambie ahora? Del costado financiero, la reunión con los gobernadores desató otra ola de pesimismo en los mercados: cayó la paridad de los bonos y el riesgo país alcanzó los 1.800 puntos, con el dólar blue superando los $ 208. A esto se sumaron los últimos datos de expectativas de inflación, con proyecciones de 4% o más en enero y del 60% para el año. ¿Qué podría ocurrir en las próximas semanas? La negociación con el FMI continúa en el centro de la gestión política del Presidente, con escaso éxito hasta ahora aunque podría mejorar el escenario. Existen decisiones políticas que se deben saldar dentro del oficialismo, con el ala más dura K y de La Cámpora, y también en Washington DC sobre si el FMI cede algo o no a los pedidos argentinos. Con respecto a la economía real, no hay grandes cambios: con acuerdo la inflación estaría cerca del 60% anual y el nivel de actividad apenas superaría el 2%; sin acuerdo, las perspectivas serían mucho más negativas. 

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