Los probióticos, un arma para el combate de la enfermedad celíaca
OPINIÓN

Los probióticos, un arma para el combate de la enfermedad celíaca

La celiaquía es una enfermedad intestinal de carácter autoinmune (nuestro cuerpo sintetiza anticuerpos, inmunoglobulinas, que atacan a nuestras propias células, tejidos y órganos) que requiere para manifestarse de una predisposición genética de la persona (ser portadora de las variantes genéticas DQ2 o DQ8 de HLA (“human leucocyteantigen” o antígeno leucocitario humano), una alta actividad de la enzima transglutaminasa tisular y de la ingesta de alimentos que contengan gluten. 

El gluten, presente en el trigo, avena, cebada y centeno (TACC), es un conjunto de proteínas ricas en los aminoácidos prolina y glutamina (principalmente gliadinas y gluteinas) que al ser metabolizadas a nivel intestinal generan péptidos ricos en prolina que pueden atravesar la barrera intestinal y gatillar una respuesta inmunológica exacerbada y patológica. 

El tratamiento actual contra esta enfermedad consiste en la eliminación total del gluten de la dieta (alimentos sin TACC). La información científica actual tiende a otorgar a la microbiota intestinal (el conjunto de microorganismos, principalmente bacterias, que habitan en nuestro intestino) un rol importante tanto en la prevención como en la predisposición a enfermedades del tracto digestivo incluyendo a la enfermedad celíaca. Dentro del conjunto de bacterias intestinales beneficiosas para el ser humano, se encuentran los probióticos. Estos al ser ingeridos, o estar presentes en suficiente cantidad, producen un efecto beneficioso sobre la salud de las personas. Los probióticos más conocidos son los lácticos (principalmente lactobacilos y bifidobacterias), que como su nombre lo indica están relacionados a alimentos derivados de la leche (por ejemplo, yogures). 

Existen numerosas evidencias científicas sobre la capacidad de los probióticos lácticos para ayudar a reestablecer el equilibrio de la flora intestinal, evitar el trasvasamiento de sustancias nocivas (como los péptidos inmunogénicos de la gliadina) a los tejidos a través del fortalecimiento de la barrera intestinal y de degradar el gluten a péptidos lo suficientemente pequeños como para evitar su inmunogenicidad, y así su potencialidad para prevenir o mitigar la enfermedad celíaca. 

Sin embargo, uno de los grandes inconvenientes de los probióticos lácticos, junto a otros factores, es su sensibilidad al oxígeno del aire, a la acidez del estómago (por donde deben pasar antes de arribar al intestino) y a las sales biliares y péptidos microbicidas del intestino, todo lo cual puede llevar a que se encuentren en cantidades insuficientes para producir sus efectos beneficiosos. 

Además de los probióticos lácticos, existen los probióticos esporulados representados por bacterias formadoras de esporas del género Bacillus (B. subtilis, B. coagulans y B. clausii) que son mucho más resistentes y estables que los probióticos lácticos y son capaces de arribar y mantenerse viables y activos en el intestino de la persona. Los probióticos esporulados pueden ser incorporados en numerosos tipos de alimentos sin alterar sus propiedades organolépticas (gusto, sabor, aroma), ni necesidad de refrigerarlos ni de otro tipo de cuidados para su conservación debido a la gran estabilidad de sus esporas. 

En un reciente estudio, un equipo internacional de investigadores de EE.UU., Holanda y Alemania, reportaron que un tipo particular de proteasas (proteínas que degradan otras proteínas) producidas por Bacillus (subtilisinas) eran capaces de degradar de manera eficiente a la gliadina abriendo una nueva alternativa saludable y natural para combatir a la enfermedad celíaca. Estos investigadores estudiaron un tipo particular de subtilisina de grado alimentario humano llamada natoquinasa. 

La natoquinasa es producida por diferentes cepas de B. subtilis variedad natto, incluyendo al probiótico B. subtilis DG101 (probiótico Kyojin). Además de la capacidad in vitro de degradar gliadina, la natoquinasa posee un efecto importante en la prevención de formación de trombos(ayudando a evitar accidentes cerebrovasculares) y en la regularización de la presión sanguínea a valores normales. 

Hoy por hoy, el único tratamiento disponible contra la enfermedad celíaca es una dieta 100% libre de gluten, lo cual produce un grave estrés psicológico y social para la persona que siente afectada de sobremanera su calidad de vida. La posibilidad de incorporar a los probióticos en la lucha contra la enfermedad celíaca abre una luz de esperanza y un camino a transitar entre los pacientes y sus médicos para un mejor manejo y mitigación de dicha enfermedad.

Dr. Roberto Grau, Profesor de Microbiología, Universidad Nacional de Rosario, e investigador del Conicet.

COMENTARIOS