Ante la inseguridad, Axel Kicillof respaldó la gestión de Sergio Berni.
Ante la inseguridad, Axel Kicillof respaldó la gestión de Sergio Berni.
PANORAMA PROVINCIAL

La crisis por la inseguridad se sumó a la tensión política

El mal endémico que representa la inseguridad en la Provincia volvió a mostrar su peor cara. Tres asesinatos en el transcurso de un puñado de horas, en el Conurbano, sacudieron la sensibilidad social y dejaron una vez más expuesto un flagelo que no encuentra vías de solución. Para el oficialismo bonaerense, ese rebrote del delito llegó en el peor momento en términos electorales y contribuyó a ahondar un malhumor ciudadano con el Gobierno.
Esos hechos de por sí conmocionantes quedaron amplificados por errores propios del Frente de Todos. Los famosos “tiros en los pies” esta vez fueron disparados por el ministro de Seguridad Sergio Berni, que no reparó en ese contexto sensible para salir a pasarle facturas internas a La Cámpora.
Berni está furioso con Máximo Kirchner. Lo dice tanto en público como en privado. Le reprocha errores groseros en la estrategia electoral que, a juicio del ministro, contribuyeron a consolidar la derrota bonaerense en las PASO. Berni era uno de los dirigentes que sostenía la necesidad de que la lista que encabeza Victoria Tolosa Paz tuviera competencia para poder sumar por dos canastas. Se lo dijo al hijo de la vicepresidenta en una reunión por demás áspera. Se lo reiteró en una de las últimas reuniones de gabinete provincial a Andrés “Cuervo” Larroque, el lugarteniente de Máximo en el equipo de Axel Kicillof. “Vos venís a traer las indicaciones del otro (por Máximo) y la estrategia electoral fue una porquería”, lanzó ante el silencio sepulcral de los presentes. Enarbola el ejemplo exitoso de Juntos, que con las boletas de Diego Santilli y Facundo Manes cosechó por varios frentes.
Kicillof asiste a la furia de su ministro y garabatea gestos de contención. El gobernador no quiere que Berni se vaya, básicamente, porque siente que, más allá de las formas, no tienen reproches de fondo para hacerle. Le elogia su disposición al trabajo y a la impronta omnipresente de poner la cara en todo momento. Esas cualidades pesan, para Kicillof, tanto como otros asuntos un poco más domésticos. La eventual permanencia de Berni en el gabinete provincial implica oficiar de tapón para la ambición de los intendentes del peronismo que desembarcaron en el Ejecutivo, de coronar a uno de sus pares en la cartera de Seguridad.
Cerca del mandatario bonaerense reafirman la intención de que el actual ministro se quede. “Por otra parte, nadie está proponiendo un nombre mejor”, lanzan con formato de dardo envenenado al núcleo de intendentes peronistas. Al menos estiman que en Seguridad no habrá cambios hasta el 14 de noviembre, el día en que quedará en evidencia si el Frente de Todos logró dar vuelta el resultado adverso de las PASO. Luego, se abrirá un abanico de pesada incertidumbre en el que todas las alternativas parecen posibles.
Existe un dato que se maneja en despachos oficiales que parece comenzar a consolidar una pesada presunción: las posibilidades de que el oficialismo crezca a partir de una mayor afluencia de votantes tendría un techo no tan alto como se presumía. De ese hipotético millón más de votantes que concurrirían en noviembre y que faltaron en las PASO, el Frente de Todos tendría que quedarse con 600 mil para cambiar la foto de las Primarias. 
Esa cuestión comienza a ser aceptada, de a poco, en los círculos cercanos a Kicillof. “Nuestro objetivo de máxima ahora es poder sacarle la mayoría a la oposición en el Senado”, admiten. Esa empresa, estiman, podría coronarse con alguna mejora electoral módica en secciones del Interior donde el gobernador apunta sus cañones desde hace varias semanas.

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