Paso a paso... las PASO
TRIBUNA DEL LECTOR

Paso a paso... las PASO

Hemos iniciado el camino hacia estas elecciones llamadas PASO. Paso a paso. Unos con entusiasmo, otros con dudas, y muchos con escepticismo.
Siempre que estamos ante una elección nos parece que ella tiene enorme trascendencia. Y esta parece serlo. Sin embargo, casi todo lleva a negarle ese carácter. Porque vamos a elegir apenas, Candidatos a legisladores, cuya incidencia, si es que son elegidos en noviembre, para un Gobierno como el actual no anticipa cambios sustanciales, habida cuenta de la obediencia que el Poder Ejecutivo le impone a los suyos. Además, porque bien sabemos de la intrascendencia de una bancada minoritaria en su intención de producir cambios. Y porque es muy probable que la composición de los bloques no se modifique de modo significativo. No hay, además, en juego un proyecto de país frente a otro proyecto de país. Por lo menos estructurado. Y entonces las Cámaras son, apenas, el ámbito de vanidades y frustraciones en el que naufragan las intenciones mejores.
¿Alguien puede acaso creer que, a este Gobierno, al que le quedan dos interminables años de despropósitos, lo va a modificar el resultado electoral de septiembre o de noviembre?

Claro que no. Sin embargo, puede abortar las varias opciones absolutistas que se le puedan abrir.
Pero hay algo más que produce la apatía y el descreimiento en parte importante del electorado. Y ello está vinculado al descrédito de la Política. Es sabido que ella es una de las actividades más elevadas que un hombre puede realizar porque ella tiene por objetivo principal establecer las prioridades que se imponen en una sociedad. Si los que la practican, es decir los políticos, no están a su altura la responsabilidad es de ellos y de quienes los eligieron; no de la Política (con mayúscula).
Desde hace un tiempo las inconductas, las deslealtades, los zigzagueos, los cambios desembozados que las apetencias de poder producen, junto a la ausencia de formación intelectual y moral necesaria para actuar en la difícil tarea de representar a la sociedad, ha producido un peligroso descreimiento en su clase política. Es que han aparecido los nuevos saltimbanquis, que se levantan a la mañana en un partido y se acuestan a la noche en otro. Esto nos hace recordar tiempos en los que la identidad con la historia, con las ideas, con la sustancia, con la mística y con la dirigencia del partido duraba toda una vida.
Sin confianza no hay República. Todavía se escucha, como una letanía, la voz de Lebensohn diciendo “conducta, para que nos crean”. Tal vez esta deslúcida elección sirva para que iniciemos otro camino: el de empezar a gestar una nueva clase dirigente.

Julio Ginzo 
DNI 4964399

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