Facundo Manes le permitió al radicalismo advertir que puede ganar una elección por su propia historia.
Facundo Manes le permitió al radicalismo advertir que puede ganar una elección por su propia historia.
PANORAMA PROVINCIAL

Escenario de tensiones muestra aprestos para una disputa mayor

Los radicales, duchos en la tarea de ir seguido a internas, se veían venir que en algún momento se rompería el clima de concordia entre su candidato Facundo Manes y el del PRO, Diego Santilli. El error de cálculo no tuvo que ver con ese vaticinio sino con lo rápido y virulento que aconteció.
Existen una serie de elementos que contribuyen a que la campaña electoral del principal espacio opositor en la Provincia esté bien lejos de ser desangelada. En primera instancia, porque apareció en escena Manes, un candidato que viene de alguna forma a intentar romper el statu quo bonaerense. Sus declaraciones no parecen dejar dudas: para mostrarse como algo novedoso, un candidato que viene por afuera de las estructuras partidarias aun cuando simpatiza con la UCR, necesita tomar distancia del Gobierno de Cambiemos que terminó con la salida de poder de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.
Esa sola circunstancia hace ruido en el PRO. Sus principales figuras como Horacio Rodríguez Larreta y el propio Santilli prefieren bajar el perfil y eludir los cruces. Pero para el radicalismo no todo es lo que aparenta: la sospecha instalada es que la filosa lengua de Elisa Carrió, aliada al jefe de Gobierno porteño, es el ariete que se utiliza desde Capital Federal para horadar la imagen del neurocientífico.
El otro asunto es mucho más profundo. Larreta, Manes, el radicalismo y el PRO están librando una batalla que en realidad es un paso intermedio a la confrontación final por la candidatura presidencial por la oposición para 2023.
Para el jefe de Gobierno porteño es crucial que Santilli derrote al radicalismo para potenciar sus aspiraciones. Para la UCR, al menos la bonaerense, resulta clave que Manes le gane al PRO o haga una gran elección, porque automáticamente instalaría al partido en la Provincia luego de largas décadas de sequía.
Pero el clima de tensión que se viene generando empieza a preocupar en Juntos por el Cambio. Hay dirigentes que comienzan a sentir temor de que después de las PASO no haya tiempo ni lugar para reconstruir un espacio que está crujiendo. Más aún cuando tras las PASO, cualquier chance de triunfo en la Provincia en las generales de noviembre solo será posible si el ganador lograr retener todo el voto del espacio.
Mientras balconea esa tensión ajena, el Gobierno bonaerense movió algunas fichas pensando en la campaña. La salida de Daniel Gollan del ministerio de Salud no solo tiene que ver con que será candidato a diputado nacional: presenta íntima vinculación con la amenaza de un rebrote del coronavirus, ahora con el formato de la temida variante Delta que comenzó una lenta circulación comunitaria.
No estaba en los planes de Kicillof deshacerse ya de Gollan, pero la incertidumbre apremia. “Estamos rodeados”, grafican en la Gobernación al referirse a la Delta y los contagios que se registran en Capital Federal y Córdoba que podrían irradiar bien rápido a territorio bonaerense donde comenzaron ya a registrarse casos. No parecía una situación cómoda para un ministro, en especial de Salud, hacer campaña en esas circunstancias.
En ese panorama, Kicillof apenas si pudo inscribir dos nombres en las listas: Carlos “Cuto” Moreno Teresa García. Esa geografía oficial acaso empiece a mostrar parte del futuro. También, que no solo la oposición se juega en estas elecciones parte del proyecto 2023.

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