MARKETING APLICADO

Recarga positiva

Una historia de encuentros.

Cuando el viernes me encontré con Carlitos jamás imaginé estar hablando de esta columna. Mucho menos recibir su reconocimiento como lector que, para mi sorpresa, me acompaña todos los domingos. Quizá el escepticismo se fundaba en la experiencia que tuve hace más de 10 años, cuando al vincularme con el marketing se mostró esquivo y distante como quien no tiene intenciones de saber de que trata la profesión. 
Ya en aquella época se notaba una paulatina evolución de su estación de servicio. Un modelo de negocio que crecía de la mano de la diversificación. Desde el expendio de combustible hasta un lomo espectacular. Sospecho que él no lo notaba, pero su esfuerzo necesitaba de una vuelta de rosca, la que llegó con el re-cambio generacional. 
Visitar hoy la estación es encontrar su historia y dedicación. De hecho él mismo sigue ahí, erguido con la actitud del primer día. Pero también es observar detalles de excelencia, calidad y calidez. Sus productos, la forma de atención, organización, prolijidad y ambientación. Una nueva forma de concebir el negocio, un pensamiento diferente. 
Retomando detalles del encuentro casual, luego de saludarme me regaló halagos puntuales a unos párrafos del 2017 que, sin que él lo sepa, referían a su propia historia. Una de tantas otras empresas juninenses que se sostienen en el encuentro de padres e hijos debatiendo ideas. Desde la creación hacia la continuidad como proceso de tránsito complejo pero necesario. 
Carlos llevaba puesto un sombrero y sistemáticamente se lo ajustaba al hablar, es ahí donde encuentro la teoría de  “Seis sombreros para pensar”. Quizá tenga relación con esta linda historia familiar, donde fue necesario utilizar la técnica de Edward De Bono para fomentar el pensamiento paralelo, ampliar la mirada y separar el ego del desempeño. 
Hoy el resultado indica que Carlitos se sacó por un momento el sombrero negro, ese que se vincula a la cautela y a los aspectos negativos asociado a cualquier proceso de cambio y se puso el amarillo pensando positivamente que puede funcionar y ofrecerá beneficios. Dejando de lado el rojo de la emoción, para calzarse el blanco de los datos disponibles. Hoy la realidad es que con una base sólida y la estructura que él mismo supo forjar, su estación se adaptó a los tiempos y sigue siendo una de las mejores de la región. Una recarga positiva, la relacionada con el acercamiento de Carlos a estos conceptos y naturalmente la que ofrece la estación como testigo del paso del tiempo y protagonista de una evolución multi generacional. Gracias Carlitos!

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