Entre los tantos dramas que surgieron de los errores y desatinos en la lucha contra la pandemia se destacan los errores en materia de adecuar la Educación a la cuarentena con el objetivo ciego de la parálisis total de esta. Pese a la información internacional y científica de que las aulas no contagiaban, y sin tener en cuenta la opinión del ministro del área, se ordenó el cierre de escuelas mediante un simple DNU.
Por suerte la ciudad de Buenos Aires recurrió y obtuvo un fallo favorable de la Justicia.
Provincias gobernadas por Juntos por el Cambio como Mendoza, Jujuy y Corrientes desconocieron parcialmente dicho decreto, y a fuerza de ser sinceros, provincias gobernadas por el Justicialismo tomaron en algunos casos una decisión similar. Les quedó en cambio al oficialismo como símbolo las provincias de Formosa, Santa Cruz y Buenos Aires.
El aula era la última a cerrar por su condición en las tareas de socialización, horarios, disciplina, alimentación, etc. Por supuesto afectando a más del 50% de la población juvenil que está por debajo de la línea de pobreza y que no tenía alternativa para desarrollar las actividades señaladas. Lo dicho aleja la mentirosa realidad de priorizar la lucha contra la pobreza postergando estas actividades y condenando a millones de jóvenes a una disminución de su capacidad futura.
Completando el dislate y creyéndose iluminados propusieron el lenguaje inclusivo, obligando el Estado a su uso. Vaya como recuerdo a fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX cuando la oleada de inmigrantes hizo que casi millones de argentinos hablaran un pseudo idioma llamado “jeringozo”, y sin embargo a nadie se le ocurrió su enseñanza obligatoria.. Por suerte este disparate ya fue descartado por la Real Academia Española.
Me viene el recuerdo de la última reunión de la Academia de la Lengua en la ciudad de Rosario donde después de un debate encabezado por el inolvidable Roberto Fontanarrosa, él mismo incorporó una palabra que para muchos es descalificadora. No quiero igualar a los que tuvieron la iniciativa condenable con ese vocablo, pero sí demuestra que hay quienes hacen trascender disparates para exhibirlos ante la opinión pública.
Mucho va a costar recuperarnos de estos desaciertos que creo que aplicando el viejo dicho “para muestra basta un botón” marca la decadencia en esta como en tantas otras áreas a las que nos ha llevado el oficialismo.<
(*) ex senador de la Nación (UCR- CABA)
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