EL ESCENARIO

Falta de diálogo y pandemia: el peor de los mundos

Se declama permanentemente, en un campamento y otro de la política juninense, pero no es más que eso, una declamación que no se traduce en hechos, justamente en un contexto de crisis aguda -sanitaria y económica- por los efectos de la pandemia. Y, mientras ,la sociedad reclama acuerdos básicos para atravesar una coyuntura con más dudas que certezas. 
Pero esta falta de correlato entre el discurso y las bases materiales de la sociedad no es exclusiva de ningún partido político en particular, sino que atraviesa, en mayor o menor medida, a toda la clase dirigente. Una clase política que se posiciona, así, de espaldas a la ciudadanía. Y queda entrampada en las mezquindades del cálculo electoralista o la conveniencia partidista.
La responsabilidad del diálogo tampoco es exclusiva de un sector político, antes bien, atañe al conjunto de los representantes, que mantienen una deuda impostergable con el pueblo: trabajar denodadamente por el consenso. Y, más importante aún para la democracia, respetar el disenso, que es siempre enriquecedor y emancipador.  
Tampoco es tiempo de eslóganes o postulados “universales” que, por sus contradicciones intrínsecas, solo pueden generar alguna suspicacia, sobre todo si no se miden los alcances o no se contrastan las medidas propuestas con datos inequívocos de la realidad. 
Dicho de otro modo, salud y economía caminan por veredas distintas en la pandemia, pues a mayor circulación, mayor contagio. Así ha quedado de manifiesto en el mundo. Por eso, encontrar este difícil y necesario equilibrio no puede ser la resultante de cruces políticos y mensajes “vacíos”, sino de un somero análisis de la situación que conduzca a lograr acuerdos básicos. 
Quizás Albert Camus tenía razón, cuando en la novela “La Peste” esgrime que “puede parecer una idea ridícula, pero la única manera de combatir la plaga es la decencia”.