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Axel Kicillof es partidario de aplicar restricciones más duras durante dos semanas.
PANORAMA PROVINCIAL

Kicillof en pandemia: palos a Larreta y malestar con Alberto

Se lo vio un tanto incómodo. También, quizás un poco más acorde a su estilo, enfático. Esas dos pinturas sobre el ánimo que exhibió sin tapujos Axel Kicillof sobre el final de la semana en la conferencia de prensa en la que anunció el nuevo plan oficial bonaerense para enfrentar la pandemia, también pueden leerse en clave política. Quizás ayuden a describir esa mezcla de sensaciones que conviven hoy en el gobernador.
En el Ejecutivo provincial aguardaban que Alberto Fernández fuera un poco más allá con las restricciones que finalmente dispuso para enfrentar la segunda ola de contagios. Algunos de sus funcionarios fueron enfáticos durante los días previos en la necesidad de un cierre fuerte por entre dos y tres semanas para frenar la circulación del virus y evitar, afirman, el colapso del sistema sanitario. Por eso, para la Provincia, la decisión del Presidente se quedó corta.
Quizás no haya mejor muestra para graficar ese malestar de Kicillof que aquella frase que disparó el viernes: “No hay que decidir mirando las encuestas”, sostuvo al reconocer que las restricciones generan un amplio rechazo ciudadano. Tuvo mucho de dirigida a Horacio Rodríguez Larreta, transformado ya desde hace un tiempo en el blanco preferido del oficialismo, producto de su rechazo a dar marcha atrás con las clases presenciales. Pero también impactó en parte sobre la Casa Rosada.
Algunos funcionarios de Kicillof no terminan de digerir cierta actitud del Presidente que juzgan condescendiente con el alcalde porteño. Esa incomodidad quedó plasmada además en el renglón de las diferenciaciones. La Provincia terminó adhiriendo al DNU de Alberto Fernández, pero le añadió la puesta en marcha de una serie de medidas de índole social que, por otro parte, refleja la mirada de fuerte preocupación por la situación que viven los sectores más postergados del Conurbano, donde el incesante aumento de los precios de los alimentos empuja cada vez más gente a la pobreza. Esa decisión tiene, además, una mirada política. Es justamente ese sector social, el principal punto de apoyo electoral del oficialismo.

Roces en la oposición
La oposición afronta también un escenario de roces. La más palpable, con impacto en la Provincia, la que libran el ala moderada y la más dura del PRO corporizada en las figuras de Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Esa disputa excede la diferencia de visiones sobre el manejo de la pandemia y las clases presenciales, motivo de la crítica de la exministra de Seguridad al alcalde porteño. Se trata de una pulseada aún más potente, íntimamente ligada a las aspiraciones presidenciales de Larreta y su armado bonaerense al que resiste el macrismo más ortodoxo.
Como principal escudera del legado político de Mauricio Macri y del antikirchnerismo, Bullrich resiste el desembarco de Diego Santilli, el preferido de Larreta para encabezar el armado bonaerense de Juntos por el Cambio. Cuenta con un aliado central: el intendente de Vicente López, Jorge Macri. Como al pasar, el primo del expresidente lanzó que en medio de la pandemia ningún funcionario debería distraerse en otra cosa que no sea ocuparse de la crisis sanitaria. Un palo sin escalas para el plan Santilli.
Esas resistencias vuelven sobre la figura de María Eugenia Vidal. La exgobernadora levantó el perfil y sigue sin definir futuro político y rol electoral: si jugará en Provincia o en Capital, apadrinada por el alcalde porteño. El principal espacio opositor aguarda la decisión de la exgobernadora, que acaso pudiera ordenar el tablero bonaerense y evitar una interna desgastante. Pero Vidal se aferra al misterio y aguardará algún tiempo más para resolver. Larreta sueña con concretar el enroque de jurisdicciones de sus dos alfiles. El macrismo duro es la pesadilla de su plan.

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