Alberto Fernández, a la hora de aplicar las restricciones por la pandemia, se inclinó por la postura más rígida de Axel Kicillof.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

Todos quedan sin margen de maniobra

El Gobierno prepara el terreno para extender las restricciones frente al avance de la pandemia y Alberto F. juega en tándem con Kicillof, ante la resistencia de Larreta. La oposición aceptó aplazar las PASO como un mal menor, ante un sistema sanitario que corre el peligro de desbordarse.

El Gobierno empezó a preparar el terreno para disponer la extensión de las restricciones que regirán hasta el próximo viernes. El presidente Alberto Fernández y el gobernador Axel Kicillof se mueven en tándem y traccionan en esa dirección, mientras que el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta resiste la suspensión de las clases presenciales y aguarda un pronunciamiento de la Corte. Aunque, en rigor, la pandemia achicó el margen de maniobra de todos ellos.
Alberto F. y Kicillof señalan a la ciudad de Buenos Aires. Sostienen que el sistema sanitario está ocupado al 100% en el sector privado y en un 80% en la red de hospitales públicos, pero no admiten que el 40% de los internados tienen domicilio en el Conurbano bonaerense. En cambio, advierten que la creciente falta de espacio en los sanatorios porteños derrama sobre la Provincia. Ya quedó claro que el Presidente dejó de actuar como el árbitro político del AMBA.
Por el contrario, el mandatario se inclinó por la postura más rígida de Kicillof, quien cuenta con el apoyo determinante de Cristina Kirchner, y no oculta su malestar con la judicialización que emprendió Larreta para defender la autonomía de decisión de CABA. 
La denuncia de la titular del PAMI, Luana Volnovich, contra el deficitario plan de vacunación de la ciudad de Buenos Aires para los jubilados se inscribió en esa disputa. A tal punto, que la funcionaria no hizo una presentación judicial, sino que se limitó a reflejarlo en la red social Twitter. 

Las clases y las PASO
Al mismo tiempo, las encuestas reflejan una mayoría social favorable a la permanencia de las clases presenciales, por lo que tanto Fernández como Kicillof reconocieron en sus discursos que las medidas de restricción son “antipáticas”. En un año electoral, sin embargo, tampoco la oposición puede seguir tirando de la cuerda y así lo terminó de asimilar la mesa nacional de Juntos por el Cambio, al aceptar la prórroga por un mes de las PASO y también de las elecciones legislativas.
En la decisión de la principal coalición opositora hubo un razonamiento preventivo: sus principales referentes legislativos temen que, de no alcanzar un acuerdo con el Gobierno, el Frente de Todos avance en el Congreso con la suspensión lisa y llana de las elecciones primarias. No se trata de un temor infundado, porque en la coalición oficialista aseguran contar con más de 130 votos en la Cámara de Diputados para modificar el cronograma electoral. Y en el Senado, sería un trámite.
En la línea histórica, julio es el mes que registra los picos de enfermedades respiratorias. El Covid-19 se monta sobre ese cuadro adverso. No obstante, una avanzada oficialista de ese tenor rompería todos los puentes políticos –que por cierto no están en buen estado- entre el oficialismo y la oposición, en un tiempo que está marcado por la angustia colectiva que provoca la pandemia en términos sanitarios y también económicos. La situación se agrava no sólo por la falta de camas de terapia intensiva y de personal para atenderlas, sino además porque la economía sigue apretando a las familias argentinas.
Las diferencias internas en el Gobierno no colaboran para nada: el ministro de Economía, Martín Guzmán, viene de advertir que no hay margen para aguantar otro cierre de la actividad, como el de la extensa cuarentena del año pasado, mientras que los senadores del FdT alineados con la Vicepresidenta, le reclaman que utilice los derechos especiales de giro del Fondo Monetario -unos 4.350 millones de dólares- para financiar los cuantiosos gastos extra que insume la pandemia.
Guzmán, que viene de una gira en procura de obtener el apoyo de las potencias europeas para llegar a un acuerdo razonable con el FMI y el Club de París, pensaba destinar el giro del Fondo para pagar los próximos vencimientos de deuda con ambos organismos. Pero ahora, los senadores oficialistas salieron a marcar la cancha y el ministro optó por no responderles, mientras crecen las especulaciones sobre si contará con el respaldo suficiente para hacer prevalecer su criterio.

El tema de las retenciones
La intervención del ala kirchnerista del Frente de Todos en la política económica también se expresó con la advertencia de la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, de una posible suba de las retenciones a las exportaciones agroindustriales, lo que volvió a poner en guardia a las organizaciones del campo argentino. El sector tampoco avala el proyecto kirchnerista para modificar el régimen de biocombustibles, que le resta participación en favor de las petroleras, cuyo lobby estuvo muy activo para equilibrar la presión del campo.
El propio Máximo Kirchner, uno de los promotores de la iniciativa, quedó entrampado con otro proyecto de su autoría, el impuesto a las grandes fortunas, que lo incluye y por el cual pidió pagar en cuotas. Más allá de las discusiones colaterales, el oficialismo pone el foco en la provisión de vacunas contra el coronavirus: el presidente Fernández expresó su malestar al Ceo del laboratorio AstraZeneca para América Latina, que demora los plazos de entrega que figuran en los contratos.
El enredo es tan notorio que la Justicia avanzó con allanamientos al laboratorio del empresario argentino Hugo Sigman y al Ministerio de Salud. A su vez, en la cartera sanitaria festejaron el anuncio del laboratorio Richmond, que avanza junto al instituto Gamaleya ruso en la producción local de la vacuna Sputnik-V, aunque esto llevaría varios meses.
Las autoridades aguardan entre este fin de semana y el miércoles el arribo de tres vuelos -dos de Aerolíneas Argentinas y uno de Lufthansa- con 384.000, 371.200 y 248.800 dosis a bordo, para darle continuidad al plan de vacunación que se ralentiza por los baches en la provisión. Las relaciones políticas entre el Partido Justicialista y el PC chino, el partido único del gigante asiático, contribuyen a la llegada de vacunas, al tiempo que despiertan el recelo de los Estados Unidos.
El Gobierno recorre los sinuosos caminos de la geopolítica mientras afronta el peor momento de la pandemia en la Argentina. La última semana fue pródiga en malas noticias: el miércoles fue superada la barrera de los 60.000 muertos y el viernes hubo un récord de decesos (557). El trágico accidente del ministro de Transporte, Mario Meoni, un cultor del diálogo político, sumó pesar y tristeza a una administración que ya está agobiada por los deplorables efectos del coronavirus.