¿Retroceso exportador con más dilución del Mercosur?
OPINIÓN

¿Retroceso exportador con más dilución del Mercosur?

El debate vía zoom del Presidente Alberto Fernández con su par uruguayo Lacalle Pou, en el encuentro de presidentes del bloque del Mercosur la semana última; la renuncia de la Argentina a continuar en el Grupo Lima, organismo integrado por más de veinte países de la región; o las reuniones del Ministro Martín Guzmán en Washington, con funcionarios del Tesoro norteamericano y con la titular del FMI, Kristalina Gueorguieva, ARCHIVO tienen escaso impacto en los ciudadanos de a pie, que sienten muy lejanos a estos encuentros y sin efecto concreto en sus vidas cotidianas. Los índices de inflación o los cambios en ganancias en los salarios al contrario, son vivencias inmediatas que afectan a sus bolsillos y niveles de vida. Pero que la percepción popular no sea significativa, no significa que sean solo “ruidos” de la política en un olimpo lejano e inaccesible. Al contrario, con rezago, estos eventos políticos terminan definiendo el rumbo económico y social que sigue un país en el largo plazo y, por tanto, las oportunidades de sus ciudadanos de progresar, con mejores empleos y remuneraciones.

ESTANCAMIENTO

El estancamiento de décadas que lleva la Argentina, sin creación de empleos privados ni inversiones, se nutre de esas percepciones, aunque de buena parte de la dirigencia del país y sus expresiones políticas, que imaginan cualquier cosa es posible, independiente de lo que ocurre en el resto del mundo. Así renuevan cada tanto, la idea de una Nación independiente en lo económico, frase que expresa la fábula de un país aislado, autosuficiente, que no necesita de vínculos con el sistema comercial y financiero mundial, que llega a hablar de “la maldición de exportar” (diputada Vallejos dixit) y que se completa con la condena del sector privado (que genera ganancias e invierte) y su reemplazo por el estado. En “Vivir con lo nuestro”, de Aldo Ferrer, se dio popularidad a estas conjeturas económicas, aunque hace 40 años, cuando no existía Internet, la revolución tecnológica, la caída del Muro de Berlín, la globalización y sin considerar la coyuntura en que ese libro fue presentado en los inicios de la gestión del Presidente Raúl Alfonsín. La última semana, esos mitos de autosuficiencia parecen haberse convertido en políticas de la administración del Presidente Alberto F., aunque con la amalgama electoral de octubre próximo y escasa diplomacia. El debate de los cuatro presidentes, el viernes pasado en el Mercosur, “se pareció más a una terapia de parejas que a una renovación de los votos”, como describió Martín Tocar en el Observador de Uruguay, en donde Alberto F. aprovechó el escenario para presentarse como defensor del mercado interno, ofendido por la referencia de “lastre”, ante los intentos “neoliberales” de los otros tres presidentes, Bolsonaro, Lacalle Pou y Abdo Benítez. La verdad es otra bastante lejana, aunque lo ocurrido muestra que el bloque comercial está en crisis total y que lo más probable es que se rompa de manera definitiva o se diluya en el tiempo.

 El gobierno de Uruguay ya señaló que no abandonará su proyecto de “flexibilización”, iniciativa que con matices acompañan Paraguay y Brasil. ¿Qué es la flexibilización? Como unión aduanera, los cuatro socios del Mercosur deben estar de acuerdo para avanzar con nuevas negociaciones. Alberto F. se negó ahora a acompañar las negociaciones comerciales del bloque con Corea del Sur, Canadá, Líbano y Singapur que, en realidad había avalado un año atrás. Flexibilizar significa permitir a los otros socios del bloque avanzar con esas conversaciones y permitir acuerdos parciales. Hace tiempo también está en debate una reducción al arancel externo. La urgencia de los otros integrantes del bloque se explica por la necesidad de no perder nuevos mercados y potenciar sus exportaciones. Alberto F. conoce esa agenda que debiera completarse con una próxima reunión de cancilleres del bloque el 22 de abril próximo. El encuentro del viernes último era para festejar 30 años del bloque aunque terminó en una pelea de alcoba.

LAS EXPORTACIONES

Precisamente, el gobierno argentino debiera estar preocupado por el pobre desempeño de las exportaciones argentinas. El último informe de coyuntura de Fundación Mediterránea hace la siguiente síntesis. “Las exportaciones argentinas de bienes alcanzaron los USD 54,9 mil millones en el año 2020, mostrando un fuerte retroceso (16 por ciento interanual).

 En divisas, se trata de la tercera caída más profunda de los últimos 30 años, sólo superada por lo sucedido en los años 2009 (-20 por ciento) y 2015 (-17 por ciento), mientras que en volúmenes sería la más importante del período (-13 por ciento). El ajuste del sector externo se explica en gran medida por la pandemia COVID-19 y las Políticas de Aislamiento (propias y de terceros); ahora bien, debe advertirse que, de acuerdo a información preliminar, el comercio global se habría contraído entre 6 por ciento y 7 por ciento en 2020, es decir menos de la mitad que las exportaciones argentinas, señal de presencia de factores locales influyendo sobre el desempeño negativo de nuestros envíos”.

 La Argentina exportaba hacia los años ’50 el 1,9 por ciento del total mundial de ventas externas y 30 años después esa participación cayó al 0,4 por ciento. Según Marcelo Elizondo, en esos años, el total mundial de exportaciones creció 30 veces y 7 veces las de Argentina. En la última década (de 2010 a 2019), el comercio mundial aumentó 34 por ciento y el de Argentina 5 por ciento negativo. En el año 2020, ese porcentaje de participación sería el más bajo de la historia, por debajo del 0,30 por ciento. Como se puede advertir, la información estadística es contundente sobre el desempeño exportador que, de igual manera, significan menos empleos de alta calificación y mayor ingreso. ¿El Presidente Alberto F. se propone continuar con esta falacia de “cuidado” de nuestro mercado, o reconocer que realmente existe algún “lastre”?

COMENTARIOS