Alberto Fernández en el Comando de Operaciones montado en el Centro Cultural de Lago Puelo junto al intendente de esa localidad y los de El Hoyo, El Maitén, Epuyén y Cholila.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

Asoman discrepancias en el Gabinete

La sucesión de Losardo en Justicia se convirtió en un drama político para Alberto Fernández y Guzmán está bajo asedio de “fuego amigo”.

“Estamos bien. Fue un susto. La gente puteaba al gobernador por la minería. Le dijimos que no viniera, que queríamos estar directo con la gente y los intendentes, pero igual vino y se armó el quilombo”. Así describió ayer un integrante de la comitiva presidencial el ataque que sufrió la combi en la que se desplazaban Alberto Fernández y varios funcionarios en Lago Puelo, en la zona cordillerana de Chubut, que encendió luces de alarma por las notorias falencias en la seguridad del primer mandatario.
La improvisación del operativo que rodeó al Presidente quedó a la vista de todos: hubo pocos efectivos policiales y no se armó la “cápsula” con la que los custodios preservan a la delegación nacional cuando hay salidas a las Provincias. Para colmo, una patota del gremio UOCRA -reclutada en Esquel- hizo las veces de guardia pretoriana y la situación empeoró porque enardeció a los manifestantes contra la megaminería, que están enfrentados al gobernador Mariano Arcioni.
Chubut es una caldera a punto de explotar. La devastación que provocaron los incendios en la comarca andina es una más de las calamidades que afectan a la provincia patagónica desde hace varios años. El Gobierno nacional demostró sensibilidad al anunciar un paquete de ayuda a los pobladores que perdieron todo, pero no previó lo que significaba la presencia del presidente en el lugar. Como la decisión de viajar se tomó de un momento a otro, la avanzada que se requiere para este tipo de casos no se realizó. Tampoco, claro, la inteligencia previa.

La indefinición en Justicia
La falta de definición sobre el reemplazo de Marcela Losardo en el Ministerio de Justicia es un drama político para el Frente de Todos, porque expone las limitaciones que el diseño de la coalición gobernante le impone al presidente. Las necesidades procesales de la vice Cristina Kirchner representan una presión insostenible para cualquier funcionario –de ahí el “agobio” de Losardo- pero también para el propio Alberto Fernández.
Una cosa es que el “Lawfare” que denuncia Cristina se haya desarrollado durante el gobierno de Mauricio Macri; y otra bien distinta es que a la vista de la vicepresidenta, siga sucediendo en la actualidad. En algunos sectores del oficialismo piensan que sería mejor para el presidente entregarle directamente a la vice la cartera de Justicia, sobre la base de que la idea original de que un albertista oficie de tapón para el kirchnerismo, no llegó a buen puerto.
A partir de ese momento, los nombres que empezaron a circular para el reemplazo de Losardo cumplen dos requisitos: respetan el “cupo femenino” en el Gabinete y son ultra-kirchneristas. Se trata de la senadora Anabel Fernández Sagasti –que está a punto de desistir de una candidatura legislativa este año en Mendoza- y la ministra de la Mujer, Elizabeth Gómez Alcorta, quien ganó visibilidad a partir de la nueva cartera luego de haber sido abogada de Milagro Sala.

Guzmán bajo “fuego amigo”
La incertidumbre que reina en el Gabinete albertista también alcanza a Martín Guzmán. El ministro de Economía levantó la guardia desde que se difundió su nombre y el de varios funcionarios de su entorno entre los vacunados VIP, en una lista que confeccionó el propio Gobierno nacional en los días posteriores a la eyección de Ginés González García. Al parecer, el “fuego amigo” es otra característica de los gobiernos de coalición.
El debate económico interno en el oficialismo pasa ahora por los plazos para el eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional –Guzmán quiere cerrarlo a mitad de año y el kirchnerismo luego de las elecciones- y por la actualización de las tarifas, sobre las cuales Cristina pidió expresamente que se mantenga el congelamiento. Aunque Alberto Fernández pide una ley que le otorgue facultades al Poder Ejecutivo para fijarlas en “un porcentaje de los aumentos salariales”.
No es una discusión sencilla: el secretario general de la CGT, Héctor Daer, acaba de reconocer que hace rato que los trabajadores no tienen aumentos salariales reales, sino que las paritarias terminan “acompañando la inflación”, estimada en 3,6 por ciento en febrero y en torno al 40 por ciento anualizada. De ahí la necesidad de generar un alivio fiscal para las familias con las modificaciones al impuesto a las Ganancias, que avanza en la Cámara de Diputados con impulso de Sergio Massa.

Internas en la oposición
En la principal coalición opositora también hay internas visibles. En la última semana se lanzó el Peronismo Republicano en territorio bonaerense y llamó la atención una ausencia: la del ex gobernador Juan Manuel Urtubey, que había sido invitado especialmente por Joaquín de la Torre, ex ministro de María Eugenia Vidal. Sucede que el referente nacional del espacio, Miguel Angel Pichetto, se había anticipado a invitar al senador Juan Carlos Romero. Y parece que los salteños tienen viejas cuitas en su cuenta política.
En tiempos en los que predominan las coaliciones y no el bipartidismo, tanto al Gobierno como a la oposición se les dificulta el diseño y la puesta en marcha de una estrategia articulada en materia política y de comunicación. Como antes sucedió con Cambiemos, ahora es el Frente de Todos el que no logra poner en fila a sus distintos componentes. Alberto Fernández, a quien le gusta parafrasear a Raúl Alfonsín, no podría decir ahora que “la casa está en orden”. Salvo contadas excepciones, la imagen que ofrece el Gabinete está surcada por la improvisación.