martin guzman economia
CLAVES ECONÓMICAS

El ruido político altera la tranquilidad buscada por el ministro Guzmán

El ministro Martín Guzmán espera poder despejar varias dudas que sobrevuelan los mercados respecto del rumbo que adoptará la Argentina en un año electoral, cuando viaje a Washington para conversar cara a cara con las máximas autoridades del FMI. 
La suba del riesgo país a la zona de los 1.600 puntos esta semana, cuando ese indicador baja en el resto de la región, refleja que los agentes económicos intuyen más problemas en la Argentina.
Esas dificultades estarían más vinculadas a la política que a la economía: cada vez que la vicepresidenta Cristina Kirchner sube el perfil, sobre todo ante sus muchos problemas judiciales, los dueños del dinero retroceden un paso.
Es un problema radicado en la matriz de un modelo de Gobierno en que el presidente recibe un poder delegado que no logra disipar las dudas entre inversores y empresarios sobre quién gobierna la Argentina.
Parte de este problema de origen explica por qué a pesar de la renegociación de la deuda y de las buenas señales sobre un posible acuerdo con el FMI, aunque demorado, no se logra bajar el sobre costo que paga la Argentina, y sobre todo sus empresas, para tomar deuda.
El riesgo país rozando los 1.600 puntos representa el nivel más alto desde que el país reestructuró la deuda y canjeó los bonos hace seis meses.
Ni el acuerdo con los acreedores ni la operación exitosa para controlar el mercado cambiario logran convencer al mundo de las finanzas sobre el futuro de la Argentina.
Parte de las alarmas que sonaron en el mercado hay que ubicarlas en el duro discurso del presidente Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa.
La interpretación de los dueños del dinero es que sus palabras estuvieron más dirigidas a calmar la interna en el Gobierno que a convencer al mundo de los negocios de que la Argentina tiene futuro.
Mientras el ministro Guzmán insiste en apostar a tranquilizar la economía, el sector político hace todo por romper puentes con la Justicia, el empresariado y la oposición.
El viaje a Washington que Guzmán hará en la segunda quincena de marzo buscará despejar algunas dudas sobre su intención de renegociar la devolución de unos u$s 44.000 millones de deuda con el organismo.
El ministro de Economía insistirá en que la Argentina quiere normalizar esa deuda, pero ratificará que el país necesita tiempo y una menor presión de intereses.
La meta inicial es extender el repago del préstamo a diez años, aunque en el medio podría hacer ruido la denuncia realizada por el propio Presidente sobre el crédito que el Fondo Monetario le dio a Mauricio Macri.
Guzmán destacará la caída en los niveles de déficit fiscal y el aumento en la recaudación registrados en los últimos meses, y prometerá que esa tendencia se profundizará este año.
Pero empieza a tener las manos atadas por la posición del kirchnerismo de habilitar solo una parte de los aumentos de tarifas que prevé Economía.
Reducir subsidios a las tarifas para los sectores medios y altos es crucial para el objetivo de achicar el rojo fiscal, pero sería pianta votos en un año electoral.
Al menos el jefe del Palacio de Hacienda parece haber tenido éxito en su prédica contra los pronósticos negativos que las consultoras vienen realizando sobre la inflación para este año.
El último informe que acercaron al Banco Central reflejó una perspectiva de inflación más baja para este año, en torno al 48%, cuando el mes anterior se ubicaba en 50%.
Guzmán necesita reducir las expectativas inflacionarias del mercado para acercarlas todo lo posible a su improbable pronóstico de 29% de suba en el costo de vida cuando concluya el 2021.
Para febrero las consultoras proyectan una inflación del 3,5%, que permitiría aliviar las fuertes alzas del 4% de diciembre y enero.
Pero ese dato aún no alcanza para encaminar un problema que viene afectando a la economía argentina desde hace décadas.
Un sistema productivo que no alcanza la escala suficiente y con bajo nivel de competitividad, provoca que ajustar los precios sea casi siempre el camino elegido por el sector empresarial para mejorar los márgenes de rentabilidad.
A eso se suma una presión impositiva enorme, con un alto nivel de economía informal, que también empuja los precios.
El dato alentador viene por el lado de la recaudación y el ingreso de divisas.
Los sostenidos precios de los commodities acompañados por una buena cosecha en la Argentina ya reflejan resultados concretos.
En febrero el ingreso de divisas de la agroindustria superó los u$s 1.800 millones, el nivel más alto para ese mes en los últimos 18 años.
Y en el primer bimestre rozaron los U$S 4.000 millones, lo que permitió al Banco Central comprar más de U$S 660 millones en la primera semana de marzo.
Así, en apenas una semana la autoridad monetaria ya compró más reservas que durante todo febrero.
Es un dato clave para demostrarle a los acreedores la decisión argentina de recomponer ese insumo clave para afrontar los pagos de la deuda y contener cualquier ruido cambiario en un año electoral.

COMENTARIOS
Los cráteres de Pastor Bauman