El odio como ideología solo destruye
OPINIÓN

El odio como ideología solo destruye

Es evidente que el nivel de tensión política que atraviesa el país es nocivo para nuestro sistema democrático. Solo a modo de ejemplo, y para graficar el nivel de contradicción y oportunismo que implementan algunos sectores de la política argentina, voy a referirme a la vacuna contra el Covid y su reciente llegada a nuestro país.
Allá por los primeros días de diciembre de 2020, hace solo tres meses, el Presidente anunciaba que la Argentina iba a estar entre los primeros países del mundo en comenzar con la campaña de vacunación contra el Covid, a partir de un acuerdo con el gobierno ruso para acceder a la vacuna. 
Con una lógica ya aceitada, de oponerse a cada acción de Gobierno, rápidamente se levantaron las voces de los detractores, que no acusaban prudencia al declarar que esa vacuna era parte de un negocio y que no iban a permitir que le dieran veneno al pueblo argentino. Inclusive decían: "Esa vacuna es veneno, que primero se la pongan los políticos si le tienen tanta confianza, y después los que votaron al gobierno", generando miedo y desconfianza en la sociedad.
Luego, con la acreditación internacional de la Sputnik, como una de las vacunas más eficientes del mundo, ya no había lugar para seguir con el discurso del veneno. Entonces la línea argumental viró hacia la "escasez de vacunas", aun siendo de los pocos países en Latinoamérica que ya había comenzado a vacunar a su personal de salud. No importó que el mundo entero, incluidos los países con economías más potentes, tengan enormes dificultades para acceder a las dosis, y los laboratorios para cumplir con los plazos de entrega, las declaraciones que se escuchaban eran: "Este es otro fracaso de este gobierno, no nos terminamos de vacunar ni para el 2023". 
En los primeros días de febrero las dosis aumentaban en el país y el plan de vacunación se desarrollaba con muchas expectativas, pero los odiadores encontraron nuevos argumentos. Ahora el problema era que movimientos políticos estaban difundiendo la inscripción de la vacuna. "Le entregaron la vacuna a la política", decían. Cuando en realidad todos deberíamos trabajar juntos, sin importar el color o la ideología, para que los argentinos pierdan el miedo que les generaron y accedan a un dispositivo móvil para que voluntariamente se registren para recibir la vacuna.
Luego el escándalo del ministerio de Salud, que obviamente es inaceptable e injustificable. Rápidamente le siguió la determinación del Presidente, que tomó la decisión de exigirle la renuncia al ministro, priorizando los valores institucionales por sobre el afecto personal hacia Ginés, hecho ejemplar, que debería enorgullecernos. Sin embargo, esto no alcanzó y se usó de mercancía para poner en duda todo el plan de vacunación nacional, politizando nuevamente la salud pública. 
Y la sensación es que así seguiremos, llevando cada acción al máximo nivel de tensión política, sin la posibilidad de reconocer ninguna acción positiva, ni generar acuerdos que nos permitan construir sobre puntos de encuentros sólidos. Veo sectores de Juntos por el Cambio dispuestos a destruir todo, solo motivados por la ambición de volver al poder y la bronca que les genera haberlo perdido. Me preocupa que el odio se convierta en una ideología; porque nada bueno puede salir de eso. 

(*) Concejal del Frente de Todos de Junín. 

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