¡Imagen, oficial!
MARKETING APLICADO

¡Imagen, oficial!

El capital marcario.

En contextos económicos recesivos, las marcas “deseadas” sufren un fenómeno conocido por todos. Se trata de la falsificación de sus productos con el uso y desuso de su capital simbólico. Saladas y saladitas proliferan por doquier erosionando el valor y los ingresos de entidades comerciales, sociales o deportivas. Frente a esto, hay dos caminos por recorrer ¿Los repasamos? 
Un puesto en el conurbano, dos puestos en una feria de barrio o tres conocidos en las cercanías de un estadio. Remera, remerita, bandera, gorro y vincha. Lentamente y con las incontinencias de los bolsillos de los argentinos, fueron ganando mercado. Primero con subestimación, después con preocupación, el ceño de quienes gerencian los ingresos se fue frunciendo. Hoy, con el correr del tiempo se impone la urgencia. 
El poder de policía es uno de los recursos pero no el único ni el más efectivo. Son conocidos los tiempos de la justicia y en los casos más complejos (léase marcas multinacionales) sería imposible erradicar a todos los piratas.  ¿Se imaginan buscar, detectar y entregarles a cada uno de ellos una carta documento? 

¡La defensa de la imagen, oficial! 
Naturalmente la primer motivación para la compra de un producto “no oficial”  es el precio, aún así hay herramientas para desarrollar esa oferta clasificando productos acordes a diferentes posibilidades. Otra motivación es que en muchos casos, el mercado “paralelo” ofrece productos que el “oficial” no puede, no quiere u olvida atender, algo que en nuestro país sucede en muchos ámbitos. La lectura positiva del caso refiere a que hay un mercado que está demandando esos productos, el deseo de portar un “simbolo”. El ejercicio es identificar y segmentar sus posibilidades para luego desarrollar la oferta. 
Desde mi punto de vista, el primer paso será siempre la “puesta en valor”, la diferenciación y la jerarquización del capital simbólico. Una estrategia que no ataca sino que defiende, generando una barrera de ingreso virtuosa. Una brecha que necesariamente debe extenderse. Así como en el fútbol, los equipos se arman de atrás para adelante, primero una buena defensa y luego si, un ataque furibundo a quienes falsifican y verdaderamente hacen daño.

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