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PANORAMA ECONÓMICO

Muchos interrogantes, poca voluntad política

“Subsisten interrogantes de cara a 2021. Existen oportunidades para una recuperación significativa, pero la política económica que se adopte define si habrán de ser aprovechadas” señala el último informe del 2020 de la Fundación Mediterránea que, con variantes, coincide con la mayoría de los comentarios económicos de las consultoras: según dicen los expertos, los pronósticos de este año pueden ser favorables, pero están sujetos a tantas variables que, en realidad, prevén que tendrá una resolución imprevisible; y esto ocurrirá en el contexto de un año electoral, en donde prevalecen la competencia sobre la cooperación de los partidos políticos.
Si usamos el pasado para imaginar el futuro, las perspectivas de la Argentina no presentan un panorama muy alentador. En el plano del escenario político, la “grieta” ha existido con distintas versiones por décadas, en la cual los intentos por establecer consensos han fracasado de manera reiterada y “la batalla electoral por la provincia de Buenos Aires” ha dominado la mayoría de las decisiones nacionales.
Y si miramos la economía, la Argentina está en el top 10 de los países del mundo con más defaults, planes fallidos con el FMI, recesiones e índices de inflación, con aumento de la pobreza y la indigencia, donde los errores del pasado se repiten de manera incesante.
El economista John Kenneth Galbraith, reconocido por su trayectoria y frondosa experiencia, solía recordar que “los expertos pronostican no porque sepan, sino porque se les pregunta”. Entonces, si no se puede predecir con precisión el futuro, ¿Qué se debe hacer? ¿Qué podemos esperar de este año? 
Como se dijo más arriba, la campaña electoral en la provincia de Buenos Aires determinará la mayoría de las decisiones del gobierno del presidente Alberto Fernández y por reflejo, de la oposición. Quién gane las legislativas de octubre próximo, tendrá la expectativa de un triunfo en las presidenciales de 2023. Este escenario es de conflicto, con escaso interés de llegar a consensos políticos, en el cual la economía juega un rol secundario, de apoyo en el corto plazo. 
La vicepresidenta lo adelantó hace algunas semanas, al reclamar que se aliñen salarios, precios y tarifas, olvidando la versión fiscalista. Los anuncios de postergar los aumentos de tarifas en los servicios públicos, intervenir en el mercado del maíz, prohibiendo sus exportaciones, en el negocio de la telefonía o reformular el sistema de Salud, son malas noticias para la economía. El 2020 finalizó con las expectativas por el piso, con la recesión más profunda de la historia argentina, récord de desocupados, pobreza e indigencia. 
Aunque con la esperanza de un rebote económico con el levantamiento de las restricciones de la cuarentena y la pandemia, y un mayor orden fiscal que prometió el ministro Martín Guzmán, acompañado de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
¿Pero quedó algo en pie de las esperanzas? La promesa de firmar un programa con el FMI quedó en el limbo, con fechas imprecisas sobre negociaciones que llevarían 90 días más, por un programa de “facilidades extendidas” que no contempla ninguna reforma y tampoco desembolso de dólar alguno. 
La consolidación fiscal que prometió Guzmán, además, requiere voluntad política de bajar el desequilibrio fiscal. ¿Piensa Alberto F. o Cristina en aprobar un ajuste fiscal con la mira en las legislativas de octubre?
¿Existe real interés del Gobierno de llegar a un acuerdo con el FMI en los próximos tres meses?
Son demasiados interrogantes, todos vinculados a una elección legislativa. El Gobierno necesita acordar con el FMI para refinanciar un vencimiento pautado por unos 10.500 millones de dólares, pero que vence recién a finales del año. Aunque también existiría la opción de pagar solo los intereses y hacer un “rollover” del capital. 
El actual calendario de conversaciones, en realidad, tiene que ver con la renegociación de una deuda con el Club de París, que vence en abril próximo, al que ya se le había solicitado una prórroga de un año en el 2020. Esa refinanciación, requiere previamente un acuerdo con el FMI. 
Estos son los únicos pagos en dólares de este año. Otro default con el Club de París dejaría al país más huérfano de acceso al crédito, en este caso afectando de manera directa al intercambio comercial, acotando aún más las necesidades de hacerse de dólares. 
Aunque en concreto, no cambiaría demasiado la percepción internacional del país. En el 2020 se refinanciaron unos 100.000 millones de dólares, mediante un canje de títulos al 50% que hoy cotizan a 35% de su valor. Para el mundo, la Argentina continúa en default.
Con el FMI, el Club de París y la consolidación fiscal que mencionó el ministro Guzmán, en un mar de incertidumbres, con una elección como única prioridad ¿Qué sucede con las otras variables, la inflación y el COVID? Un rebrote de la pandemia afecta la recuperación de la actividad económica. En promedio, a finales del 2020, la actividad económica estaba un 7% por debajo del nivel pre-pandemia. 
Existen condiciones para que en este año sea de mayor actividad, con expectativas de mejores condiciones sanitarias y con el mundo en recuperación. Pero, como ocurre en otros lugares del planeta, un rebrote o la tardanza en aplicar la vacuna, puede retardar ese rebote.
La amenaza inflacionaria es el segundo gran condicionante. Con una emisión monetaria extraordinaria, el Gobierno intenta frenar el alza de precios prolongando el congelamiento de tarifas y servicios, y puede que decida más controles, o una política cambiaria y/o comercial que termine desalentando las exportaciones. (Ya ocurre con la prohibición de exportaciones de maíz) ¿Y con la cotización del dólar?
La brecha cambiaria está en 100% y nada indica que baje, al contrario, que siga en esos niveles o suba aún más. Dólar y precios se realimentan uno con el otro en un trade off, de manera que la tentación del gobierno de retrasar el dólar para frenar el alza de precio, podría tener efectos desbastadores, como en otras épocas. 
La sociedad necesita una recuperación, así solo se trate de un rebote económico, de igual manera que el Gobierno, aunque por razones distintas a las electorales, por la sencilla razón de mejorar en algo sus niveles de vida y recuperar lo perdido. ¿Ocurrirá algún día que la política y los gobiernos se preocupen y se esfuercen por hacer bien su trabajo en una crisis, olvidando sus disputas electorales?

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