Paula Gilbert
OPINIÓN

Después, qué importa el después


Con una mezcla de tristeza y asombro vuelvo a asistir, como madre y educadora, a unas declaraciones por parte del intendente que me dejan más preguntas amargas que respuestas apropiadas. Casi en un umbral grotesco entre el “Yo no fui” de Bart, y el “dependo de lo que diga Provincia”, cual niño de 5 años que depende para salir a jugar de que su tutor lo deje, se ha deslizado casi sin pena ni gloria a lo largo de 9 meses de pandemia.
Y en esos 9 meses, quienes nos dedicamos a enseñar hemos tenido que sortear todo tipo de adversidades sin el apoyo y acompañamiento del Gobierno municipal. Claro está ya, lo que hemos venido mencionando y reclamando respecto de la conectividad. Conectividad abandonada en el ámbito educativo durante cuatro años de macrismo y abandono sostenido hasta hoy por la gestión del actual intendente.
Ni que hablar del armado de los bolsones de alimentos para entregar a las familias. Durante el ASPO, los y las docentes, por amor a sus alumnos y alumnas, aun corriendo riesgo su vida, y haciendo una fuerza extrema, han llegado a armar 300 o 400 bolsones, cuyo peso oscila entre 4 y 5 kilos, estimo. Obviamente, luego de armarlos se quedaban a entregar, por lo cual debían entrar en contacto con aproximadamente 200 personas. Esto se realizaba cada semana. Ninguno faltaba. Por amor.
Durante 9 meses, las obras en las escuelas estuvieron paradas. Nada se hizo o muy poco. El maquillaje. Lo superficial. Todo aquello que permite volver a las aulas de modo presencial, con los protocolos necesarios y cuidando tanto al alumno y alumna como a su docente, no existió.
Pero, casi inmutable e imperturbable, sale un concejal de Juntos por el Cambio a decir básicamente que “Por dos años, Hiroshima estuvo en ruinas y sus alumnos nunca dejaron de asistir a clases, sus maestros nunca dejaron de estar frente a ellos…” (obviamente y en la línea del yo no fui, arroba en su tweet a Mauricio Macri). (Ver tweet de Juan Tolosa Rossini 20/10/20).
Creí que era un error y que era un pensamiento solitario del expresidente que no se había enterado de que nunca hemos dejado de dar clases, tomar examen, conformar comisiones evaluadoras, entregar bolsones, entre otras.
Pero casi atónita leo las declaraciones del Sr. Intendente al diario El Día, de La Plata, oportunidad en la que aboga por la vuelta a clases presenciales, cual quien se juega un numerito a la quiniela a ver qué sale.
Obviamente, y desempeñándome en el ámbito que lo hago, no tardaron en llover los descargos de mis colegas en redes sociales. ¿Y cómo no?¿Íbamos a quedarnos en silencio, con el mismo bozal que nos ponía la exgobernadora cada vez que queríamos expresarnos?
No. La verdad debe ser dicha. Los y las docentes amamos lo que hacemos, queremos volver a las aulas, abrazar a nuestros niños y niñas, preguntarles frente a frente cómo les ha ido, pasar por los bancos, reírnos juntos, volver a ver a sus familias, saber que necesitan. Poder enseñar y que puedan aprender de modo presencial nuevamente.
Ahora me pregunto: el intendente y su equipo, ¿están dispuestos a garantizar un retorno seguro, sin riesgos para la comunidad educativa?
¿Están dadas las condiciones edilicias para que aquellas escuelas que cuentan con comedor puedan seguir brindando dicho servicio?
Y tengo mil preguntas más en nombre mío y de mis colegas.
Si usted Sr. Intendente está seguro de volver, allí estaremos más firmes que nunca.
En estos 9 meses jamás pensamos en abandonar el barco, en no entregar los bolsones, en decir que carecíamos de conectividad para no dar clases. Pusimos dinero de nuestro bolsillo para costear la conectividad que debía dar usted.
Que quede claro que no está bueno patear siempre la pelota afuera, ni el yo no fui, ni nadie me dijo…es lo que enseñamos a nuestros alumnos y alumnas. A hacerse cargo.
Porque el…después, qué importa el después, tiene consecuencias. No es solo la letra de un tango.

(*) Dirigente del Frente Renovador de Junín.

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