Axel Kicillof
Axel Kicillof advierte sobre los riesgos de las aperturas, sobre todo cuando los contagios se extienden al interior bonaerense.
PANORAMA PROVINCIAL

La “sorpresa” de Kicillof y la necesidad de salir de la lógica de la cuarentena eterna

La larguísima cuarentena genera incomodidad. La aceptación ciudadana a las medidas de restricción que aún se mantienen se torna cada día más laxa y en los distintos niveles de gobierno se admite la existencia de un hartazgo social que comienza a generar otras demandas que interpelan al poder.
Esa fatiga llega en el momento menos oportuno pero comprensible si se toma en consideración el extenuante confinamiento: justo cuando los contagios están alcanzando niveles muy altos. Casi 7.500 casos en la Provincia se registraron el viernes, con el aspecto adicional de que el virus comenzó desde hace días a irradiar hacia muchos distritos del Interior que parecían inmunes a la pandemia.
En ese escenario no hay fecha de final de la cuarentena que acaba de extenderse hasta el 20 de septiembre. Pero en el medio afloran diferencias y tensiones. La más difundida es la que se generó entre el Gobierno nacional y Horacio Rodríguez Larreta por la autorización de la actividad presencial en algunas escuelas que la Casa Rosada terminó denegando. Mucho menos expuesta quedó la que se produjo en el Ejecutivo bonaerense ante la decisión de Alberto Fernández de permitir salidas sociales de hasta 10 personas al aire libre.
Axel Kicillof no está de acuerdo con esa decisión. “Fue una sorpresa”, admiten. De hecho, sus funcionarios anticiparon que no se permitirá ese tipo de reuniones en el Conurbano y La Plata. Hay quienes estiman en el Ejecutivo que autorizar estas salidas sería el tiro de gracia para una cuarentena que ya viene duramente torpedeada por el cansancio social. En la Gobernación dicen que tienen que ver el decreto que dictará Fernández, pero ya anticiparon que esa flexibilización no correrá si está planteada como parece que estará. “Si ya es difícil manejar las salidas a las plazas, ¿quién va a poder controlar las salidas en grupo?”, se preguntan algunos funcionarios.
La cuestión vuelve sobre el cansancio social. En muchos distritos del Conurbano estas salidas y reuniones en espacios abiertos se dan de hecho. Y es una situación que se torna poco menos que inmanejable para las comunas que prefieren tolerar el escenario que supone la vigencia de una restricción retada por la gente.

Otra agenda
En ese marco el oficialismo da señales de comenzar a comprender la necesidad de plasmar otra agenda pública que le ayude a mostrar un rostro distinto frente un amplio sector social que exhibe otras necesidades y enarbola demandas distintas.
La semana que arranca marcará una fuerte puesta en escena de ese intento por apartarse de la lógica de la cuarentena eterna. Una de esas movidas tomará cuerpo con la presencia de Alberto Fernández en La Plata. El Presidente encabezará el jueves el acto de lanzamiento de un plan de seguridad para la Provincia que será financiado en forma prácticamente integral por la Casa Rosada que incluye desde la compra de insumos para la Bonaerense hasta la incorporación de cerca de 10 mil efectivos. Habrá en juego unos 12 mil millones de pesos para invertir en dos años.
Existe un fuerte reclamo ciudadano por el auge del delito que se extiende a lo largo y ancho de la Provincia. A juzgar por la justificada demanda que no cesa, las presencias rimbombantes y apariciones sorpresivas en el territorio del ministro Sergio Berni no parecen ser el antídoto para las largas décadas de inseguridad escritas a sangre y fuego en territorio bonaerense. De este tema hablaron, y mucho en las últimas semanas, varios de los influyentes intendentes peronistas del Conurbano con Fernández y Kicillof, inquietos por un flagelo que les pega de lleno a sus vecinos y sus administraciones.
Dos días antes de ese lanzamiento la Provincia anunciará una batería de medidas que tiene que ver con el impulso a la obra pública y a la actividad productiva, también, con el foco puesto en la pospandemia. Estos anuncios tienen además una mirada que empieza a contaminarse con el escenario electoral del año que viene. El mismo que, por su lado, despierta el olfato de la oposición.
En Juntos por el Cambio inquieta la incertidumbre respecto de quién encabezará la nómina de diputados nacionales ante el ir y venir de María Eugenia Vidal que deshoja la margarita entre la Provincia y Capital Federal. Un grupo de intendentes del PRO, entre ellos el platense Julio Garro, decidió alzar la guardia y conformó una suerte de mesa de coordinación para procurar pesar en las definiciones de las candidaturas. Si Vidal no juega, ellos quieren tallar fuerte. Y, de paso, bloquear un posible desembarco foráneo que cuenta con nombre y apellido: el del vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli.

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